AMBIENTE: Victoria para ballenas y elefantes

Las ballenas y los elefantes salieron favorecidos este martes en una conferencia internacional sobre protección de especies amenazadas en curso en esta capital, que confirmó por abrumadora mayoría la prohibición de su explotación comercial.

La medida sobre las ballenas es un revés para Japón, que intentó por todos los medios convencer a los miembros de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) de levantar la protección a las ballenas minke y es también uno de los principales mercados del tráfico de marfil.

"Japón utilizó información incorrecta en sus esfuerzos por pasar la ballena minke" del Apéndice I al II de la CITES, afirmó Vassili Papastavrou, experto en mamíferos marinos del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), en declaraciones a IPS tras la votación.

Por ejemplo, señaló, los delegados japoneses afirmaron que existen todavía un millón de esas ballenas, no sólo basados en información desactualizada, sino incluyendo en esa cifra a 760.000 ballenas minke de la zona antártica, pertenecientes a una especie diferente de la que Japón pretende cazar en mares septentrionales.

La CITES, tratado de la Organización de las Naciones Unidas vigente hace tres decenios, somete el comercio internacional de 30.000 especies de flora y fauna a tres grados distintos de protección, representados en sendas listas o apéndices.

En el Apéndice I se incluyen todas las especies en peligro de extinción, cuyo comercio se autorizará sólo en circunstancias excepcionales, mientras el II contiene especies que no se encuentran necesariamente amenazadas, pero cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una utilización incompatible con su supervivencia.

En el Apéndice III se incluyen especies que están protegidas al menos en un país, el cual solicita asistencia de otras partes de la CITES para controlar su comercio.

Si un miembro de la convención desea reducir el grado de protección de alguna especie, necesita el voto de dos tercios de los miembros. Japón no lo logró.

Papastavrou prevé que Tokio, igual que en conferencias anteriores, presentará una propuesta modificada en el plenario. "Pero dada la falta de apoyo, será derrotado otra vez", predijo.

Masayuki Sakamoto, abogado y secretario general de la Sociedad Japonesa para la Conservación de la Vida Silvestre, celebró la votación de este martes y exhortó a Tokio a considerar seriamente los problemas ecológicos y la aplicación de las leyes ambientales.

"La mayor parte de las áreas de alta mar no pertenecen en ningún país, y las especies que las habitan son parte del patrimonio común del planeta", declaró Sakamoto, que preside el Grupo de Trabajo de la Alianza Asiática de Conservación, en entrevista con IPS.

Según Sakamoto, la propuesta japonesa sólo tiene en cuenta los intereses de la industria ballenera, que intenta promover el consumo de ballena mediante propaganda, pero "el hecho es que a la actual generación de jóvenes japoneses no le gusta la carne de ballena".

La Asociación Ballenera de Japón tuvo una fuerte presencia en la CITES y repartió folletos que elogiaban "la espléndida cultura culinaria de Japón, que aprovecha plenamente todas las partes de la ballena, como la carne, la grasa, la piel y las vísceras".

Según la Asociación, las ballenas amenazan los recursos marinos, porque comen cada año entre 300 y 500 millones de toneladas de peces y krill en las costa de Japón.

Sakamoto celebró también el rechazo de la conferencia a la propuesta de Namibia de permitir un comercio limitado de marfil y otros productos de los elefantes, que tienen en el mercado japonés uno de sus principales destinos.

Namibia pretendía levantar una prohibición sobre el comercio de marfil en bruto impuesta en 1989. Ese país del sudoeste de Africa pidió que se le permitiera exportar una cuota de 2.000 kilogramos de marfil en estado natural y "cantidades ilimitadas de marfil tallado".

Namibia tiene existencias de marfil que ha acumulado por la muerte natural de ejemplares o por matanzas selectivas en parques nacionales.

Los elefantes africanos fueron colocados en el Apéndice I de la lista de CITES entre 1989 y 1997, pero entre 1997 y 2000, Namibia, Botswana y Zimbabwe fueron autorizados a vender cantidades limitadas de su marfil a Japón, uno de los mayores consumidores, principalmente por el extendido uso de "hankos" o sellos de firma hechos de ese material.

"No hay razones para que Japón deba aferrarse al marfil para hacer sus 'hankos'. Estos sellos pueden hacerse de otros materiales, como madera, metal o plástico, pero los mercaderes y comerciantes hacen creer que no existe sustituto para el marfil", señaló Sakamoto.

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