Uganda recibirá más de 90 millones de dólares este año de Estados Unidos para prevenir y tratar el VIH/sida. Pero activistas rechazan la preferencia de Washington por programas basados en la abstinencia sexual a otras alternativas de prevención.
Poner énfasis en la abstinencia es irreal en el contexto africano, donde la subordinación de las mujeres les impide en muchos casos negarse a las relaciones sexuales, advierten los activistas.
Los fondos forman parte del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR, por sus siglas en inglés), un programa quinquenal de Estados Unidos que invertirá 9.000 millones de dólares en programas de prevención y tratamiento del VIH/sida en 14 países de Africa y el Caribe.
Según el gobierno de George W. Bush, esos países represesentan 70 por ciento de la población infectada con el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) en ambas regiones.
Bush propuso el plan en enero de 2003, pero la primera ronda de donaciones sólo fue anunciada en febrero de este año. La asignación de Uganda es la mayor de todos los países beneficiarios, aunque su tasa de infección por VIH es una de las más bajas de Africa.
Según el Ministerio de Salud de Uganda, actualmente la prevalencia de VIH se sitúa en seis por ciento, frente a 20 por ciento a principios de la década de 1990.
Aunque PEPFAR no restringe los fondos estadounidenses a programas basados en la abstinencia, identifica como prioridad la prevención del sida mediante la abstinencia y los cambios de conducta.
Un oficial de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) dijo a IPS que la administración de Bush permite la utilización de fondos del PEPFAR para la compra de condones, pero prefiere que éstos sean distribuidos entre grupos de alto riesgo, como las prostitutas, y no entre la población general.
Los siguientes extractos de un informe del PEPFAR son reveladores en ese sentido. La experiencia de Tailandia sugiere que el uso del condón es importante para reducir el riesgo, pero no lo elimina, dice el documento, y agrega que se apoyarán programas de distribución de condones para poblaciones de alto riesgo.
Hasta la fecha, se han desembolsado 37 millones de dólares del programa estadounidense en 20 organizaciones de este país de Africa oriental. (PEPFAR apoyará en total a unos 200 grupos locales e internacionales mediante donaciones directas e indirectas).
Cerca de un tercio de los fondos están destinados a programas que tienen algún componente de prevención. Diez millones se asignaron al Programa Distrital Modelo Integrado contra el Sida, que distribuirá condones a 260.000 personas y extenderá su campaña general de prevención a dos millones. Uganda tiene 25 millones de habitantes.
Pero varios grupos activistas advirtieron que el énfasis en la abstinencia no es realista en Africa, debido a que la dependencia financiera de las mujeres les impide en muchos casos rehusar relaciones sexuales.
Muchas mujeres africanas no conocen sus derechos. Muy pocas pueden decir no a un hombre, en especial en comunidades pobres como la nuestra. Aquí, 100 por ciento de las mujeres dependen de los hombres para sobrevivir, afirmó Francis Mbaziira, director ejecutivo de Kamwokya Christian Caring Community (KCCC), un grupo religioso que recibe fondos del PEPFAR a través del grupo estadounidense Catholic Relief Services.
Establecido en el asentamiento precario de Kamwokya, en las afueras de Kampala, la capital ugandesa, KCCC ofrece microcréditos para viudas, y clínicas y hogares para huérfanos del sida, entre otros servicios. Gracias a PEPFAR, el grupo comenzó a distribuir drogas antirretrovirales gratuitas a 500 personas este mes.
Como organización católica, KCCC no ofrece condones en sus programas de prevención y asesoramiento ni en su clínica de Kamwokya, que atiende a unas 4.000 personas. Si la gente pregunta, los voluntarios les informan dónde pueden obtener condones, pero el grupo no considera que éstos sean la respuesta contra el sida, sino que se concentra en la abstinencia y la fidelidad marital.
No estamos aquí para impedir que la gente use condones, sino para decirles la verdad y ayudarles a tomar sus propias decisiones, dijo Mbaziira a IPS.
Sin embargo, admitió que no es fácil. Lo de la abstinencia es muy difícil. Intentamos todos los medios. Sabemos que hay personas que no pueden abstenerse, por lo tanto no podemos limitarnos a una sola estrategia, declaró.
Organizaciones nacionales como la Organización de Servicios contra el Sida distribuyen condones gratuitamente. Un paquete con tres profilácticos marca Lifeguard cuesta el equivalente a unos 25 dólares en comercios, mientras 36 por ciento de los ugandeses viven con menos de un dólar al día, según cifras oficiales.
El uso de condones fue un pilar de la campaña de Uganda para reducir la incidencia del sida en la última década, junto con la abstinencia y la fidelidad.
La organización no gubernamental estadounidense Health GAP está preocupada por la renuencia del KCCC e instituciones similares a distribuir condones, incluso a hombres infectados con el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida).
Bush quiere enviar un cuerpo ampliado de organizaciones religiosas para trabajar en Africa, alentándolas a cuestionar los condones, condenar los abortos y predicar sólo la abstinencia, lamentó Brooke Bayer, de Health GAP. Cabe señalar que no todos los grupos religiosos rechazan el uso de condones.
Un informe publicado en 2003 por la organización estadounidense de derechos humanos Human Rights Watch, Just die quietly (Sólo mueran en silencio), sostiene que la violación marital y la violencia doméstica contribuyen a propagar el VIH en Uganda, y esto coloca un signo de interrogación sobre la fidelidad como camino seguro para la mujer.
Las mujeres casadas son ahora uno de los grupos con más alto riesgo de contraer el sida, sostiene el informe.
Aunque el PEPFAR reconoce el vínculo entre la violencia contra la mujer y la epidemia de sida, ninguna de las organizaciones que recibieron fondos del programa en la primera ronda se ocupa de ese problema. (