La empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que produce 3,4 millones de barriles de crudo por día, patalea hoy en un mar de deudas, cargas fiscales, rezago técnico y ausencia de inversiones. Podría quebrar el año próximo, si no encuentra un salvavidas.
Ni los altos precios actuales del petróleo en el mercado internacional, para México los mayores de los últimos 14 años, han logrado fortalecer a la petrolera estatizada en 1938, a la que los políticos locales llaman baluarte de la soberanía y pilar del desarrollo nacional.
Pemex sigue siendo una de las 10 compañías petroleras más grandes del mundo, pero es hoy también la de mayor deuda, 60.700 millones de dólares, contraída para pagar intereses de endeudamiento anterior, cubrir compromisos laborales y hacer inversiones.
Además, las reservas probadas de crudo han ido bajando aceleradamente, al punto de que hoy sólo ofrecen 13 años más de producción, 47 años menos que las existentes en 1985.
Sin embargo, las reservas mexicanas podrían más que duplicarse si se sumaran nuevos yacimientos probables aún no explorados o ubicados en zonas profundas del Golfo de México, de los que Pemex no puede extraer crudo por falta de tecnología adecuada y dinero.
El problema central de la empresa, que acumula un retraso tecnológico de más 25 años según sus directivos, es la imposibilidad de disponer de la mayor parte de los recursos que genera.
En 2003, Pemex entregó alrededor de 70 por ciento de sus ingresos totales al Estado, con los que éste financió 33,4 por ciento de sus gastos.
La carga fiscal para Pemex es una locura, así cualquier empresa del mundo quebraría, dijo a IPS Marcelo Contreras, consultor privado en temas energéticos.
Al no disponer de recursos legítimos para reinvertir, por esas elevadas obligaciones fiscales con el Estado, la compañía asumió grandes deudas para sostener su funcionamiento, elevar su plataforma de explotación y avanzar en proyectos de exploración.
Así, los activos contables se desplomaron de 150.000 millones de dólares en 2000 a 73.628 millones este año.
Si la tendencia continúa, como vaticinan los expertos, en 2005 Pemex sería declarada en quiebra técnica, pues le sería imposible pagar sus deudas aun vendiendo todo su patrimonio.
Las perspectivas son sombrías si se mantiene el grado de endeudamiento, que ya roza niveles críticos, advirtió la empresa calificadora de riesgos financieros Standard & Poor's.
El gobierno de Vicente Fox, un grupo de diputados y la gran mayoría de analistas coinciden en señalar que si la empresa no es beneficiada con reformas legales que le otorguen autonomía financiera y recursos privados, simplemente morirá ahogada.
Pero la solución no es nada fácil.
Una gran proporción de diputados no quiere ni oír de una posible privatización de Pemex o de permitirle recibir recursos privados a través de algún tipo de asociación. En tanto, el Estado advierte que si no apela a los recursos de la petrolera, simplemente no podrá hacer frente a sus gastos.
La solución sería entonces una reforma fiscal, para que el Estado pueda recaudar más impuestos por otras vías, camino en el que vienen trabajando el gobierno y los legisladores desde hace más de dos años, pero sin lograr hasta el momento ningún acuerdo.
El Estado mexicano recauda por impuestos el equivalente a 11,5 por ciento del producto interno bruto nacional, el nivel más bajo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en los que esa proporción es aproximadamente de 37 puntos.
Pemex, la gallina de los huevos de oro de México, está muriendo a la vista de todos y no se ve una solución a corto plazo, señaló Contreras.
El analista financiero Enrique Quintana opina algo similar. Pemex va camino a un despeñadero, sostiene.
Si no se hace algo, en unos cuantos meses más, la firma empezará a presentar dificultades para conseguir dinero, pues los inversionistas se enfrentarán con la circunstancia de tener que prestar dinero a una empresa nominalmente sin valor.
No obstante, la petrolera promete aumentar la extracción de crudo a cuatro millones de barriles diarios en 2006, y elevar sus exportaciones de los 1,8 millones de barriles actuales, la mayoría de los cuales van a Estados Unidos, a poco más de dos millones para ese mismo año.
Ante la imposibilidad de contar con mayores recursos para invertir, la firma mantiene la estrategia de refinar parte de su crudo en plantas de Estados Unidos y en importar de ese país grandes cantidades de gas, que en México se queman por falta de tecnología para aprovecharlo.
Además, y para no frenar sus exploraciones, contrata a firmas privadas transnacionales a través de trámites jurídicos engorrosos, de modo de no vulnerar las leyes que establecen su propiedad estatal, que le impide recibir inversiones privadas.
Para darle un respiro temporal, el gobierno propuso entregarle íntegro el dinero de los excedentes de las ventas de crudo, resultantes de la diferencia entre el precio que se estimó en las finanzas públicas para el año y el que se generó por los aumentos registrados en los mercados mundiales.
Pero los gobernadores de varios estados que se benefician de ese dinero, que en el primer trimestre del año sumó alrededor de 900 millones de dólares, se niegan tajantemente, pues se privarían de recursos para afrentar los gastos de sus gobernaciones.
Los precios actuales del barril del crudo mexicano se ubican sobre los 32 dólares, 12 más que el estimado al momento de elaborar el presupuesto estatal para este año.
La única posibilidad de que PEMEX pueda sobrevivir como empresa es mediante el cambio de su régimen fiscal, que le permita aumentar sus activos sin tener que endeudarse y contar con recursos suficientes para hacer una exploración exitosa que aumente las reservas, opinó Quintana.
El consultor Contreras, quien brinda asesoría a petroleras extranjeras que realizan algunos trabajos en México, advierte que de continuar el actual esquema de funcionamiento, la empresa quebrará sin remedio.
Pemex fue creada en 1938, cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas expropió las industrias del crudo en poder de capitales extranjeros. Desde entonces, su nombre ha estado vinculado a debates sobre la soberanía nacional.
Para las cámaras empresariales, mantener el petróleo en manos del Estado al amparo del argumento de la soberanía es uno de los mitos de la política mexicana que se irán derrumbando con el paso de los años.