Cada mediodía, cinco voluntarias dirigidas por María Machado se afanan, a la puerta de su casita en el caraqueño barrio de La Vega, despachando 150 almuerzos gratuitos para niñas, niños y ancianos, muestra del más reciente programa de consolidación de redes sociales lanzado por el presidente Hugo Chávez.
El programa Máxima protección entrega una merienda Y un almuerzo balanceados seis veces por semana a las personas más necesitadas del barrio. El día de la sorpresiva visita de IPS, las asistentes de Machado distribuían raciones de pabellón, un plato típico que combina carne vacuna, frijoles negros, arroz y lonjas de banana.
¿Por qué entregar los alimentos cocinados? Porque así nos aseguramos de que los comerán los más necesitados y no los van a vender, contestó Machado, amén de que ésta es una dieta balanceada, para varias semanas, por el personal del Instituto Nacional de Nutrición, y así la gente varía su alimentación, señaló.
Algunas veces, gente como uno no tiene gas o aceite para cocinar, y estas viandas resuelven al menos una comida, comentó a IPS Sara, madre de dos niños y una de las beneficiarias.
Quienes acceden al nuevo programa son propuestos por grupos y activistas locales: un comité de tierras urbanas, el centro cultural, juvenil o deportivo, cooperativas, los organismos de la alcaldía y, sobre todo, quienes sostienen el programa de salud Barrio adentro.
Barrio adentro se ocupa de la medicina preventiva familiar con base en el trabajo de médicos cubanos que se han internado en vecindarios populares de Caracas y otras ciudades, viviendo con sus residentes, quienes tanto prestan una sala de su casa como consultorio como brindan hospedaje al profesional.
Rafael Mora, responsable en Caracas de los Mercados de Alimentos (Mercal), un plan de abastecimiento de zonas populares lanzado por Chávez un año atrás, dijo a IPS que en La Vega funcionarán 26 casas de alimentación como la que dirige Machado, de un total de 1.000 que se espera instalar en la capital, para atender a 150.000 personas.
La Vega, donde viven unas 100.000 personas, es un conjunto de casitas apiñadas al modo de una ciudad mediterránea -unas completamente consolidadas, otras inestables- en el sudoeste de esta capital de tres millones de habitantes.
Para abastecer las casas de alimentación como la que dirige Machado, Mercal utiliza su infraestructura de expendios de víveres, varios de ellos en La Vega.
Allí se vende una veintena de productos, como arroz, pasta, pollos o embutidos de Venezuela, manteca vegetal brasileña o fórmulas lácteas para infantes importadas de España.
Los expendios Mercal venden con descuentos de 20 a 40 por ciento respecto de los precios de los supermercados. Esta asistencia, sin embargo, ha sido devorada por la inflación en el rubro de alimentos, que el último año alcanzó 40 por ciento según el Banco Central.
Mora explicó que entre el expendio simple de alimentos y el plan de Máxima protección hay un programa intermedio, para vender productos a familias pobres a la mitad del precio que tiene el propio Mercal.
En Venezuela, con más de 25 millones de habitantes, padece hambre 18 por ciento de la población (4,5 millones de personas), con una deficiencia promedio en la ingesta por persona de 200 calorías diarias, ha señalado Elisa Panadés, representante local de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Maritza Landaeta, de la principal entidad venezolana de estudios sobre nutrición, Fundacredesa, pidió en un foro que se fortalezcan programas como Mercal, pues en este país 13 por ciento de los menores de dos años está desnutrido, así como una cuarta parte de los niños entre 2 y 14 años.
Además del beneficio alimentario, el nuevo plan de comidas brinda oportunidad para hacer más densa la red de activismo social.
Machado, por ejemplo, vive en medio de un laberinto de pasadizos de menos de dos metros de ancho, en un área elevada y distante de la calle que permite el tránsito automotor.
Pactamos con muchachos que a veces caen en la tentación de la droga para que carguen los bultos con víveres a cambio de comida, con la intención de incorporarlos a las tareas más sanas del barrio, relató la activista.
El grupo de Machado aspira a recibir un pago por su labor cuando el programa se consolide, así como ahora percibe estipendios para gastos, pero sus integrantes entraron al plan con espíritu de voluntariado, subrayan.
Creemos en el proceso que conduce Chávez. Es nuestro aliento espiritual y lo mejor que nos ha pasado, dijo Machado.
Argenis Martínez, quien ha prestado su casa para que funcione un consultorio de Barrio Adentro, aseguró a IPS que acá vienen opositores, simpatizantes de Chávez y gente que no está con nadie. Todos son atendidos. Estos son programas comunitarios y, si Chávez pierde el poder, quien lo reemplace tendrá que sostener estos planes.
En La Vega hay una tradición de lucha popular y de trabajo comunitario desde mucho antes de que llegara Chávez al poder, en 1999, dijo a IPS otra activista, Haydée Romero. Pero ahora la gente siente que hay un gobierno que entiende sus luchas y se ocupa de sus necesidades, añadió.
Cuando un fugaz golpe de Estado depuso a Chávez durante dos días de abril de 2002, miles de habitantes de La Vega nutrieron la multitud que se agolpó frente al fuerte Tiuna, principal instalación militar de Caracas, para exigir a los uniformados que liberasen a su líder y lo restituyesen en el cargo.
Organizamos hogares que cuidaban niños y enfermos de otras familias, para enviar a fuerte Tiuna a todos los hombres y mujeres que pudiéramos, relató Romero.
En las casas se cocinaban 100 o más arepas (bollo de maíz, el pan venezolano) para enviar a nuestra gente, para que resistieran, hasta que ganamos, añadió.
Los golpistas nos sorprendieron, pero eso no volverá a pasar, aseguró. Ahora estamos mucho más preparados.