Un vehículo todoterreno dobla el camino y se introduce en el desierto, dejando atrás una nube de polvo. Esa nube puede provocar más adelante una tormenta del desierto. ¿Verdadero o falso?
Verdadero, dice Andrew Goudie, profesor de geografía de la Universidad de Oxford.
Muchas superficies desérticas tienen una capa protectora de liquen, arcilla, algas y guijarros, dijo Goudie a IPS. Estos elementos están asentados sobre materiales que contienen muchos sedimentos finos. Cuando los vehículos exponen el material subyacente a la fuerte acción del viento, el polvo empieza a volar, explicó.
Este fenómeno está muy extendido en áreas circundantes a grandes ciudades. Hay muchísima actividad alrededor de capitales como El Cairo y Riyad, destacó el científico, que llamó a este fenómeno toyotarización del desierto, en alusión a las camionetas de la marca japonesa Toyota.
Si se observa los desiertos desde el aire, se pueden apreciar las innumerables marcas de las ruedas, por la conducción indiscriminada sobre la superficie del desierto, dijo Goudie al Congreso Internacional de Geografía, celebrado en Glasgow del 15 al 20 de este mes. Si estuviera en mis manos, prohibiría conducir fuera de los caminos, agregó.
El uso intensivo de vehículos con tracción en la cuatro ruedas es un problema en estas situaciones particulares, aunque hay muy poca información sobre cuánto daño causan, dijo Goudie a IPS.
Sin embargo, observó, la mayor parte de las tormentas del desierto originadas en el Sahara son resultado del cambio climático y no de actividades humanas, a menos que se cuenten las actividades que contribuyen al recalentamiento del planeta.
Los vehículos todoterreno no son la causa principal del polvo procedente del centro del Sahara, sino que sólo exacerban ese problema existente en el Sahara y otros grandes desiertos, aclaró Goudie.
El Sahara es la principal fuente de polvo, dijo Goudie. Estudios científicos han demostrado que el polvo presente en la atmósfera y originario del Sahara se ha multiplicado por 10 desde fines de la década de 1940, y que hasta 3.000 millones de toneladas de polvo se lanzan al aire cada año.
Este fenómeno tiene consecuencias de gran alcance. El polvo producido por tormentas en el Sahara ha dañado arrecifes de coral en el mar Caribe, a 5.000 kilómetros de distancia, según estudios de Goudie.
Además, observó el científico, el polvo del Sahara se está volviendo visible en muchas partes del mundo. En Europa, por ejemplo, forma una neblina roja sobre los Alpes, y produce lluvia roja en Gran Bretaña, afirmó.
La presencia de grandes cantidades de polvo en la atmósfera afecta la temperatura terrestre, explicó Gaudie. Además, el polvo procedente de áreas ricas en sal, como la circundante al lago Chad, en Africa, puede dañar la producción agrícola en zonas distantes, y esto a la vez puede crear más desiertos y más polvo, advirtió.
Asimismo, personas que han aspirado polvo de la región del mar Aral, en Asia central, han experimentado graves reacciones alérgicas. Mientras, las tormentas de polvo en Estados Unidos han causado reacciones alérgicas por los pesticidas que contienen, señaló el científico.
Con frecuencia, el polvo lleva consigo microbios y sustancias químicas que pueden provocar infecciones a miles de kilómetros de su lugar de origen.
Una típica tormenta de polvo abarca un ancho de 200 kilómetros y entre 20 y 30 millones de toneladas de polvo.
Otro factor que puede contribuir a las tormentas es el sobrepastoreo. En áreas semiáridas como el estado de Rajastán, en India, la sobrepoblación y el gran número de vacas desnudan la superficie del desierto y generan tormentas de polvo, explicó Goudie. (