Tras la euforia argentina por una anunciada lluvia de inversiones chinas para los próximos 10 años, es inevitable preguntarse si esos recursos abonarán un camino de desarrollo propio o sólo una ruta segura del país asiático a los productos básicos que necesita.
La nueva sociedad entre Buenos Aires y Beijing, ¿contribuirá al mutuo desarrollo, o servirá para consolidar a Argentina como proveedor de alimentos y materias primas al gran mercado chino? También conviene preguntarse si habrá mecanismos para hacer transparentes los nuevos negocios y licitaciones.
Por el momento nadie se atreve con las respuestas, ni siquiera quienes más critican al gobierno de Néstor Kirchner.
El senador Rodolfo Terragno, de la opositora Unión Cívica Radical, recomendó estar alerta y seguir de cerca cada paso de los proyectos, apenas delineados el martes en cartas de intención firmadas por Kirchner y su par de China, Hu Jintao.
En una breve visita a Buenos Aires, Hu (acompañado de un par de cientos de funcionarios y empresarios) y Kirchner firmaron cartas de intención para explorar inversiones chinas por casi 20.000 millones de dólares en un plazo máximo de 10 años.
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Esos recursos irían a desarrollar el transporte ferroviario, la construcción de viviendas, la explotación de hidrocarburos, las telecomunicaciones y la tecnología satelital.
Pero no se trata de acuerdos, sino de ideas fuerza (según definió el ministro argentino de Planificación, Julio de Vido): un horizonte que podría materializarse o no.
Este miércoles, Hu dijo ante la asamblea legislativa que Argentina es un país con gran peso en América Latina, y anunció haber acordado con Kirchner el establecimiento de una asociación estratégica para el desarrollo mutuo.
Para algunos analistas y políticos opositores, las novedades de la fugaz visita son a primera vista positivas, pero obligan a seguir de cerca el desarrollo de un programa de inversiones tan vasto y ambicioso.
El diputado Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, dijo a IPS que la inversión extranjera llega para abonar un cierto modelo de país. Si en lugar de desarrollar su mercado interno, Argentina adopta una estrategia para colocar sus recursos naturales en el mundo, las inversiones apuntarán allí, explicó.
Del mismo modo, la dirigente Elisa Carrió, del opositor partido Afirmación para una República de Iguales, manifestó preocupación, no solo porque los documentos firmados comprometen los recursos naturales, sino porque eluden los llamados a licitación lo que puede dar lugar a negociados, advirtió.
Antes de que Hu llegara a Argentina, el gobierno filtró rumores de inversiones siderales, recogidos por la prensa, que elevaron enormemente las expectativas en este país que vivió en 2001 la peor crisis económica de su historia, tiene la mitad de sus 37 millones de habitantes en la pobreza y todavía intenta superar el cese de pagos de su deuda, en el que cayó tres años atrás.
Entre los resultados seguros de la aproximación a Beijing se cuentan el acuerdo para otorgar a Argentina la calidad de destino turístico preferido, que impulsará el flujo de visitantes chinos, y para el cual la Secretaría argentina de Turismo trabajó durante 14 meses.
Otro acuerdo, firmado este miércoles, amplía las ventas argentinas de carne vacuna y avícola y de frutas, y establece mecanismos para aliviar barreras fitosanitarias chinas, a cambio de un reconocimiento de Buenos Aires a China como economía de mercado, informó la agencia oficial de noticias Telam.
La condición de economía de mercado es uno de los trofeos que vino a buscar Hu a América del Sur, pues China aún no entra en esa categoría para la Organización Mundial del Comercio.
El viernes, Hu arrancó el reconocimiento al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, muy criticado por industriales de su país, pues no podrán seguir aplicando medidas antidumping a la competencia desleal de productos chinos.
Argentina ejerce casi 40 medidas de defensa comercial, 14 de las cuales son contra productos chinos con precios de dumping (inferiores a los costos de producción).
En cuanto a las inversiones, el secretario argentino de Transporte Ricardo Jaime explicó que 8.000 millones de dólares se destinarán a la electrificación de trenes, la adquisición de vagones y la construcción de un túnel en la cordillera de Los Andes que conecte con Chile, en el occidental paraje sanjuanino de Aguas Negras.
También se prevén inversiones de 6.000 millones de dólares para la construcción de 300.000 viviendas populares, a fin de paliar el déficit habitacional argentino, estimado en dos millones de unidades.
En materia de energía, los planes indican 5.000 millones de dólares chinos para desarrollar proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos con la recién creada Enarsa (Energía de Argentina Sociedad Anónima), de propiedad mayoritaria estatal.