Una inestable mezcla de petróleo y armas impide a la ONU castigar a Sudán por las continuas atrocidades que se cometen en su provincia de Darfur, afirman activistas de derechos humanos y expertos en Africa.
El Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), de 15 miembros, se negó a intervenir para poner fin al genocidio que se comete en esa región del occidente de Sudán, y a sancionar militar y económicamente a Jartum por no poner freno a las milicias que han asesinado a miles de personas y continúan impunes a pesar de meses de denuncias internacionales.
En el Consejo de Seguridad, tanto Rusia como China siguen oponiéndose a las sanciones, por sus intereses políticos y económicos, afirmó Ann-Louise Colgan, directora de análisis político y comunicaciones de Africa Action, con sede en Washington, una de las organizaciones no gubernamentales más antiguas que trabajan en asuntos africanos.
China es el principal inversor en la industria petrolera de Sudán y Rusia tiene también intereses en continuar su venta de armamentos y otros equipos militares al régimen de Jartum, agregó.
Ni China ni Rusia quieren antagonizar con Sudán, ni desean que se establezca un precedente de intervención internacional (o incluso de sanciones) por violaciones de derechos humanos, debido a sus propias medidas de represión interna a minorías étnicas, dijo Colgan a IPS.
China y Rusia ostentan poder de veto en el Consejo de Seguridad, al igual que los restantes miembros permanentes, (Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña), y han bloqueado varios intentos de sancionar a Jartum.
A su vez, Argelia y Pakistán, dos miembros no permanentes del Consejo, también se oponen a las sanciones, por reservas similares, así como por cierto sentido de solidaridad con el gobierno musulmán sudanés, sostuvo Colgan.
Las atrocidades en Darfur —se estima que han sido asesinados 70.000 africanos negros y más de un millón han sido desplazados—, son cometidas por unas milicias árabes llamadas janjaweed (hombres a caballo), que continúan utilizando las violaciones como arma de guerra.
El gobierno sudanés es acusado de crear esas milicias irregulares y de hacer la vista gorda a sus continuos asesinatos.
Si la comunidad internacional hubiera actuado antes, se hubiera evitado la devastación, dijo la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres, en un comunicado divulgado en la sede de la ONU en Nueva York.
Pero el Consejo de Seguridad, que planifica reunirse en la capital de Kenia la próxima semana para retomar la cuestión de Sudán, ha fracasado en adoptar medidas drásticas, incluido algún tipo de sanción.
Tras revisar la resolución que el Consejo adoptó en julio, el embajador de Estados Unidos John Danforth dijo a la prensa: Parece que la palabra 'sanciones' es objetable para ciertos miembros del Consejo.
El representante especial de la ONU para Sudán, Jan Pronk tiene una visión diferente de las sanciones. Hablando ante periodistas el jueves, Pronk sostuvo que éstas deberían ser el último recurso, y sólo adoptarse si han fracasado todos los esfuerzos diplomáticos, pues una medida tan drástica es una señal de fracaso.
Un lenguaje firme y el cese de financiación serían golpes más efectivos. La presión funciona, pero hay que hallar los puntos correctos donde presionar, dijo Pronk, aunque no quiso explayarse sobre esos puntos correctos.
Pero, a menos que las dos partes de la crisis sean llamadas a responsabilidad y se despliegue rápidamente una fuerza de paz de proporciones considerables, la situación de Darfur derivará en anarquía, advirtió.
La Unión Africana (UA), que ha desplegado efectivos en la zona, necesita unos 4.000 más, además de dinero y apoyo logístico, agregó Pronk.
La directora de programas internacionales de emergencia de la organización Church World Services, Donna Derr, dijo a IPS que pese a las reservas de Pronk, las sanciones extremas terminarán siendo necesarias, aunque en verdad acaben afectando la capacidad de suministrar ayuda humanitaria.
