Ante la gravedad de la crisis que amenaza a dos millones de personas en la noroccidental región sudanesa de Darfur, los gobiernos ponen el acento en la premura de la ayuda humanitaria, mientras las organizaciones no gubernamentales reclaman también urgente protección a los civiles.
Algunos expertos estiman que, en el mejor escenario, más de 300.000 personas morirán por la violencia o la hambruna.
La no gubernamental Amnistía Internacional (AI), agencia líder en materia humanitaria con sede en Londres, responsabiliza a las Janjawid, milicias apoyadas por las Fuerzas Armadas de Sudán, de las violaciones masivas de derechos humanos contra la población civil de Darfur.
Mientras, Human Rights Watch (HRW, con sede en Estados Unidos) sostiene que en Darfur se está perpetrando una campaña de limpieza étnica promovida por el gobierno de Sudán, contra tres comunidades radicadas en la zona.
El resultado de esas persecuciones deja en situación de riesgo grave a unos dos millones de personas, una tercera parte de la población total de Darfur, resumió la oficina de ayuda humanitaria de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la Unión Europea), conocida por sus siglas en inglés ECHO.
Entre 750.000 y un millón de desplazados internos deambulan por Sudán (país de más de 32 millones de habitantes) y otros 110.000 han cruzado la frontera hacia Chad en condición de refugiados, dijo a los periodistas Constanza Adinolfi, directora de ECHO.
Los investigadores de AI establecieron que los desplazamientos forzados de comunidades rurales de Darfur son provocados por una acción sistemática y bien organizada de saqueos y destrucción de las aldeas, dijo Liz Hodgkin, representante de la organización.
En Darfur no se asiste a un simple problema de cierto tipo de espontáneo conflicto étnico, advirtió el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth.
Al contrario, el gobierno de Jartum respalda las atrocidades étnicas con el propósito de limpiar la región de tres grupos étnicos de origen africano, dijo Roth.
HRW sostuvo que las comunidades africanas no árabes de los pueblos fur, masaalit y zaghawa, en su mayoría agricultores sedentarios, son blanco de los ataques de unos 20.000 janjawid, milicianos originarios de tribus árabes nómadas, que son armados y uniformados por el gobierno sudanés.
La composición étnica de Sudán es muy compleja, con más de 500 grupos, algunos de ascendencia árabe sobre todo en el norte y centro del país. El gobierno central está controlado por sectores árabes musulmanes.
El ángulo humanitario del problema fue examinado este jueves en Ginebra durante una reunión de delegados de países donantes con funcionarios del sistema internacional. Todos los expertos coincidieron en que Darfur representa actualmente la crisis humanitaria más grave en el mundo.
El coordinador de la ayuda de urgencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Jan Egeland, estimó en 236 millones de dólares las contribuciones requeridas en lo que resta de este año para atender necesidades perentorias de las comunidades de Darfur y de los refugiados en Chad.
Esos fondos se destinarían a alimentos, salud, albergue, agricultura, agua potable y saneamiento, además de educación y protección de los derechos humanos de las poblaciones afectadas.
Egeland identificó entre los afectados a más de un millón de desplazados internos, a cerca de 100.000 personas que acogen a esos grupos y a unos 150.000 refugiados que abandonaron Sudán para buscar amparo en Chad.
Otros 700.000 u 800.000 se sumarán a fines de este año a la población severamente dañada por el conflicto, vaticinó el funcionario de la ONU.
Una perspectiva más sombría describió el administrador de la agencia de desarrollo internacional de Estados Unidos, Andrew Natsios. Aun en el mejor de los casos, bajo condiciones óptimas, podríamos asistir a la muerte de unas 320.000 personas, dijo el representante de Washington.
Y si las circunstancias no son favorables, la cantidad de muertos será superior, dijo Natsios.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, había advertido en abril a la Comisión de Derechos Humanos del foro mundial que en Darfur se incubaba el peligro de un nuevo genocidio, como el ocurrido una década atrás en Ruanda.
Egeland observó que la situación puede complicarse en las próximas semanas, cuando comience la estación de las lluvias en la región noroccidental.
Otro obstáculo proviene de las trabas que opone Jartum a la acción de organizaciones internacionales y agencias no gubernamentales, dijo James Morris, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos.
Para impedir que la hambruna se extienda, necesitamos sin demora que el gobierno levante las restricciones que impiden la actividad de varias organizaciones no gubernamentales, precisó Morris. La única agencia independiente que ha recibido autorización para actuar en el país es la británica Oxfam, aclaró.
Las organizaciones internacionales y los gobiernos donantes reclaman que las autoridades sudanesas garanticen un clima de seguridad en el país.
Eso significa que el gobierno tendrá que trabajar con mayor firmeza para controlar y desarmar a las milicias Janjawid y detener la violencia, conminó Morris.
En la reunión de donantes y organismos internacionales, Natsios anunció que Washington aportará 188,5 millones de dólares a la acción humanitaria en Darfur, suma que será entregada durante los próximos 18 meses, aclaró.