Los activistas que luchan contra los transgénicos se declararon triunfadores de su última batalla con la transnacional estadounidense Monsanto, que resolvió archivar sus planes de comercializar semillas de trigo genéticamente modificado.
Pero muchos advierten que la guerra está lejos de terminar.
El anuncio me dejó sorprendido y escéptico, dijo el agricultor orgánico Marc Loiselle, representante de los productores de cereales del Directorio Orgánico de la central provincia canadiense de Saskatchewan.
En realidad, acotó Loiselle, lo que Monsanto anunció es que se concentraría en la producción de otros tipos de semilla transgénica, así como en el desarrollo de otras variedades de trigo además del ya establecido RoundUp Ready.
Las semillas RoundUp Ready resisten el herbicida del mismo nombre, también fabricado por la transnacional.
Monsanto no respondió los pedidos de entrevista formulados por IPS, pero su vicepresidente ejecutivo, Carl Casle, explicó la medida en un comunicado.
Esta decisión nos permite postergar el desarrollo comercial del trigo RoundUp Ready, con el fin de adecuarlo con la comercialización potencial de otros rasgos biotecnológicos de trigo, para dentro de cuatro a ocho años, indicó Casle.
El público de la mayoría de los países de Europa rechaza los alimentos transgénicos. Por su parte, Japón, el mayor comprador de trigo de Estados Unidos, había anunciado que no importaría el grano, transgénico o no, de ningún país que cultivara variedades genéticamente modificadas.
La aprobación del trigo transgénico habría sido un desastre para los productores de cereales de Canadá, según los observadores. Casi 90 por ciento de los agricultores registrados habían anunciado antes que no comprarían trigo transgénico.
Monsanto tomó la decisión correcta al respetar los deseos de sus clientes agricultores, dijo el presidente de CWB, Ken Ritter.
Los hacendados se oponen abrumadoramente a la introducción de trigo RoundUp Ready, que ofrece pocos beneficios agronómicos y amenaza con destruir los mercados más rentables para el producto, agregó Ritter.
Organizaciones no gubernamentales canadienses se unieron a productores y a otros activistas en una batalla de tres años para detener el trigo transgénico, cuyo cultivo fue aprobado por las autoridades.
La semana pasada, Amigos de la Tierra Internacional y el Consejo de los Canadienses lanzaron en la oriental provincia de Québec una campaña en la que proponían enviar por correo al primer ministro Paul Martin una rebanada de pan para protestar por la autorización del trigo transgénico.
El fuerte rechazo de virtualmente todos los confines del planeta mostró otra vez la resistencia a los organismos genéticamente modificados, dijo Pat Venditti, de la filial canadiense de la organización ambientalista Greenpeace Internacional.
La oposición de agricultores, consumidores y gobiernos alentó la decisión de Monsanto, dijo a IPS Debra Harry, directora ejecutiva del Consejo de Pueblos Indígenas sobre Biocolonialismo.
El asunto tiene particular importancia para los pueblos nativos porque los cultivos transgénicos crecen en ambientes abiertos y pueden afectar el suelo y el agua, indicó Harry, entrevistada en el Foro Permanente de Asuntos Indígenas de la ONU celebrado en Nueva York.
En 2002, dos agricultores de Saskatchewan entablaron una demanda contra Monsanto para impedir la venta de trigo transgénico, pues temían que las semillas y el polen de las haciendas vecinas llegaran por el viento a sus predios y contaminaran sus cultivos orgánicos.
La querella se inscribía en el marco de gestiones más amplias para obtener compensaciones de Monsanto por la pérdida del mercado de aceite de colza orgánico. La contaminación con variedades transgénicas tornó imposible el cultivo tradicional de colza, lo que les costó a sus productores 10 millones de dólares.
Pero el proceso continuará a pesar del anuncio, dijo Loiselle, representante de los productores de cereales del Directorio Orgánico de Saskatchewan.
No parece que Monsanto haya retirado oficialmente su solicitud de comercialización ante el gobierno canadiense, sostuvo.