El presidente de Argentina, Néstor Kirchner, ha cosechado en 15 meses de gestión el respeto de organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil por varias de sus medidas. Sin embargo, su errática política ambiental desorienta a los ecologistas.
¿Se trata de ignorancia o de afán desarrollista pasado de moda, que descuida el ambiente? ¿Es éste un gobierno progresista que pone en primer lugar el combate al hambre, al desempleo y a la corrupción, creyendo que la ecología puede esperar?, preguntó IPS a especialistas y activistas.
"Las respuestas genéricas del gobierno son coincidentes con nuestros puntos de vista, pero no hay señales claras ni avances concretos para traducir los gestos en acciones", explicó a IPS Silvana Buján, de la organización Bios y coordinadora de la Red Nacional de Acción Ecologista (Renace) que reúne a más de 70 entidades del país.
Buján destacó líneas subalternas del gobierno nacional y funcionarios provinciales y comunales que están realizando un buen trabajo. Por ejemplo, la Dirección de Bosques publicó un atlas que revela de manera minuciosa la desaparición de las zonas boscosas ante el avance de la frontera agrícola.
"Pero en paralelo, tenemos a un gobernador (el de la norteña provincia de Salta) que vende una reserva natural", dijo en referencia a Juan Carlos Romero, quien obtuvo el aval del Congreso provincial para lotear y subastar un área protegida en la que viven 3.000 personas.
Raúl Montenegro, de la Fundación para la Defensa del Ambiente, sostuvo que el gobierno de Kirchner "retrocedió en todos los campos" del ambiente. "Es retrógado en materia ambiental, y progresista a medias, porque avanzó en el respeto a los derechos humanos de los blancos, pero hace poco y nada por los pueblos originarios", sostuvo.
El activista describió además lo que considera "un mal crónico" del país: muchos funcionarios nacionales del área ambiental que "conocen más de costosas reuniones internacionales que de desmontes, depredación minera y sufrimiento indígena".
Para Jorge Rulli, del Grupo de Reflexión Rural, "Kirchner tiene una visión reducida" de los problemas ambientales, y las peores consecuencias del desinterés se expresan en la pérdida masiva de bosques nativos y en la degradación de la biodiversidad por la extensión del monocultivo de la soja.
"Hemos escuchado ese aserto brutal y mentiroso de que la ecología es un lujo de los que no tienen hambre, pero en realidad son ellos los que provocan el hambre con su desconocimiento de los ecosistemas", dijo Rulli a IPS.
"Argentina era el granero del mundo y ahora es una republiqueta sojera", que produce para exportación.
Entre las cuestiones más polémicas ante las que este gobierno parece no tener respuesta se encuentra ese avance rotundo del lucrativo cultivo de soja sobre bosques naturales, reservas y zonas tradicionalmente destinadas a plantaciones hortícolas, ganadería de supervivencia o producciones agroindustriales locales.
El cultivo intensivo de soja está poniendo en desequilibrio la diversidad general, afirman ecologistas y científicos en foros locales e internacionales.
Parece difícil que el endeudado Estado argentino tome medidas para desalentar una producción exportadora que le deja importantes ingresos fiscales.
"La gestión de Kirchner propicia un desarrollo decorado con la palabra sustentabilidad pero se trata de desarrollismo puro y tradicional, donde la mayoría de las decisiones tiene que ver con el corto plazo", dijo Montenegro a IPS.
"Se alienta el monocultivo de soja y el maíz transgénicos, porque las retenciones (impuestos a esas exportaciones) aportan divisas" al Estado, agregó.
Además, las críticas señalan múltiples planes de explotación de minerales, la mayoría a cielo abierto y con rechazo de habitantes locales, el impulso oficial a la energía nuclear, la luz verde a la importación de residuos radiactivos, la inacción ante el tráfico de fauna silvestre y ante prácticas nocivas como la disposición bajo tierra de residuos sólidos sin clasificar.
Las opiniones negativas comenzaron con los primeros pasos de la administración de Kirchner, en mayo del año pasado. El primer secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable, un ingeniero agrónomo que desconocía la temática, permaneció apenas unos meses en el cargo. Lo sucedió Atilio Savino, de polémicos antecedentes.
Savino fue un alto directivo de Cinturón Ecológico del Area Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse), formada durante la última dictadura militar (1976-1983) por los gobiernos de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia homónima para administrar el manejo final de los residuos sólidos de la capital y sus alrededores.
La basura es enterrada por el Ceamse en rellenos sanitarios inapropiados que, según los ambientalistas, contaminan las napas de agua, el suelo y el aire y favorecen el desarrollo de enfermedades, pues los desperdicios, sin clasificar ni tratar, se acumulan bajo tierra muy cerca de zonas pobladas.
"La designación de Savino es un retroceso de muchos años en la gestión ambiental", dijo Montenegro. "Kirchner fue indudablemente mal asesorado y nombró a una persona que estuvo a cargo de una de las mayores fábricas de contaminación de Argentina", añadió.
Poco después de estas críticas, Savino replicó que la administración de residuos es "sólo uno de los temas" de su Secretaría.
IPS intentó repetidas veces entrevistar al máximo responsable de la política ambiental. Pero sus secretarios se excusaron reiteradamente, alegando falta de tiempo para contestar preguntas, incluso por teléfono.
Savino había explicado en otras ocasiones que la energía nuclear puede ser utilizada "con los debidos controles". Y ante el reclamo de un ordenamiento territorial para definir usos y cultivos de cada zona del país, había opinado que los recursos naturales y su preservación "son responsabilidad de cada estado provincial".
En su "Manifiesto 2004", Renace expresó las opiniones más radicales al subrayar el "desinterés y la despreocupación" del gobierno "por todo lo ambiental", lo que constituye "una carencia gravísima del presidente y del sector progresista que lo apoya".
"En el siglo XXI, una propuesta política que ignora el contexto ambiental y conceptos básicos como manejo sustentable, preservación, etcétera, resulta un anacronismo", dice el documento.
Sin embargo, el texto destaca logros de la administración en el campo de los derechos humanos, y su "valentía" al enfrentar a las cúpulas de fuerzas de seguridad sospechosas de corrupción.
"La incomprensión y la ignorancia de todo lo ambiental determinan inexorablemente un pensamiento reducido, sesgado a las determinaciones económicas y a responder solo a problemas coyunturales", abundó Renace.
Para Buján, es "vergonzoso" que sean los habitantes locales y no las autoridades ambientales los que deban oponerse a la venta de una reserva natural.
La activista cuestionó que las autoridades jueguen con la posibilidad de impulsar el uso de la energía nuclear para compensar la caída de la producción de gas necesario a la generación de electricidad.
"En gobiernos anteriores sabíamos que había planes, aunque no nos gustara para donde iban. En cambio, en este gobierno notamos un tironeo impreciso y contradictorio", concluyó la coordinadora de Renace.