En el arrasador calor del verano, las nubes, aunque sean pocas, son recibidas con alegría por los agricultores de Zimbabwe y de otros países africanos afectados por la sequía. Pero las lluvias tan esperadas traen a veces males peores.
Prevemos una nueva ola de malaria en Africa austral, con un alto riesgo de brotes en Zimbabwe, el sur de Angola y el norte de Namibia, y con bajo riesgo de brotes en Sudáfrica y Botswana, anunció Shiva Murugasampillay, del Programa para el Control de la Malaria en Africa Austral de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La oficina central del Programa está en Harare, capital de Zimbabwe.
Los expertos prevén un aumento de la malaria en las próximas semanas cuando comiencen las lluvias del verano austral, luego de un año de prolongadas sequías.
El virus de la malaria es transmitido por el mosquito Anófeles, que crece en agua estancada y porta parásitos llamados plasmodios.
En Africa austral se registran entre 18 y 20 millones de casos de malaria al año, con unas 200.000 muertes, según la OMS. Esta enfermedad es la que más menores de cinco años mata en el mundo.
Pero también es causa de pobreza. El control y el tratamiento de la malaria le cuestan a Africa unos 12.000 millones de dólares al año, que se pierden en inversiones productivas. Se calcula que esto reduce el crecimiento del producto interno bruto en 1,3 puntos porcentuales al año.
La OMS asegura que la enfermedad ha sido erradicada en amplias zonas de Botswana, Sudáfrica, Swazilandia y Zimbabwe.
Lo hemos logrado y lo podremos hacer otra vez, dijo Murugasampillay, quien comparó la lucha contra la malaria con una campaña militar. Acabar con la enfermedad requiere de largos y consistentes esfuerzos durante 30 o 50 años, sostuvo.
Africa austral comenzó a recibir más apoyo financiero desde el lanzamiento en 2002 el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, y otros programas como la iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por sus siglas en inglés).
Este mecanismo, lanzado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en 1996, prevé el alivio de los pagos de la deuda de los países más pobres a cambio de que vuelquen ese dinero en servicios sociales.
El Fondo Mundial sin duda aumentó el flujo de recursos para el combate contra la malaria mucho más que en años anteriores, afirmó Mark Young, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
La semana pasada, representantes de los gobiernos de la región participaron de la novena reunión de la junta del Fondo Mundial, realizada en la localidad de Arusha, en el norte de Tanzania, para impulsar una nueva ronda de donaciones.
Sin embargo, activistas dudan que puedan obtenerse los fondos suficientes en el corto plazo.
El director de la organización no gubernamental Africa Contra la Malaria, Richard Tren, expresó preocupación por el hecho de que muchas buenas iniciativas fracasen ante la carencia de recursos.
La Campaña para Erradicar la Malaria, por ejemplo, fue lanzada en 1998 por la OMS con el objetivo de reducir a la mitad las muertes por la enfermedad para 2010, pero Tren señaló que el número de víctimas fatales aumentó 12 por ciento en los últimos seis años.
Pero Murugasampillay atribuye este aparente aumento a una mejor detección de los casos de malaria, y no considera que sea necesario un mayor apoyo financiero para la lucha contra la enfermedad.
Los objetivos de aquí a 2015 son controlar la malaria y reducir las infecciones y las muertes a niveles manejables. Sólo entonces podremos fijar las metas de la eliminación y la erradicación, sostuvo.
Para Young, controlar la malaria en Africa costará cerca de 2.000 millones de dólares anuales. El Fondo Mundial recibió este año donaciones por 2.400 millones de dólares.
Mientras, el pesticida DDT (dicloro difenil tricloroetano), prohibido en Estados Unidos desde 1973 y en otros países por su efecto contaminante del agua, vuelve a usarse en algunas naciones africanas como medida de emergencia para combatir al mosquito transmisor de plasmodios.
En 2000, una epidemia de malaria puso a prueba los recursos de la comunidad médica regional. Esfuerzos de numerosas instituciones lograron contener el avance de la enfermedad mediante programas de educación preventiva, y fumigación de áreas de riesgo.
Esa experiencia fue una buena noticia para la comunidad internacional, porque 40 por ciento de los habitantes del planeta corren riesgo de contraer malaria, según expertos.