El directorio ejecutivo del Grupo del Banco Mundial aprobó un plan para continuar las inversiones en proyectos de minería, gas y petróleo, en contra de las recomendaciones de una comisión independiente.
La Revisión de las Industrias Extractivas (RIE), lanzada por el Banco en 2000 y encabezada por Emil Salim, ex ministro de Ambiente de Indonesia, había recomendado en diciembre de 2003 el cese inmediato del apoyo de la institución financiera a los proyectos basados en carbón y la eliminación en cuatro años de los créditos para proyectos petroleros en países pobres.
Los 24 directores ejecutivos del Grupo del Banco Mundial, representantes de los 184 países miembros de la institución, acordaron el martes una respuesta a la RIE sujeta a una refinación de algunas disposiciones sobre reducción de la pobreza y participación local en proyectos de minería y energía, según declaró el Banco luego de la reunión.
Más importante, el directorio decidió continuar las inversiones en proyectos de gas, petróleo y minería en países en desarrollo, y sólo aumentar gradualmente su cartera de proyectos de energía renovable y eficiencia energética, aunque la RIE recomendó incrementarla en hasta 500 millones de dólares al año.
La realidad es que unos 1.600 millones de personas en los países en desarrollo todavía no cuentan con energía eléctrica, y 2.300 millones dependen todavía de combustibles de biomasa, que son perjudiciales para su salud y el ambiente, declaró a la prensa el presidente del Banco, James Wolfensohn, después de la reunión.
Esto pone de relieve la necesidad de continuar con nuevas inversiones en petróleo, gas y carbón, en forma selectiva, destacó, y agregó que el Banco se esforzará más porque esos proyectos contribuyan a la reducción de la pobreza.
Asimismo, Wolfensohn anunció que el Grupo del Banco Mundial realizará un seguimiento anual del avance hacia varios objetivos relacionados con la cartera de inversiones en industrias extractivas, entre ellos la reducción de la pobreza, la mejora de la gestión gubernamental y el aumento de la transparencia en los países receptores.
El presidente del Banco prometió también mayor participación de las comunidades locales en la elaboración y aplicación de futuros proyectos, así como un aumento aproximado de 20 por ciento en los créditos para proyectos basados en fuentes renovables de energía y de eficiencia energética en los próximos cinco años.
La reacción de organizaciones no gubernamentales (ONG), en particular las que defendieron las recomendaciones originales de la RIE, fue negativa.
Los grupos criticaron la vaguedad con que los ejecutivos del Banco trataron la cuestión de la reducción de la pobreza, que en teoría es la misión principal de la institución.
Al ignorar en gran parte las recomendaciones de la RIE, los directores del Banco aseguran la continuación de la pobreza, lamentó Keith Slack, asesor de la organización humanitaria británica Oxfam sobre industrias extractivas, en declaraciones a IPS.
La falta de disposición del Banco al cambio implica que este proceso beneficiará muy poco a las comunidades pobres afectadas por proyectos petroleros y mineros en todo el mundo. Pese a su mandato de reducir la pobreza, el Banco no ha podido demostrar que sus proyectos extractivos hayan logrado eso, agregó Slack.
La reacción de organizaciones ambientalistas fue similar.
El Banco Mundial ha ignorado las recomendaciones de la RIE y continúa con sus actividades de siempre, afirmó Jon Sohn, del grupo Amigos de la Tierra.
La RIE exigió una 'reforma extrema' en materia de energía, pero el Banco optó por unos cambios estéticos baratos. Se ha perdido una oportunidad histórica de ajustar sus créditos a su misión de aliviar la pobreza, lamentó Sohn.
Lanzada hace tres años, la RIE fue creada para ocuparse de una serie de problemas con las industrias extractivas en muchos países en desarrollo, principalmente de contaminación y atropello de los derechos de las comunidades locales.
Las ONG ambientalistas temen especialmente por el impacto de tales proyectos en el recalentamiento de la atmósfera terrestre, causante del cambio climático. (