El político iraquí Ahmed Chalabi, alguna vez favorito de Estados Unidos para reemplazar a Saddam Hussein en Iraq y ahora acusado de pasar información secreta a Irán, conservará su influencia política pese a haber caído en desgracia con Washington, pronosticaron observadores iraníes.
"Los políticos de Medio Oriente no salen de escena por una o dos acusaciones”, señaló Sadeq Tatatabaee, ex portavoz del primer gobierno posterior a la Revolución Islámica (1979) en Irán, en entrevista con IPS.
Ebrahim Yazdi, el primer canciller de la post-revolución, también cree que Chalabi demostrará su capacidad de permanencia.
"Estuvo profundamente involucrado en la transferencia de poder en Iraq, y ese tipo de mediadores políticos permanecen en la escena política. Esta clase de acusaciones sobre filtraciones de inteligencia, verdaderas o no, son normales en cualquier régimen posterior a una tiranía”, opinó Yazdi.
Chalabi, un banquero condenado en Jordania por fraude y malversación de fondos, es el jefe del Congreso Nacional Iraquí (CNI), un partido que se opuso al régimen de Saddam Hussein desde el exilio.
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La ruptura de Chalabi con Washington se hizo evidente el pasado 20 de mayo, cuando fuerzas estadounidenses y policías iraquíes irrumpieron en su residencia y en las oficinas del CNI en Bagdad, se incautaron de archivos y computadoras y detuvieron a colaboradores del líder iraquí.
Poco después, Chalabi acusó a la Autoridad Provisional de la Coalición encabezada por Estados Unidos de atacarlo por razones políticas, porque él pretendía la liberación y soberanía inmediata para el pueblo iraquí y se oponía a los planes de Washington de transferir la soberanía el 30 de este mes. Además, acusó a las autoridades de la coalición de tratar "de mala manera” a los iraquíes.
Antes de la redada, el Pentágono (Departamento de Estado de Estados Unidos) había decidido suspender la subvención de casi 350.000 dólares mensuales para el CNI.
El Departamento de Estado estadounidense negó en aquel entonces razones políticas para la incursión en la casa y las oficinas de Chalabi, y alegó en cambio motivos "legales y de investigación”.
Pero ahora, funcionarios de inteligencia estadounidenses acusaron a Chalabi de haber informado a un agente iraní en Bagdad que los agentes de Washington habían descifrado los códigos de los espías iraníes.
Hamid Reza Asefi, portavoz de la cancillería de Irán, negó que su gobierno haya recibido información de inteligencia de Chalabi, quien también rechazó las acusaciones.
El político iraquí ganó influencia en Iraq e Irán en los años previos a la invasión estadounidense de Iraq (marzo de 2003), mediante viajes diplomáticos entre Washington, Londres y Teherán, sede de facciones iraquíes chiitas. En Iraq, la mayoría de la población pertenece a la secta musulmana chiita, aunque los sunitas han dominado históricamente la política nacional.
Después de la invasión, Chalabi fue designado por Estados Unidos para integrar el Consejo de Gobierno Iraquí, y continuó utilizando sus conexiones para fortalecer su base de poder.
Entre las personalidades aparentemente endeudadas con Chalabi se cuenta el gran ayatolá Alí Sistani, el más poderoso clérigo chiita de Iraq.
Hace dos meses, al principio del ataque de las fuerzas de ocupación contra insurgentes seguidores del líder chiita Moqtada al Sadr, en las ciudades iraquíes de Nayaf y Karbala, IPS asistía a una rueda de prensa informal con un representante del yerno de Sistani en Irán cuando lo llamó Chalabi, quien estaba en Estados Unidos negociando una forma de poner fin a los combates en esas ciudades sagradas.
El representante le dijo que Sistani apreciaba sus esfuerzos de mediación.
Algunos especulan con que Estados Unidos acusó a Chalabi de pasar información clasificada a Irán como venganza porque el político iraquí le suministró a Washington la mayoría de los datos de inteligencia erróneos que la Casa Blanca utilizó para justificar la invasión a Iraq, en especial los relacionados con las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.
Además, Chalabi alimentó la fantasía de que las fuerzas invasoras serían recibidas con "dulces y flores”.
Pero otros sostienen que esa represalia no tiene sentido, porque fueron muchos los que realizaron afirmaciones falsas acerca de la capacidad bélica de Iraq.
"Si Estados Unidos está buscando un nuevo chivo expiatorio para justificar la patochada de la invasión de Iraq, puede encontrar muchos cómplices para Chalabi”, dijo a IPS el analista político Amir Hussaini.
Masoud Barezani, jefe del Partido Democrático del Kurdistán en Iraq; Jalal Talebani, líder de la Unión Patriótica del Kurdistán, y Abdulaziz al Hakim, hermano del ayatolá Mohammed Saeed al Hakim, un influyente clérigo chiita asesinado en Nayaf el año pasado, "fueron todos fuentes de información para Washington sobre las armas de destrucción masiva de Saddam”, afirmó Hussaini.
En una entrevista realizada en octubre de 2002 en Teherán, Abdulaziz al Hakim afirmó que la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Iraq tenía pruebas concretas de que Saddam Hussein poseía armas químicas, biológicas y nucleares. La Asamblea, encabezada por el ayatolá Al Hakim, era el mayor grupo de iraquíes en el exilio.
Las fuerzas invasoras no encontraron ninguna de esas supuestas armas.
"Si Estados Unidos va a victimizar a Chalabi, su propio agente, por incitarlo a invadir Iraq, entonces también debe cortar los vínculos con sus otros nuevos aliados en ese país”, sugirió Hussaini.
Pese a los problemas con Washington, Hussaini predijo que Chalabi seguirá influyendo en la política de Iraq, donde el martes fue designado un nuevo gobierno interino.
"Con seguridad, Chalabi será un sobreviviente en la política iraquí y un hombre para todas las estaciones, y, por supuesto, una influencia desde la sombra”, concluyó.