Muchos iraquíes celebraron el derrocamiento del dictador Saddam Hussein, en abril de 2003, por las fuerzas invasoras encabezadas por Estados Unidos. Pero ahora rechazan también al gobierno interino impuesto por los ocupadores, al que acusan de autocrático y brutal.
En sus cinco meses de gestión, el primer ministro interino Ayad Allawi instituyó la ley marcial, amenazó con detener a periodistas y prohibió al canal árabe Al Jazeera informar dentro de Iraq.
Mientras, el ministro de justicia, Malik al-Hassan, reinstauró la pena de muerte y sugirió que se debería cortar las manos y la cabeza a los insurgentes.
Una de las primeras medidas de Allawi tras su designación el 28 de mayo fue establecer una nueva versión de la policía secreta. Sus rivales lo acusan de "contratar antiguos torturadores para comandar el nuevo aparato de represión", según la revista británica The Economist.
Paul McGeogh, del Sydney Morning Herald, informó en julio que dos testigos vieron a Allawi ejecutar a seis hombres en el centro de seguridad del distrito de Al Amadiya, en Bagdad. Las víctimas estaban detenidas por un supuesto ataque a fuerzas estadounidenses dos semanas antes del traspaso de poder al gobierno interino, el 28 de junio.
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Después vino el sitio de la central ciudad de Faluya, bastión de la resistencia iraquí. En un campamento de refugiados de Bagdad donde viven familias que huyeron de esa ciudad, la sola mención del nombre de Allawi genera indignación.
"Ayad Allawi dice que somos su familia. ¿Se puede atacar a la propia familia?", preguntó Mohammad Alí, un refugiado de 53 años que fue herido por bombas en su casa durante la ofensiva aérea y terrestre de fuerzas estadounidenses este mes.
Allawi es un traidor del pueblo de Iraq, afirmó Um Mohammed, un médico que trabaja en un hospital de Bagdad. "Es un títere de Estados Unidos que disfruta de la matanza de iraquíes", agregó.
Un comerciante del centro de Bagdad, Abdel Hakim Abdulá, dijo que el primer ministro "nunca tomó una decisión que beneficiara a los iraquíes".
Muchos también están indignados con Allawi por el papel que jugó antes de la invasión de Iraq, dando a Washington información fraudulenta de inteligencia de que Saddam Hussein representaba una amenaza para Estados Unidos.
Sus afirmaciones ahora desacreditadas sobre los vínculos entre Saddam Hussein y los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos fueron utilizadas para justificar la invasión de Iraq, y esto afectó la credibilidad de Allawi entre los iraquíes desde el comienzo.
El diario londinense Daily Telegraph publicó un memorando "recién descubierto" atribuido a Allawi, fechado el 14 de diciembre de 2003. Allawi, entonces miembro del Consejo de Gobierno Iraquí, afirmaba que Mohammed Atta, uno de los planificadores y perpetradores del atentado suicida del 11 de septiembre, había sido entrenado en Iraq con ayuda de Saddam Hussein. Esta información fraudulenta fue citada por los servicios de inteligencia estadounidenses como prueba de que Saddam Hussein tenía contactos con la organización terrorista islámica Al Qaeda, dirigida por Osama bin Laden.
Otra parte del memorando hablaba de un supuesto embarque de uranio de Níger a Iraq. Este dato también resultó falso.
Asimismo, Allawi sostuvo que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva que podía desplegar en 45 minutos. Esta información, publicada en un informe del gobierno británico, resultó igualmente falsa.
Allawi, un musulmán del grupo chiita, mayoritario en Iraq, fue nombrado por unanimidad por el Consejo de Gobierno Iraquí, designado por Estados Unidos, para el cargo de primer ministro.
El periodista Adam Daifallah escribió en The New York Sun que Allawi dirige un grupo integrado por ex miembros del partido Baas, de Saddam Hussein, y "recibió fondos de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos)y ha colaborado con la inteligencia estadounidense durante años para derrocar a Saddam".
Nacido en Bagdad en 1946 en una conocida familia de comerciantes, Allawi se integró al Baas tras su llegada al poder. En 1971 dejó Iraq para estudiar en Londres, y no regresó a su país natal hasta poco después de la invasión, el año pasado.