AFGANISTAN: Menuda tarea para Karzai

La parte fácil para el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, fue obtener la reelección. Lo más difícil será imponer la autoridad del gobierno en todo el país, salvar las divisiones tribales, combatir el tráfico de opio y atraer a los refugiados en países vecinos.

Con más de 94 por ciento de los votos contados, Karzai, de 46 años, logró 55,3 por ciento de los sufragios en las primeras elecciones presidenciales directas de este país devastado por más de 20 años de guerra, informó el Organo Conjunto de Administración Electoral de Afganistán y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Karzai enfrentó a 17 candidatos en la elección del 9 de este mes, tres años después del derrocamiento del régimen extremista islámico Talibán por Estados Unidos, al inicio de su ”guerra contra el terrorismo”.

Se estima que 75 por ciento de los 10 millones de votantes habilitados participaron de los comicios, entre ellos unos 850.000 refugiados en Pakistán e Irán.

Quince candidatos opositores habían denunciado irregularidades en la elección del día 9 y reclamado nuevos comicios, pero voceros del principal rival de Karzai, Yunus Qanooni, admitieron la derrota el domingo. Qanooni obtuvo 16,2 por ciento de los votos.
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”Para respetar la voluntad de la nación, basados en las cifras anunciadas hasta ahora, consideramos a Karzai el ganador”, declaró a la prensa Sayed Hamid Noori, portavoz de Qanooni, en la capital Kabul.

Haji Mohammad Mohaqiq, ex ministro de Planificación, obtuvo 11,8 por ciento de los sufragios, y Abdul Rashid Dostum, un ex señor de la guerra, 10,3 por ciento, según el órgano electoral conjunto.

El quinto candidato logró 1,2 por ciento de los votos, y Massooda Jalal, la única mujer participante de la elección, quedó en sexto lugar, con 1,1 por ciento.

Karzai, un líder de la etnia pashtun procedente del antiguo bastión talibán de Kandahar, encabeza el gobierno interino desde diciembre de 2001, apoyado por Estados Unidos. En junio de 2002, la ”Loya Jirga” o gran consejo tribal lo confirmó como jefe de Estado.

Karzai saltó al escenario internacional en una conferencia internacional de donantes celebrada en Tokio en enero de 2002, donde logró persuadir a la comunidad internacional de que comprometiera 4.000 millones de dólares para ayudar a reconstruir Afganistán.

”Sin duda, los desafíos que le esperan son enormes, pero no insuperables. Mucho depende del apoyo de Estados Unidos a la naciente democracia afgana”, declaró un asesor del actual presidente.

El mayor desafío que enfrenta Karzai es la rivalidad de los distintos grupos étnicos del país y los combates entre diferentes facciones tribales. Los llamados ”señores de la guerra” mandan en gran parte del territorio e impiden la imposición de la autoridad de gobierno fuera de la capital.

Hay señales de que Karzai podría invitar a algunos de sus oponentes derrotados para incorporarse a su nuevo gobierno.

Panghar Noorani, director del semanario Rozgaran y analista político, opinó que el mandatario debería elegir a personas basadas en sus calificaciones y no como representantes de grupos.

”Pero algunos candidatos como Qanooni, Mohaqiq y Dostum no quieren unirse a Karzai como individuos”, dijo Noorani.

Sayed Hossain Alami Balkhi, candidato a vicepresidente con Qanooni, admitió que su partido podría participar del próximo gobierno.

”Si el resultado electoral es claro y transparente, ayudaremos al gobierno, ya sea que el presidente nos invite o no”, dijo Balkhi. Pero si las acusaciones de fraude no se atienden de manera apropiada, los candidatos reconsiderarán su posición, advirtió.

Entre las quejas que investiga la ONU se cuenta el uso de tinta lavable en lugar de indeleble para marcar los dedos de los votantes e impedir la votación múltiple, además de apertura tardía de centros de votación y colocación irregular de papeletas en las urnas.

Mubariz, portavoz de Mohaqiq, declaró que su candidato coincide con Qanooni en ese aspecto.

”Cooperaremos con el presidente si esos problemas que pusieron en riesgo las elecciones son atendidos”, dijo.

Otro problema del que el nuevo gobierno deberá ocuparse de inmediato es el de la producción de opio.

En un país con un salario promedio de dos dólares al día, el tráfico de heroína y opio es próspero, y el año pasado generó ingresos por 2.300 millones de dólares, equivalentes a 60 por ciento del producto interno bruto (PIB).

”Tras el derrocamiento de Talibán, el nuevo gobierno prohibió la producción de opio, pero el caos reinante hizo que los campos de adormidera fueran replantados y el tráfico reviviera”, comentó Doug Bandow, del Cato Institute, de Estados Unidos.

”El cambio de régimen, aunque necesario para fines de seguridad, no ofreció a los hogares afganos nuevos ingresos”, agregó Bandow en un artículo publicado en The San Diego Union-Tribune.

La ONU advirtió que ni siquiera la estabilización y el progreso económico eliminaría el tráfico.

”Dados los actuales precios del opio dentro de Afganistán, es claro que ningún otro cultivo puede competir con la adormidera como fuente de ingresos”, observó la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito en un informe.

Otra tarea dantesca que espera a Karzai es la de atraer de regreso a tres millones de afganos refugiados en Pakistán y a otro millón en Irán.

Por ahora, los refugiados se mantienen escépticos. ”Regresaremos cuando la situación se normalice por completo. No podemos arriesgar la vida”, declaró a IPS Haji Gul, un comerciante de joyas de la feria de Sarafa, cerca de la frontera con Afganistán.

”Mis tíos murieron en un ataque con cohetes hace dos años. No quiero que más familiares míos mueran”, agregó.

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