Aunque la asistencia suele quedar libre de las sanciones, en Darfur estamos hablando de una región que ya tenía dificultades para recibir asistencia por la inseguridad, sostuvo.
Derr añadió que, pese a conversaciones interminables, la UA cuenta actualmente con sólo 700 de los efectivos que se necesitan en Darfur. Yo preguntaría si todos están leyendo la misma página sobre la urgencia de desplegar una fuerza de más de 3.000 miembros en el país, agregó.
Pese al firme reclamo de la resolución de julio del Consejo de Seguridad urgiendo al gobierno sudanés que desarmara las milicias, siguen muriendo personas.
Mientras la crisis prosigue y la urgencia de intervención no decrece, los medios de comunicación se han desinteresado por Darfur y la comunidad internacional sigue empantanada, dijo Colgan.
La mezcla de petróleo y armas es un factor crucial de la crisis sudanesa, dijo un alto funcionario de la ONU que ha seguido la situación desde 2003.
Desde el hallazgo de petróleo en Sudán, en 1999, la nación africana ha producido unos 200.000 barriles diarios. Para 2005, se estima que sobrepasará el doble de ese volumen, hasta más de medio millón de barriles por día.
El peso de esa producción es manejado por un consorcio de compañías canadienses, francesas, sudanesas, qataríes, suecas, malasias y chinas. Sudán está construyendo una refinería con capacidad para 2,5 millones de toneladas de combustible, a un costo de 600 millones de dólares.
Las compras de armas de Jartum —principalmente a China, Rusia y las repúblicas ex soviéticas-se pagan sobre todo con los ingresos del petróleo. Aunque no hay estimaciones oficiales, se cree que estos ingresos se dispararán este año por el alto precio del crudo, que ronda los 50 dólares por barril de 159 litros, contra unos 25 o 30 dólares en 2003.
El último reporte anual de la ONU sobre armas, publicado en octubre, afirma que Rusia continúa vendiendo equipamiento militar a Sudán. El último embarque, en 2003, consistió en tres sistemas de artillería de largo alcance.
El documento también registra la venta de 48 vehículos blindados de transporte y 32 cohetes de 122 milímetros, fabricados en Rusia y vendidos a través de Belarus.
En junio, el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos expresó su gran preocupación por la venta de 12 aviones de guerra MiG rusos a Sudán, si se confirmaban reportes sobre esa operación.
Estados Unidos se opone a todas las transferencias de armas a Sudán, pues es un Estado promotor del terrorismo, dijo el portavoz de la cancillería estadounidense Richard Boucher a la prensa.
Además de Rusia, China e Irán son proveedores militares importantes de Jartum. Los iraníes han financiado compras sudanesas de armas por más de 300 millones de dólares a China, incluyendo al menos cinco aviones de combate F-6, tanques y artillería.
Washington, que intentó ejercer cierto liderazgo ante la crisis de Darfur declarándola genocidio en septiembre, estuvo distraído con las elecciones nacionales, celebradas el martes. Pero, y más importante aún, la administración estadounidense siente que ya ha hecho lo suficiente al suministrar transporte aéreo a las tropas de la UA en la zona, y está deseosa de que ésta se haga responsable de la situación, opinó Colgan.
Aunque han llegado más tropas a la región occidental de Sudán desde Rwanda y Nigeria, su número sigue siendo de varios cientos y completamente inadecuado, según el mandato de la ONU, arguyó.
La Unión Africana carece de capacidad y de recursos para manejar la crisis sola, y la comunidad internacional está satisfecha de poner todo sobre sus espaldas, agregó.
Mientras tanto, miles de personas son muertas o desplazadas, y no existe un plan adecuado ni un compromiso serio de la comunidad internacional para intervenir y poner fin al genocidio, según Colgan.
Desde luego, si esto estuviera ocurriendo en Europa, con población blanca, la respuesta hubiera sido muy diferente y mucho más veloz, concluyó.