Su jornada típica empieza a las cinco de la mañana. Con una olla sobre la cabeza, y a veces con un bebé a la espalda, las mujeres rurales de Africa caminan unos 12 kilómetros al día para conseguir agua.
Cuando vuelven del río, deben asear sus chozas, para luego trabajar en el campo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las mujeres producen 80 por ciento de los alimentos en muchos países africanos.
En Sudán, 30 por ciento de las mujeres trabajan en la agricultura, y en la República Democrática de Congo, 80 por ciento, de acuerdo con la FAO.
Al terminar el agotador trabajo del campo, las mujeres regresan a casa para cocinar para sus hijos y esposos, antes de irse a la cama exhaustas. Al día siguiente, les esperan las mismas tareas: una trampa de la pobreza sin escape a la vista.
Sin embargo, el Proceso de Helsinki se niega a sucumbir al pesimismo que inspiran éstas y muchas otras situaciones en el Sur en desarrollo.
La iniciativa lanzada hace dos años por los gobiernos de Finlandia y Tanzania apunta a combatir la inequidad con miras a hacer del mundo un lugar más seguro.
La premisa del Proceso de Helsinki es que la actual estrategia para resolver problemas mundiales no da resultado y que las instituciones con poder para mejorar las cosas son ineficientes, injustas y antidemocráticas, declaró Flora Musonda, miembro de la secretaría del Proceso de Helsinki en Tanzania.
El proceso promueve entonces el cambio, y creemos que el cambio es posible si se plantean las preguntas correctas, se involucran las instituciones correctas y se buscan soluciones innovadoras, dijo Musonda en una reunión convocada por los organizadores de la iniciativa en Pretoria, la capital de Sudáfrica.
Esa búsqueda de soluciones está encabezada por el Grupo de Helsinki, copresidido por los cancilleres de Finlandia y Tanzania, Erkki Tuomioja y Jakaya Kikwete, respectivamente.
Ilari Rantakari, representante del Proceso del Helsinki en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia, dijo a la reunión de Pretoria que el proceso tiende a promover nuevas asociaciones entre el Norte y el Sur, así como entre gobiernos, las sociedad civil y el sector privado.
Rantakari espera que el proceso haga que la comunidad internacional sea más responsable al fijar políticas mundiales y más cumplidora de políticas acordadas mundialmente, como las relativas a los derechos humanos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2000, incluyen la reducción de la pobreza a la mitad, el acceso universal a la educación primaria y la reducción de la mortalidad infantil en dos tercios entre 1990 y 2015.
Otros objetivos se refieren a la disminución de la mortalidad materna, el combate al VIH/sida y la sustentabilidad ambiental.
De todas estas metas, la única que está en vías de cumplirse para 2015 es la de reducción de la pobreza, afirmó el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, el 17 de este mes.
Ese objetivo mundial se alcanzaría gracias a los esfuerzos de China e India, los países más poblados del planeta, pero en algunas partes de Asia meridional, el panorama es menos prometedor, y en Africa subsahariana, se proyecta que el número de personas que vive en la pobreza absoluta aumentará, advirtió Wolfensohn.
El 26 de septiembre, Gran Bretaña anunció una iniciativa para ayudar a pagar 10 por ciento de la deuda que los 32 países más pobres del mundo tienen con acreedores internacionales.
Sin embargo, la propuesta fue rechazada por los otros miembros del Grupo de los Siete (G-7) países más ricos del mundo en una reunión celebrada en Washington el día 2.
Fantu Cheru, profesor de desarrollo internacional de la Universidad Americana en Washington, dijo a la reunión de Pretoria el día 15 que el tiempo se está acabando para los pobres del mundo.
Cheru propuso que 5.000 millones de dólares de una propuesta venta de las reservas de oro del Fondo Monetario Internacional sean apartados para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a las fluctuaciones de las monedas y de los precios de los productos básicos, entre otros males de la economía mundial.
Además de las deliberaciones del Grupo de Helsinki, el Proceso de Helsinki incluye discusiones sobre una agenda económica mundial y seguridad humana.
Con base en el resultado de estas conversaciones, el Grupo de Helsinki emitirá recomendaciones dirigidas a gobiernos e instituciones, que se publicarán con un informe final en mayo del año próximo.
Aunque el Proceso es dirigido por Tanzania y Finlandia, en breve se podrían sumar a las discusiones Sudáfrica, Argelia, Brasil, México, Malasia, India, Canadá y otros países, anunció Rantakari.
La próxima ronda de conversaciones se realizará el 28 de octubre en Sao Paulo, Brasil. (