CIENCIA-URUGUAY: De la revolución a la lucha contra el Alzheimer

En 1972, el estudiante uruguayo de quinto año de medicina Henry Engler fue detenido por las autoridades de su país. Tenía 25 años y era uno de los líderes del guerrillero Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Permaneció 13 años encarcelado en condiciones infrahumanas, que lo llevaron a perder la razón.

Treinta y dos años más tarde, graduado como médico en Suecia, es un reputado investigador de la Universidad de Uppsala. Engler y un grupo de colegas suecos y de la Universidad estadounidense de Pittsburgh, hallaron un método de diagnóstico precoz del mal de Alzheimer con potencial para revolucionar el tratamiento de esa enfermedad.

Noticias que circularon en la prensa mundial en los últimos meses aseguraban que el equipo de Engler podía ser postulado para el premio Nobel de Medicina de este año. Pero el científico negó esa posibilidad, preocupado "por la expectativa que se crea en el Uruguay y por el temor de que todo termine en una decepción".

"No ha sido más que un rumor. Pero, en todo caso, lo más importante no es el premio Nobel, que puede no venir; lo realmente importante es que consigamos parar el Alzheimer", dijo en entrevista telefónica con IPS.

Pese a su total dedicación a la ciencia, Engler se rehusó a asistir a la Conferencia Mundial sobre Alzheimer, celebrada este mes en Estados Unidos, como protesta por la "flagrante violación de los derechos humanos cometidos por las fuerzas de ese país contra seres humanos".

En una carta pública al director de la conferencia en la que expresó "profundo respeto" por los 5.000 colegas que participarían en el encuentro, el investigador uruguayo admitió que "la batalla contra las enfermedades debe estar por encima de los partidos políticos".

Pero, observó, la guerra que Estados Unidos llevó a cabo contra Iraq "no se trata de posturas políticas sino de un dilema ético, el dilema de elegir entre la vida y la muerte, entre la civilización y la barbarie", por lo que "el solo pensamiento de poner mi pie en suelo norteamericano en este momento me produce un sentimiento de aversión y rechazo total".

Liberado en 1985 por una ley de amnistía aprobada en su país tras la restauración democrática, Engler se sumó al Movimiento por la Tierra y contra la Pobreza, conducido por el máximo líder tuparamo Raúl Sendic, muerto en 1989. "Durante los últimos meses en la prisión ya había estado algún tiempo con Sendic y fue con él que superé el delirio que estaba sufriendo", relató.

Poco después, Engler recibió una invitación para visitar Suecia por un mes. Allí conoció a su actual esposa y se instaló definitivamente.

En Suecia "no quería estudiar medicina porque me exigían que empezara todo de nuevo, desde el primer año, de modo que me hice limpiador. Después abrí un quiosco en el que vendía empanadas y así me iba manteniendo, hasta que acabé por decidirme a estudiar medicina de nuevo. Empecé primer año a los 42 años y me gradué a los 48, en 1995", relató.

Lo primero que hizo tras diplomarse fue convocar a otros colegas y crear un centro para el tratamiento de pacientes jóvenes con mal de Parkinson, en el que trató enfermos de entre 16 y 55 años. Pronto se dedicó a estudiar neurología.

Por sus conocimientos de informática, se fue aproximando a un grupo de investigadores que trabajaba con el método diagnóstico de la tomografía, vinculado al premio Nobel de Medicina Arvid Carlsson y a uno de sus colaboradores, Joakim Tedroff. Cuando Tedroff se retiró, Engler ocupó su lugar y se especializó en medicina nuclear.

"Empecé a trabajar en imagenología, investigando marcadores de sustancias que permiten literalmente 'ver' el funcionamiento del cerebro. Después desarrollé un método para el diagnóstico de la enfermedad de Creutzfeld-Jacob", otro mal degenerativo del cerebro, explicó a IPS.

A partir de esos trabajos, basados en la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) Engler obtuvo junto con científicos de Pittsburgh una sustancia marcadora radiactiva que permitió detectar por primera vez las proteínas características del mal de Alzheimer.

La técnica funciona adhiriendo el marcador radiactivo a las proteínas, conocidas como placas de amiloide, que se encuentran en el cerebro de las personas que padecen Alzheimer. Una vez que las proteínas han sido "marcadas" pueden verse mediante una sofisticada máquina de PET.

El método permitiría un diagnóstico muy precoz del Alzheimer, antes de que la enfermedad de desarrolle, y descartar su presencia en pacientes con síntomas como pérdida de memoria. También sería muy útil para comprobar la efectividad de nuevas curas farmacológicas, como vacunas y medicamentos.

Esta nueva forma de diagnóstico puede ser útil para estudiar otras enfermedades graves, como demencias y cáncer.

"Estuve en la Conferencia sobre Alzheimer que se hizo en Estocolmo en 2002, que fue como una explosión: en la misma semana la revista (científica) Science publicó un extenso artículo sobre nuestro trabajo y la (cadena de radio y televisión británica) BBC hizo también muchas notas sobre el tema", contó.

La técnica de diagnóstico fue premiada en Francia y España.

"Todo esto despertó un enorme interés en el ámbito internacional, pero para pensar en un premio Nobel tendríamos que demostrar que el método es tan bueno como parece ser. Yo creo firmemente que lo es, pero todavía faltan algunos pasos para demostrarlo con el rigor que la ciencia requiere", explicó Engler antes de despedirse para viajar a Madrid.

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