IRAQ-EEUU: Neoconservadores en guerra contra la realidad

Pese a la cascada de malas noticias causadas por la guerra que ellos mismos alentaron en Iraq, los neoconservadores del gobernante Partido Republicano estadounidense presionan por una solución militar contra la insurgencia.

Estas presiones contradicen, incluso, la política del presidente George W. Bush sobre Iraq, explicitada por el propio mandatario el lunes en un discurso de media hora en el instituto superior de estudios militares Army War College del nororiental estado de Pennsylvania.

”Aplasten la insurgencia en Iraq”, exclamaron, desde el título de un aviso publicado en la edición dominical del diario The Washington Post, el político y banquero neoyorquino Lewis Lehrman y el editor de la revista conservadora The Weekly Standard, Bill Kristol.

”La tarea inmediata es destruir los ejércitos y milicias de la insurgencia, no tomar y mantener el territorio, no ganar el corazón y las mentes de los iraquíes, no conciliar a oponente y críticos, no ganar la aprobación de otras naciones”, sostuvieron Lehrman y Kristol.

”Todo eso podrá suceder después de la victoria contra la insurrección violenta”, agregaron.
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El consejo va a contrapelo de la gestión estadounidense en Iraq, luego del sitio políticamente desastroso sobre Faluya el mes pasado y el estallido de la rebelión liderada por el clérigo chiita Muqtada al-Sadr en Bagdad y en el sur.

En su discurso del lunes, Bush recordó que los infantes de Marina (marines) estadounidenses acordaron permitir que una fuerza iraquí con elementos de la disuelta Guardia Republicana allegada al depuesto presidente Saddam Hussein se encargara de la seguridad en Faluya.

Bush anunció su plena adhesión al acuerdo a pesar de las quejas de neoconservadores como Lehrman y Kristol, que lo consideraron una medida de ”entreguismo”.

”Soldados y marines estadounidense pudieron haber usado fuerza abrumadora. Nuestros comandantes, de todos modos, decidieron que los ataques masivos contra el enemigo ofenderían a la población local y aumentaría el apoyo a la insurgencia”, sostuvo el presidente.

”Por eso, buscamos un enfoque diferente en Faluya. Estamos haciendo de la seguridad una responsabilidad compartida. Queremos que el pueblo iraquí sepa que confiamos en sus crecientes capacidades, y que podemos ayudarlos a consolidarlas”, afirmó.

En su discurso, Bush también reiteró su apoyo al enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a Iraq, Lakhdar Brahimi, quien nombraría esta misma semana a los miembros del próximo gobierno interino, según el propio presidente.

Brahimi es objeto de fuertes ataques de los neoconservadores, que lo acusan de seguir una agenda prosunita dirigida a devolver el poder en Iraq a los nacionalistas árabes.

Bush no anunció iniciativas concretas en Iraq, excepto la construcción de una nueva ”cárcel moderna y de máxima seguridad”, que sustituiría a la de Abu Ghraib, donde soldados estadounidenses sometían a abusos físicos y mentales a los prisioneros.

Las propuestas neoconservadoras de mayor fuerza militar contra los insurgentes iraquíes chocan contra figuras como el jefe del Comando Mayor Conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses, general Richard Myers, quien dijo: ”No podremos ganar sólo con los militares.”

La victoria requerirá esfuerzos ”también en los frentes político y económico”, sostuvo el alto oficial.

Luego de considerar que el ”George Washington” de Iraq era el banquero caído en desgracia Ahmed Chalabi —luego acusado por la inteligencia estadounidense de colaborar con Irán— y de pronosticar el rápido éxito de la invasión a Iraq y el cálido recibimiento que el pueblo iraquí daría a los ocupantes, Kristol haría bien en reflexionar antes de hablar.

Pero los neoconservadores no piensan eso. Como sostuvo la columnista neoconservadora Mona Charen, ”la pregunta no es si actuamos lo suficientemente bien, sino si hemos sido lo suficientemente duros”.

Los neoconservadores piden desde hace meses a su aliado, el secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld, que envíe decenas de miles de soldados más para reforzar la ocupación y acabar con ”la línea dura” de los seguidores de Saddam Husein, los ”islamofascistas” y los ”combatientes extranjeros”.

Si todo Iraq hubiera sido sometida a la estrategia de ”conmoción y pavor”, el sitio de Faluya nunca hubiera ocurrido, según los neoconservadores.

”Esperamos una fuerte respuesta militar, incluso abrumadora”, sostuvo Kristol cuando cuatro contratistas civiles estadounidenses fueron muertos y mutilados por una multitud enfurecida en Faluya el 2 de abril.

Eso fue lo que sucedió a continuación, pues tanques y helicópteros apuntaron contra todo sospechoso en la ciudad, matando ante las cámaras de las cadenas televisivas del mundo árabe al menos a 700 iraquíes, muchos de ellos mujeres y niños.

Los comandantes en el terreno sabían que era un desastre y, respaldados por la Casa Blanca, accedieron finalmente a levantar el sitio y a permitir que un ex general de la Guardia Republicana organizara la seguridad local.

Ese acuerdo recibió críticas neoconservadoras, pero es considerado el modelo a seguir según militares estadounidenses, el Departamento de Estado (cancillería) y el Foreign Office (ministerio de Relaciones Exteriores británico).

A pesar de su constante retórica sobre la democracia y la importancia de la ”guerra de ideas”, los neoconservadores siempre afirmaron que la fuerza militar es el único lenguaje que entenderán sus enemigos, sean árabes, musulmanes, soviéticos, comunistas o sandinistas nicaragüenses..

En las vísperas de la guerra de Iraq, la página editorial del diario The Wall Street Journal, otro bastión neoconservador, advirtió que ”Estados Unidos debe ganar en lo militar, y decisivamente, antes de preocuparse por la reconstrucción”.

”Las culturas árabes desprecian la debilidad de un adversario por sobre todas las cosas”, era una cita del experto de la Universidad de Princeton mencionada por el editorial del periódico.

Hoy, más de 15 meses después, con cerca de 90 por ciento de los iraquíes convencidos de que las tropas estadounidenses son ”ocupantes” más que ”libertadoras”, de acuerdo con la última encuesta conocida, Kristol y Lehrman insisten en alcanzar ”victorias militares decisivas”.

”Eso será respetado por sunitas, chiitas y kurdos por igual. La milicia de Sadr debe ser sometida” y ”Faluja debe ser conquistada”, advirtieron.

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