SIDA: Libertad de expresión a prueba en Bangkok

La libertad de expresión está a prueba en la XV Conferencia Mundial sobre Sida en la capital de Tailandia, donde los activistas apuntan contra la industria farmacéutica en sus ruidosas y coloridas protestas.

Largas colas de personas en busca de obsequios y folletos se forman frente a los pabellones de ocho grandes empresas del sector que ocupan la mitad del vestíbulo del centro de convenciones IMPACT Arena, en Bangkok.

Pero muchas otras personas se concentran día a día frente a los pabellones para protestar contra las políticas de precios y patentes de la industria.

Así sucede desde que las organizaciones de la sociedad civil se convirtieron en parte activa en las conferencias mundiales sobre sida, según Reeta Roy, vicepresidenta de Políticas Globales de la firma estadounidense Abbot Laboratories.

”Los hemos visto desde Estados Unidos”, dijo Roy, en referencia a la primera conferencia, celebrada en Atlanta en 1985. ”Pero creo que estas reuniones son, básicamente, para que contemos nuestras historias y escuchar las de todos.”

De todos modos, algunos empleados de las empresas manifiestan cierto temor ante las protestas.

Los de la compañía británica Glaxo Smith Kline, abandonaron el lunes al mediodía su pabellón de dos pisos cuando lo rodeó un grupo de activistas que cantaban ”medicamentos para todas las naciones” (”medication for every nation”).

Más de 17.000 personas —científicos, médicos, activistas, políticos y personas que viven con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida)— asisten a la conferencia que comenzó el domingo y concluirá este viernes

El presidente de la Sociedad Internacional sobre el Sida y copresidente de la conferencia, Joep Lange, exhortó a los delegados a ser abiertos a las críticas.

”Que todos sean escuchados aquí. Necesitamos fuertes debates, protestas, incorrección política, necesitamos que los hechos desagradables triunfen sobre las opiniones”, afirmó Lange.

Portavoces de las empresas se mostraron reticentes a informar a IPS cuál había sido su aporte financiero para la celebración de la conferencia, pues, aseguraron, era más importante par ellos promocionar sus productos y programas.

El programa de la reunión califica a esas firmas multinacionales de ”patrocinantes preferenciales”.

”Necesitamos, obviamente, ayuda para financiar la conferencia”, dijo Craig McClure, representante de la Sociedad Internacional sobre el Sida en el equipo organizador.

”Pero no invitamos a las empresas aquí sólo porque tienen dinero o para que puedan promocionar sus productos, sino para que se refieran al aspecto filantrópico de su labor”, sostuvo McClure. El activista aseguró que las compañías también financiaron algunas teleconferencias.

Konji Sebati, directora médica de asuntos corporativos de la empresa estadounidense Pfizer, dijo que las compañías farmacéuticas no pretenden hacer una demostración de fuerza sino ”estar con los competidores y saber qué están haciendo”.

Al igual que las organizaciones no gubernamentales y las instituciones académicas, la industria farmacéutica forma redes y defiende intereses comunes en materia de diagnóstico y de producción, agregó Sebati.

Pero la gran presencia del sector sirve, según los críticos, como recordatorio de las tareas pendientes en materia de acceso a los medicamentos.

El activista Lotha Abemo, que colabora con el pabellón de personas que viven con VIH en India, dijo que la industria aún no ha hecho mucho en materia de reducción de costos de las terapias antirretrovirales, que matan al virus o inhiben su reproducción en el organismo.

”Los activistas tienen razón: hemos hablado sobre el acceso, pero no lo hemos facilitado”, dijo Abemo, quien mencionó como un ejemplo el programa de medicamentos genéricos de su país.

India fabrica por sus propios medios, desde 1997, medicamentos genéricos para las personas que viven con VIH. Desde abril, el gobierno también entrega gratis medicamentos a pacientes de seis estados.

El ejemplo de India debe ser seguido por otros países, dijo la médica Rossana Ditangco, de Filipinas, país donde se inició un programa similar a pesar del lento desarrollo de la epidemia.

Todos esperan que la industria farmacéutica reduzca sus costos, según Ditangco. Esa, dijo, es la única solución, ”pero no la vislumbro en el horizonte”.

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