Los activistas sociales hacen una lectura equivocada del proceso de globalización, pero hay que escucharlos, ”pues al menos en América Latina ya estamos un poco cansados” de no asumir esa práctica, dijo a IPS el director de la Cepal, José Luis Machinea.
”Es cierto que la mayor integración comercial genera costos, ganadores y perdedores”, pero con base en esa realidad no basta rechazar el proceso. Lo que hay que hacer es buscar compensaciones y equilibrios, señaló el economista designado en octubre al frente de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe)
Machinea, ministro de Economía en el primer tramo del trunco gobierno argentino de Fernando de la Rúa (1999-2001), visita México para participar en la III Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea (UE), que se realiza este viernes y el sábado en la central ciudad de Guadalajara.
”Me parece una cumbre importante, siempre que se continúe luego con lo que se dice aquí”, y se le ponga ”carne” a la declaración que firmen los gobiernos, expresó.
Respecto de la situación de pobreza que afecta a 44 por ciento de los casi 550 millones de habitantes de América Latina y el Caribe, el funcionario de la Cepal declaró que la receta central para afrontarla consiste en lograr crecimientos económicos más elevados y hacer reformas tributarias que permitan a los gobiernos gastar más y mejor en los sectores vulnerables.
Si no ”hay margen y dinero para aumentar la eficiencia de las políticas sociales”, simplemente no se puede avanzar en la lucha contra la pobreza, sentenció.
— Algunos analistas y activistas sociales creen que la reunión de jefes de Estado y de gobierno latinoamericanos y europeos en Guadalajara es pura retórica y no promete resultados concretos. ¿Qué opina usted?
— Grandes sorpresas ciertamente no habrá. Pero en función del proyecto de declaración y la agenda, me parece una cumbre importante, claro, siempre que se continúe con lo que se dice aquí y se avance en los temas multilaterales. Las propuestas de avanzar en la integración comercial de varios países de América Latina y la UE y de comprometerse a seguir con las negociaciones en la OMC (Organización Mundial de Comercio) me parecen que son muy positivas. Pero después ciertamente habrá que ponerles carne a la declaración que emane sobre esos temas.
— Un sector de los activistas sociales dice que esta cita no favorecerá a los más necesitados de América Latina y el Caribe.
— No necesariamente. Depende de las negociaciones. Si como resultado del proceso de integración que está en marcha hay un acceso de la región latinoamericana al mercado europeo, y si como resultado de eso Europa reduce o elimina las restricciones agrícolas, creo que esos serían pasos muy importantes para los sectores pobres.
—Pero el cuestionamiento de los activistas va al fondo del proceso y sostienen que la globalización y los esquemas de integración marchan por sendas incorrectas.
— Lo que yo pienso es que hay una lectura equivocada de este proceso de globalización, aunque es cierto que la mayor integración comercial genera costos: ganadores y perdedores. Pero con base en esa realidad no basta rechazar el proceso. Por eso me parece importante que en esta cumbre se esté hablando del tema de la cohesión social. Si uno se integra al mundo y no reconoce que hay perdedores y ganadores y sino genera programas de asistencia a los perdedores, se equivoca. Además, sino hay compensaciones se están generando problemas políticos serios, además de que eso representa un problema ético.
— Los dirigentes de organizaciones de la sociedad civil dicen que, a pesar de las promesas de los gobiernos, no se toma en cuenta su punto de vista.
— Cuando uno habla de la importancia de consolidar la democracia en el mundo, lo que tiene que hacer es dar mayor participación a la sociedad civil. Lo primero que hay que hacer es escucharla y ver sus puntos de vista. Lo peor que nos puede pasar es no escuchar, pues de eso en América Latina ya estamos un poco cansados.
— En esta cumbre, al igual que en otras, se escuchan de nuevo recetas y consejos para que América Latina y el Caribe pueda superar su rezago social. Sin embargo, la pobreza se mantiene en la región y no parece que haya surgido la receta correcta.
— El primer tema es el crecimiento. Si América Latina sigue creciendo 2,6 por ciento por año, como lo hizo en los últimos 13, difícilmente podrá reducir la pobreza. El primer tema es crecimiento, pues no hay políticas sociales que logren compensar el hecho de no crecer. Segundo, al mismo tiempo es cierto que a una más elevada tasa de crecimiento no necesariamente se mejora la situación de los sectores más pobres. Sin embargo, hay que dejar claro que sin crecer no hay oportunidades de mejorar la eficiencia de las políticas sociales. Además, se requieren políticas fiscales y reformas tributarias para que el Estado recabe más dinero. Me parece que las políticas sociales tienen que partir de una cantidad de recursos que las haga viables.
— Pero no es nada fácil lograr las reformas tributarias o fiscales que usted propone, pues hay fuerzas opositoras poderosas y las presiones sociales aumentan. ¿Cuál es el camino entonces?
— No hay receta para eso, porque lo que usted marca es un tema de especial relevancia, que es cómo lograr los consensos sobre estas políticas. La verdad es que si no logran consensos mínimos, difícilmente se puede hacer mucho. Me parece que la sociedad requiere que los sectores políticos disminuyan un poco su retórica y hagan las reformas que tanto se necesitan.
— ¿La UE puede dar a América Latina algunas lecciones para salir de la pobreza?
— Yo creo que tenemos mucho que aprender de Europa porque allí antes había problemas muy grandes. En esa región todos sus fondos sociales llegaron a la cancha y lograron disminuir las diferencias de ingresos entre países y aún entre regiones. Pero eso no quiere decir que tengamos que copiar, la realidad de (nuestra) región es distinta. No obstante, podemos aprender inclusive a partir de las diferencias y deberíamos acomodar algunas de sus políticas (de la UE) a la realidad propia de América Latina.