Venezuela renunció a producir orimulsión, un sustituto del carbón para alimentar plantas eléctricas que se empleó con éxito en el Norte industrializado y destacó en la cesta de combustibles con la que este país buscó asociarse a importantes economías emergentes, como China. India, Brasil y Corea del Sur.
"No se hará más. Era un pésimo negocio y debemos acabar con este tipo de proyectos, sentenció el ministro venezolano de Energía, Rafael Ramírez.
Empero, el presidente Hugo Chávez había promocionado esa variedad de combustible fósil durante largas giras por Europa y Asia en 1999 y 2000, además de firmar en abril de 2001 un acuerdo con su par de China, Jiang Zemin, para producir en Venezuela 6,5 millones de toneladas anuales del combustible, que el país asiático quería emplear en termoeléctricas y acerías.
En junio de 2003, el gigante estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) presentó la orimulsión como una estrella a 400 empresarios congregados en la meridional ciudad estadounidense de Houston, la capital mundial del petróleo, y en agosto pactó con un consorcio de Corea del Sur producir y suministrar a ese país otras 6,5 millones de toneladas anuales.
Pero desde a partir de septiembre se comenzó a dar un giro de 180 grados. "La orimulsión no rinde, dijo el presidente de Pdvsa, Alí Rodríguez, y Ramírez comenzó a explicar que "es un mal negocio para Venezuela, pues apenas puede ser vendida a cuatro dólares el barril de 159 litros, mientras otros petróleos venezolanos se venden hasta en 30 dólares.
¿Qué pasó para que se diera ese cambio? Un estudio de fines de 2003 del experto Bernard Mommer, director de la filial británica de Pdvsa, estableció que el Estado perdía hasta 600 millones de dólares anuales por utilizar crudos extrapesados para la manufactura de orimulsión, en vez de usarlos para mezclas con livianos que produjesen crudos sintéticos más rentables.
Ramírez precisó que el año pasado, al vender el barril de orimulsión a 4,60 dólares, Venezuela perdió 12,30 dólares por unidad frente al valor que podía haber cobrado por cada barril de superpesado que hubiese mezclado con otros crudos.
La orimulsión "no es una operación extremadamente rentable, pero es una manera de producir dólares con nuestra moneda devaluada, porque casi todos sus costos de elaboración requieren inversiones en bolívares, comentó a IPS el ex ministro de Energía y ex presidente de Pdvsa Humberto Calderón.
Además, dijo Calderón, la orimulsión "se elabora a partir de hidrocarburos muy pesados, de los que tenemos cuantiosas reservas y para las que se abren, por esa vía, ventanas de oportunidad en los mercados.
A su vez, Xavier Grisanti, presidente de la Asociación Venezolana de Hidrocarburos, de empresas transnacionales, señaló a IPS que sus "depósitos de extrapesados son tan grandes que sólo una de las muchas oportunidades de negocios se desarrolla con la orimulsión. Lo mejor sería aprovecharlas todas.
Según Mommer, la decisión de extraer petróleo superpesado y venderlo a precios de carbón fue parte de una estrategia impulsada por la Agencia Internacional de Energía (de los países industrializados) para que Venezuela quedase en situación de producir más crudo y de esa manera contribuir a inundar el mercado, en detrimento de las políticas de contención de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Por el contrario, Víctor Poleo, profesor de economía petrolera en la Universidad Central, estima que "más bien la decisión de abortar la orimulsión fue gestada en Washington y ejecutada por Caracas, porque Estados Unidos, al igual que Alemania y Gran Bretaña, querían desprenderse de un competidor para sus existencias de carbón.
Para mejorar su ingreso, "Venezuela debió rediseñar su esquema fiscal, no cerrar una opción de futuro, porque los mercados eléctricos mundiales son estables y crecientes, además de que "la orimulsión tiene un valor geopolítico, por la posibilidad de llevar electricidad subsidiada a los países del Sur, comentó Poleo a IPS.
La orimulsión, un producto desarrollado por técnicos venezolanos a fines de los años 80, combina dos partes de crudo extrapesado, de menos de 10 grados API (American Petroleum Institute), es decir, casi un carbón, y una parte de agua, más aditivos surfactantes para permitir el transporte de la mezcla.
La emulsión fue probada con éxito en docenas de termoeléctricas de América, Europa y Asia, y resultó más barata, de mayor poder calórico y más limpia que el carbón.
A mediados de los años 90, las autoridades ambientales de la Unión Europea y de Canadá dieron luz verde a la orimulsión, mientras que en Estados Unidos hicieron objeciones proteccionistas defensores de otros energéticos, críticos de que las plantas empleasen un combustible que se producía en un solo país.
Más que por razones de patente, la orimulsión sólo puede producirse en Venezuela en volúmenes comercialmente importantes, porque se elabora con crudos extrapesados de los que 90 por ciento de las existencias del planeta están en el subsuelo de la llamada Faja del Orinoco, en el sudeste venezolano.
La Faja, al norte del bajo río Orinoco, se extiende por 65.000 kilómetros cuadrados y contiene 1,2 billones de barriles de hidrocarburos, especialmente crudos muy pesados, aunque también bitúmenes (sólidos) y crudos convencionales.
Con las tecnologías conocidas (reservas probables) son explotables unos 270.000 millones de barriles, es decir, un volumen similar al de las reservas de Arabia Saudita, aunque la infraestructura disponible sólo permite considerar como reservas probadas, que se pueden extraer en la actualidad, unos 37.000 millones de barriles.
Pdvsa desarrolló en la Faja un módulo para producir cinco millones de toneladas anuales de orimulsión, término que unió las palabras Orinoco y emulsión, y creó una filial para el área, Bitúmenes del Orinoco (Bitor), que ahora será cerrada. El proyecto tuvo hasta 1994 un costo de 1.000 millones de dólares, según Mommer.
Desde hace unos 15 años, Bitor vendió entre tres y cuatro millones de toneladas anuales a clientes en Canadá, Europa (Gran Bretaña, Italia, Dinamarca y Lituania, entre otros), Japón, China y Corea del Sur, además de pruebas realizadas en Brasil, Estados Unidos, India y otros países, que cifraron esperanzas en el nuevo combustible.
Los proyectos iniciales apuntaban a producir a mediados de esta década entre 20 y 30 millones de toneladas anuales de orimulsión, con una elaboración creciente a base de módulos hasta llegar a un estimado de 60 millones de toneladas al año.
Los últimos precios conocidos bordeaban los 45 dólares por tonelada, es decir, entre siete y ocho dólares por barril de crudo empleado en la emulsión. Poleo destacó que Bitor reportó ganancias por 200 millones de dólares en 2002.
Pero, según Mommer, al aplicársele impuestos como actividad minera (carbón) y no de hidrocarburos, el aporte fiscal de cada barril de crudo usado para orimulsión es de 64 centavos de dólar, mientras que el mismo petróleo rinde al Tesoro entre 3,60 y 8,80 dólares por barril si va a otros destinos, en programas de mezclas o mejoramiento.
Con criterios fiscalistas "se está desconociendo un logro tecnológico nacional y nos minimiza opciones de futuro, deploró Poleo, del grupo de estudios Soberanía.
Uno de los clientes, la empresa de electricidad de New Brunswick (este de Canadá) ha presentado querella contra Pdvsa por 1.000 millones de dólares en tribunales de Nueva York.