ISRAEL-PALESTINA: Arafat o caos

El delicado estado de salud del presidente de Palestina, Yasser Arafat, pone en peligro no solo las ya muy diluidas perspectivas de paz en Medio Oriente sino también el plan israelí de repliegue de Gaza.

La noticia de la aprobación en el Knesset (parlamento unicameral) israelí de la retirada de las fuerzas militares y de los colonos judíos de Gaza fue eclipsada por el temor sobre la salud de Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Ahora es el veterano líder palestino, y no el primer ministro israelí Ariel Sharon, quien acapara la atención internacional.

Arafat, de 75 años, comenzó a sufrir graves dolores estomacales en los últimos días, y el miércoles su estado se agravó a tal punto que perdió el conocimiento. Este miércoles se informó que será trasladado a París para recibir atención médica especializada.

Sharon dividió su propia coalición de gobierno y su partido Likud para impulsar un histórico plan de retirada de todos los colonos judíos en Gaza y parte de Cisjordania, así como de las fuerzas de seguridad que los protegen.

Sin embargo, esto quedó relegado en los principales medios periodísticos ante la incertidumbre sobre la salud Arafat.

El analista político Hisham Ahmed, de la cisjordana Universidad de Bir Zeit, sostuvo que si Arafat muriera en este momento se produciría un ”caos” en la ANP.

”Y serán los israelíes quien lamentarían más su muerte, ya que no hay ningún líder palestino con quien se pueda negociar”, afirmó.

Algunos medios de comunicación israelíes también pronostican caos para los territorios ocupados, y otros esperan el surgimiento de líderes palestinos más moderados.

Analistas señalan que la retirada de los colonos de Gaza podría quedar en la nada en caso de que Arafat desaparezca de escena.

Si se desatara el caos en Palestina, el repliegue sería una medida irresponsable. Y si el liderazgo en la ANP es asumido por moderados, la lógica para esa medida habrá desaparecido, y el gobierno de Sharon tendrá que sentarse a negociar, señaló el periódico israelí Ha'aretz.

El aluvión de comentarios en la prensa israelí demuestra el impacto que generó la noticia sobre la salud de Arafat.

En los últimos cuatro años, desde que estalló la segunda intifada (insurrección popular palestina contra la ocupación israelí), el gobierno de Sharon amenazó muchas veces con expulsar a Arafat de territorio palestino, y lo acusó de corrupto, terrorista y belicista.

Esta actitud con el líder palestino fue siempre respaldada por Estados Unidos.

Uno de los principales puntos de la llamada ”hoja de ruta” para la paz en Medio Oriente es la reforma interna de la ANP, lo que, en los hechos, significa el reemplazo de Arafat por un líder más moderado con el que Israel y Estados Unidos puedan tener un mejor diálogo.

La ”hoja de ruta” fue diseñada por el Cuarteto, la instancia de mediación internacional integrada por Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y Rusia.

Las fuerzas israelíes han mantenido al líder palestino confinado en sus oficinas de la central ciudad cisjordana de Ramalá. De esta manera, Arafat ha perdido control en Gaza y ha visto, impotente, cómo su partido Al Fatah se hunde en luchas internas.

No obstante, todavía es el único líder capaz de mantener unidos a los palestinos.

”El pueblo palestino no confía en nadie más. No confía en los funcionarios que lo rodean, pues los considera corruptos y sedientos de poder”, señaló Ahmed.

Con el desmantelamiento de los 21 asentamientos en Gaza, donde viven unos 8.000 judíos rodeados de más de 1,3 millones de palestinos, Sharon espera contener la creciente presión internacional sobre su gobierno y reducir los atentados terroristas.

Pero Ahmed, así como otros analistas, sostienen que el plan de repliegue es en realidad un ”nuevo despliegue”, ya que Israel controlará las fronteras de Gaza, así como su espacio aéreo y sus accesos marítimos.

Hay peligro de que Sharon ”incremente sus ataques contra los palestinos en Gaza”, pues deberá mostrarse lo suficientemente duro para volver a ganar el apoyo de la extrema derecha israelí.

El martes, el día en que el Knesset votó el plan de retirada, colonos y ultraderechistas realizaron una serie manifestaciones en diversas ciudades.

Los líderes religiosos y nacionalistas más radicales incluso hablan de la posibilidad de que se desate una guerra civil en Israel, y llaman a los soldados a desobedecer las órdenes de sus superiores.

El parlamento aprobó el plan por 67 votos contra 45, gracias al apoyo del opositor Partido Laborista, liderado por el ex primer ministro Shimon Peres (1984-1986 y 1995-1996).

Cuatro ministros de Sharon, entre ellos el de Finanzas, Binyamin Netanyahu, expresaron sus reservas sobre el repliegue y amenazaron con renunciar si no se sometía a referendo popular.

Netanyahu, primer ministro entre 1996 y 1999, es un viejo rival de Sharon en la lucha por el liderazgo del Likud

El parlamento postergó para el año próximo el análisis del financiamiento del plan de repliegue.

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