Una sociedad libre de mutilación genital femenina parece algo muy distante en la cuenca del Nilo después que un grupo feminista acusó a personal médico de realizar esa práctica, que atenta contra la integridad física de niñas y mujeres.
Los activistas realizaron la denuncia esta semana en Nairobi, la capital de Kenia, tras un encuentro de ex practicantes de la llamada ”circuncisión femenina”, organizado por el grupo de defensa de los derechos de la mujer Equality Now (Igualdad ya), con sede en Nueva York.
La reunión de dos días contó con participantes de Africa oriental y occidental, que incluyen zonas donde hasta 90 por ciento de las niñas y adolescentes son mutiladas.
”Existe una medicalización de la mutilación genital femenina en la región, y esto obstaculiza los esfuerzos por eliminar gradualmente esa práctica”, afirmó en una conferencia de prensa Efua Dorkenoo, activista y funcionaria de salud pública de Ghana.
Según Equality Now, más de 130 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sido sometidas a la mutilación genital femenina, en su gran mayoría en Africa. La operación consiste en la extirpación total o parcial del clítoris, en general sin anestesia y en pésimas condiciones sanitarias.
En algunas regiones, también se practica la infibulación, que consiste en cercenar los labios menores y mayores y suturar el orificio vaginal, dejando apenas una pequeña apertura para la salida del flujo menstrual. En el primer coito, esa sutura es desgarrada.
La práctica prevalece en países de la cuenca del Nilo como Egipto, donde 97 por ciento de las mujeres casadas de 15 a 49 años fueron mutiladas, según un estudio de 1995.
Muchos líderes religiosos insisten en que la doctrina no exige la mutilación genital femenina. Líderes cristianos condenan la práctica de plano, mientras autoridades islámicas dejan lugar a la interpretación de los textos sagrados.
Buena parte de las mujeres mutiladas padecen fusión labial, quistes y dolor durante el coito, problemas que suelen permanecer sin diagnóstico ni tratamiento durante años. Además, muchas niñas mueren poco después del procedimiento debido a hemorragias incontrolables o infecciones.
El procedimiento se practica en general en niñas de cuatro a ocho años, y en algunos casos está asociado con la iniciación a la adultez. La mayoría de las mutilaciones son realizadas por parteras tradicionales y ”barberos de la salud”, con instrumentos toscos y sin anestesia.
Pero en Egipto, Sudán y Kenia, hay médicos y personal de salud pública especializados en esta práctica, afirmó el lunes Dorkenoo, quien realiza una investigación en la región para actualizar un libro sobre la mutilación genital femenina que escribió hace 10 años, titulado ”Cutting the rose” (Cortando la rosa).
”En estos países, numerosos médicos, parteras y otros trabajadores de la salud mutilan a las mujeres y niñas en sus centros de salud”, dijo la activista a IPS, después de la conferencia de prensa.
La mutilación genital femenina está prohibida por ley en Kenia. Sin embargo, la práctica está muy arraigada en la sociedad y se ha transformado en una buena fuente de ingresos para algunos médicos.
Las familias prósperas llevan a sus hijas a someterse a la operación en clínicas y centros médicos, que tienen un ambiente más higiénico.
Los activistas temen que la reducción del riesgo de infección y la ”respetabilidad” relacionada con un entorno médico obstaculice los esfuerzos por erradicar la práctica.
Autoridades de Kenia cuestionaron las conclusiones de Dorkenoo.
”He escuchado esas acusaciones antes”, pero no se ha encontrado a ningún trabajador de la salud practicando la mutilación, declaró Josephine Kibaru, directora de Servicios de Salud Reproductiva del Ministerio de Salud, en entrevista con IPS.
James Nyikal, director de servicios médicos, expresó una opinión similar. ”Por lo que sé, el personal médico no practica la mutilación genital femenina en Kenia. Me gustaría obtener más información sobre esto”, dijo.
Según Equality Now, la mutilación genital femenina se practica al menos en 28 países africanos. De éstos, 14 aprobaron leyes para prohibir la práctica, pero esto no resulta suficiente.
”Tener leyes es una cosa, y aplicarlas es otra. Sí, la mitad de los países que practican la mutilación en Africa aprobaron leyes, pero no las aplican. Si lo hicieran, el problema se reduciría en gran medida”, declaró Taina Bien-Aime, directora ejecutiva de Equality Now.