Las corrientes de inversiones extranjeras directas siguieron en declive por tercer año consecutivo en 2003, una caída muy marcada que la Unctad atribuye a las dificultades de la economía mundial en el período, especialmente en los países industriales.
Las entradas de inversiones extranjeras directas (IED) se precipitaron en 2003 hasta llegar a 560.000 millones de dólares. En sus épocas de auge, como en 2000, las IED treparon hasta 1,4 billones de dólares.
Pero desde entonces marchan cuesta abajo. En 2001 se derrumbaron en 41 por ciento, perdieron otro 17 por ciento en 2002, y el año 2003 les rebanó una tajada de 18 por ciento.
Sin embargo, el economista de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo Kalman Kalotay adelantó que las proyecciones del movimiento de las IED en 2004 permiten vaticinar un monto de entradas de 600.000 millones de dólares.
Esa tendencia se vería confirmada por el comportamiento del sector más dinámico de las IED, las fusiones y adquisiciones de empresas, que en 2004 muestran una recuperación, observó Carlos Fortín, subsecretario general de esa agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Fortín se encuentra al frente de la Unctad desde el 15 de este mes, cuando concluyeron los dos períodos de mandato (nueve años, en total), del ex secretario general de la entidad, Rubens Ricupero.
La misma economía mundial da muestras de convalecencia, lo que en principio puede sugerir que las IED están en camino de recobrarse, expuso Fortín, al presentar este miércoles en Ginebra el Informe de Inversiones Mundiales 2004, elaborado por la Unctad.
Otros signos significativos son una mejora de la rentabilidad en los países industrializados y un retorno al crecimiento en el campo de las reinversiones.
También alimentan el optimismo de los investigadores, las reformas introducidas durante 2003 para liberalizar los regímenes legales que regulan los flujos de las IED. Esas modificaciones sumaron 244 cambios, de los cuales 220 apuntan directamente a incrementar la globalización de esas corrientes, resaltó Fortín.
La Unctad efectuó una encuesta en el primer trimestre de este año entre 335 de las principales empresas transnacionales y 87 expertos internacionales establecidos en lugares de asentamiento de las IED. El resultado de la consulta confirmó iguales expectativas promisorias del comportamiento de las inversiones en 2004, en comparación con el año anterior.
Las corrientes se orientan principalmente rumbo a Asia, en particular China e India, aunque Polonia surge también como un destino probable e interesante.
El sector más atractivo es el de servicios. Pero de igual manera captarán nuevos flujos los rubros de bienes manufacturados, en especial las industrias de equipos eléctricos, electrónicos, de automóviles y de maquinarias.
Una característica significativa es que las inversiones dirigidas hacia los países en desarrollo se colocarán en su gran mayoría en nuevas instalaciones, un elemento que ven con beneplácito los expertos de la ONU. En cambio, en los países industrializados se transforman en fusiones y adquisiciones.
Las inversiones en nuevas instalaciones tienen mayores efectos en el desarrollo que las destinadas a fusiones y adquisiciones, dijo Fortín.
En cambio, las fusiones y adquisiciones crean problemas. Uno de los más importantes es su efecto en la competencia, en especial en los casos de inversiones entre países industrializados.
Las nuevas grandes compañías creadas por esas uniones de empresas afectan el nivel de competitividad y de competencia en diferentes sectores, previno el funcionario.
El informe consigna que el nivel de concentración de la producción internacional es bastante alto. Las cifras de ese rubro suministradas por la agencia de la ONU corresponden a 2002, cuando las 100 mayores empresas transnacionales controlaban 14 por ciento del total de ventas en todo el mundo.
Por la misma época, ese grupo de sociedades líderes monopolizaba 12 por ciento de los activos internacionales y 13 por ciento del empleo en la misma escala.
Se trata de un panorama de mucha concentración en que esas transnacionales controlan partes sustanciales del mercado, del empleo y de los capitales, definió Fortín.
Entre los países que muestran mayor potencialidad para atraer inversiones figuran la República Checa, Hong Kong, China e Irlanda. En cambio, otros como Japón, Tailandia o Sudáfrica no reúnen esas condiciones óptimas.
Con relación a la presencia de las transnacionales en los países en desarrollo, el informe de la Unctad acepta que la gran mayoría proviene de las naciones industrializadas.
Sin embargo, algunas compañías de los países en desarrollo han comenzado a internacionalizarse y a transnacionalizarse. Ese dato estimula la presunción de que existen condiciones para comenzar a hablar de una nueva geografía de las inversiones en el mundo.
Pero de inmediato, la Unctad descarta esa posibilidad pues el mercado de las inversiones no se asemeja al comercio, donde los países en desarrollo se han convertido en actores importantes y el comercio Sur-Sur ya representa una parte muy dinámica de la economía mundial.
No podemos hablar de una nueva geografía de las inversiones, enfatizó Fortín al presentar el informe. Noventa por ciento de las mismas todavía parte de las naciones industrializadas y una mínima fracción de 10 por ciento tiene origen en los países en desarrollo.
Por otro lado, sólo un puñado de naciones del Sur participan de ese flujo. Singapur es uno de ellos, junto con Malasia y Chile. No hay condiciones para hablar de la transnacionalización de las inversiones de los países en desarrollo, sostuvo.
Un aspecto novedoso del curso de las inversiones en los últimos años es su vuelco hacia el sector de los servicios, destino ahora de 60 por ciento de esos flujos, en comparación con casi 50 por ciento que recibía en la década de 1990.
La Unctad pronostica que esa tendencia aumentará. Las IED se habían concentrado tradicionalmente en las actividades de comercio y finanzas, pero a partir de los años 90 irrumpieron con dinamismo en otros sectores de la industria de servicios, en particular los de electricidad, gas y agua.
En el plano regional, las corrientes hacia los países en desarrollo aumentaron nueve por ciento de 2002 a 2003. En Africa el incremento fue de 12.000 millones en 2002 a 15.000 millones en 2003.
Los flujos hacia Asia y Pacífico pasaron de 95.000 millones en 2002 a 107.000 millones en 2003. En cambio, América Latina y el Caribe vivieron por cuarto año consecutivo a un descenso en el ingreso de inversiones.