El fogoso dirigente estudiantil maoísta de la Universidad de Lisboa José Manuel Durão Barroso no imaginó, en los conturbados años de la revolución portuguesa, que tres décadas más tarde asumiría la presidencia de la Comisión de la Unión Europea (UE), un bloque dominado por partidos conservadores.
La bitácora política del líder de la derecha portuguesa, ahora de 48 años, se inició en la revolución militar izquierdista de 1974, como responsable estudiantil del Movimiento de Renovación del Partido del Proletariado/Partido Comunista Portugués-Marxista Leninista (MRPP/PCP-ML).
Un largo nombre para una minúscula organización maoísta que tildaba al resto de la izquierda de revisionista, social-fascista y vendida al imperialismo.
En la biografía oficial del ahora primer ministro de Portugal, ese período de sarampión revolucionario fue cancelado.
Tras una breve mención (inició su actividad política muy joven, aun antes del 25 de abril de 1974), seis años de su vida política fueron omitidos del documento oficial, que pasa directamente a informar de su ingreso en 1980 al Partido Socialdemócrata (PSD), conservador pese a su nombre.
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La larga marcha política de Durão Barroso, que se inició con la lectura del Libro Rojo durante los años de la revolución cultural china de Mao Tse Tung, concluyó en marzo del año pasado, en la cumbre de Azores, escenario de la declaración de guerra de Estados Unidos contra el régimen iraquí de Saddam Hussein (1979-2003).
En ese archipiélago portugués sobre el océano Atlántico, junto al primer ministro británico Tony Blair y al entonces jefe del gobierno español José María Aznar, Durão Barroso se afirmó como otro de los amigos europeos del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, con los que éste podía contar sin reservas para invadir Iraq.
Pero Durão Barroso no apareció en las fotos de familia de esa cumbre y, según la oposición local, jugó el papel de mayordomo.
En la elección de Durão Barroso para presidir la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE), no sólo pesó su pertenencia a la dominante familia del Partido Popular Europeo (PPE), sino su probado atlantismo (léase buen vínculo con Washington), en momentos en que el bloque intenta recomponer relaciones con la administración Bush, señalan varios análisis.
Portugal es (junto a Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda e Italia) uno de los aliados fieles de Estados Unidos en la UE.
Esa alianza -a la que también pertenecía España hasta la asunción en mayo de un nuevo gobierno- fue impulsada por Durão Barroso desde la cumbre de Azores contra viento y marea, mientras encuestas realizadas por la insospechable Universidad Católica indicaban un rechazo popular portugués de 87 por ciento a la guerra contra Iraq.
Además, el resto del bloque europeo, entonces de 15 países, encabezado por Francia y Alemania e integrado también por Austria, Bélgica, Finlandia, Grecia, Irlanda, Luxemburgo y Suecia, se opuso a la solución militar estadounidense-británica.
En la declaración de guerra a Iraq, el papel de Durão Barroso, según la analista portuguesa Teresa de Sousa, fue más que el de un simple anfitrión, porque la preocupación principal de la diplomacia portuguesa fue la de impedir que la Declaración de Azores fuera leída como un gesto de hostilidad hacia el resto de los europeos.
Entre su ingreso al PSD en 1980 y la culminación de su recorrido ideológico en 2003 en Azores, Durão Barroso acumuló una vasta experiencia internacional.
Comenzó como secretario de Estado (viceministro) de Relaciones Exteriores entre 1987 y 1992, cargo desde el que logró poner fin a la primera guerra civil de Angola (1975-1990), con el acuerdo de paz firmado en mayo de 1990 en la aldea portuguesa de Bissese.
En 1992, el entonces primer ministro Aníbal Cavaco e Silva lo ascendió a canciller hasta que su partido fue derrotado por los socialistas en 1995. Regresó al primer plano de la política en 1999, cuando fue escogido presidente del PSD y su figura se vio reforzada al ganar las elecciones legislativas de abril de 2002 .
Sin embargo, ese triunfo que le permitió desplazar a los socialistas del gobierno, no le abrió automáticamente las puertas del poder, ya que solo obtuvo una mayoría relativa.
Para ocupar el palacio de São Bento, residencia oficial del primer ministro, concertó una alianza con el Centro Democrático Social, expulsado cinco años atrás del PPE, debido a sus posturas antieuropeas de derecha nacionalista, y cuyo líder, el actual ministro de Defensa Paulo Portas, encabezó una furiosa campaña contra Cavaco e Silva.
Las reacciones ante el nombramiento de Durão Barroso como nuevo señor Europa fueron coincidentes, desde el evidente consenso de los gobernantes, hasta los análisis de medios de comunicación influyentes como los británicos Times y BBC-Edición Internacional, y el francés Le Monde.
Sin embargo, este último no dejó de hacer hincapié en que Durão Barroso fue la tercera opción de la UE, ampliada desde el 1 de mayo a 25 integrantes.
El primer ministro de Portugal aparece como el mínimo común denominador, después del retiro del inglés Chris Patten y del belga Guy Verhofstadt, este último candidato de París y de Berlín, rechazado por Gran Bretaña y por Italia, recordó Le Monde.
La estatal radio y televisión británica BBC subrayó que Durão Barroso es un europeísta convencido, ducho en varias lenguas (inglés, francés y castellano) y visto como uno de los pocos líderes capaces de contar con el apoyo de los 25 Estados miembros de la UE.
El nombramiento de Durão Barroso fue anunciado este martes en una reunión cumbre especial en Bruselas. Luego, deberá pasar por la aprobación del Parlamento Europeo, que sesionará en julio, donde se descuenta tendrá respaldos suficientes.
El gobernante portugués sucederá así desde el 1 de noviembre al italiano Romano Prodi, quien permaneció al frente de la Comisión Europea desde septiembre de 1999.
Mientras, a la población de Portugal, habituada a su sino de país periférico, le cuesta convertirse de pronto en centro de atención mundial.
A la gran visibilidad internacional por ser sede de la Eurocopa de Fútbol 2004, que concluye este domingo, se suma un portugués que se trasladará a Bruselas para presidir los destinos de la primera potencia económica del mundo.