A medida que aumentan las víctimas de la ocupación estadounidense en Iraq, miembros de las ramas islámicas sunita y chiita derriban las murallas que las separan para pelear contra su enemigo común: el ejército invasor.
El número de muertos el mes pasado en la central ciudad de Faluya, dentro del llamado triángulo sunita, se calcula en más de 800. Un número similar se registró en los combates entre estadounidenses y musulmanes chiitas en el sur.
Desde el punto de vista del pueblo, todo combate es una reacción. Con los estadounidenses atacando (las centrales ciudades sagradas chiitas de) Najaf y Kerbala, siempre habrá una resistencia, y nosotros estamos de acuerdo, dijo a IPS Muad Al Adhamy, imán sunita de la mezquita Abu Hanifa, de Bagdad.
El religioso sostuvo que lo que está ocurriendo en su país está uniendo a todos los musulmanes. Lo que sucede afecta a todos en Iraq. Ya no hay diferencias entre sunitas y chiitas, árabes o kurdos. Todos fuimos invadidos, afirmó.
Los sentimientos de los fieles de esta mezquita son los mismos que los de los demás iraquíes. La sangre iraquí es preciosa, y no debe ser derramada. Pero para alcanzar la libertad se necesitará de esta sangre si no podemos obtenerla por medios pacíficos, añadió.
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En la misma línea se expresó el jeque Abdul Hadi Al Daraki, considerado el segundo líder chiita de Iraq después de Muqtada Al Sadr, quien encabeza una fuerte resistencia contra la coalición que encabezan Estados Unidos y Gran Bretaña.
Hemos venido aquí para demostrar que las fuerzas del mal nunca serán capaces de empañar la unidad sunita-chiita. Vuestro enemigo llegó para sembrar la semilla del caos social entre sunitas y chiitas, pero ha fracasado, porque el Islam es uno, dijo Al Daraki la semana pasada en la mezquita de Abu Hanifa.
Los miembros de esa congregación coincidieron con el jeque.
Estuve dispuesto a dar mi propia sangre por el pueblo de Faluya en abril. Haré lo mismo por el pueblo de Najaf, pues somos todos iraquíes. Ahora no hay sunitas o chiitas: todos estamos contra los estadounidenses, dijo Abdul Aziz, uno de los fieles.
La historia de las diferencias entre sunitas y chiitas tiene 14 siglos, pero actualmente se apoya en razones políticas más que en motivos religiosos.
Tras la muerte de Mahoma, el máximo profeta del Islam, estos se dividieron entre los seguidores del califa Abu Bakr y los de Alí ibn Abi Talib, yerno de Mahoma. La división se formalizó con la muerte en el año 661 del imán Alí, y su reemplazo por su rival Muawiya.
Quienes reivindicaban los derechos al poder religioso y político de los descendientes de Alí fueron conocidos como chiitas, en contraposición a los sunitas, que admitían la tradición y el derecho a la libre sucesión, no hereditaria.
Las acciones de Estados Unidos están uniendo a sunitas y chiitas. El (interino) Consejo de Gobierno trata de dividirnos, pero el resultado es el opuesto, dijo el imán Kutaibia Ama'ash, de la mezquita Nidal Islam, de Bagdad.
Los fieles de esta mezquita apoyan a la población de Faluya, de Najaf y de Kerbala. Estamos del lado de los que resistan a los estadounidenses, añadió.
Por su parte, Kaji Abdul Majit, de la misma mezquita, sostuvo que Estados Unidos instauró un gobierno interino que ama más a Israel que a Iraq.
Mientras, el clérigo Al Sadr sigue ganando adeptos, y se consolida como el principal escollo para Washington.
Estados Unidos debió utilizar aviones para destruir el domingo las bases de los seguidores de Al Sadr en Bagdad. Mientras eran atacados, éstos gritaban: ¡Larga vida a Al Sadr! Estados Unidos y el Consejo de Gobierno son infieles.
¿Ven a todas estas personas aquí? No dejarán de pelear contra los invasores, no importa lo que pase. Los estadounidenses están luchando contra el pueblo. Por eso nunca nos derrotarán, dijo el jeque Mahmoud Zaidi, clérigo partidario de Al Sadr.
Todos los líderes religiosos iraquíes parecen coincidir en que la única solución a la violencia en el país es un completo repliegue de la coalición.
Si los invasores hubieran tratado mejor al pueblo, esto nunca habría pasado. Estamos en una situación peor que cuando gobernaba Saddam Hussein. No hay nada peor a ser invadido, dijo el imán Maud Al Adhamy.
El religioso sostuvo que las fuerzas estadounidenses no tienen por qué permanecer en Iraq, pues ya han derrocado a Saddam Hussein y no han encontrado las supuestas armas de destrucción masiva que éste ocultaba.
Los invasores tienen que replegarse por completo, afirmó.