AGRICULTURA-BRASIL: Hija de la erosión

”La tierra desaparecía bajo mis pies y me di cuenta que, con otra lluvia tan torrencial, ya no tendría donde sembrar”. La desesperación condujo al brasileño Herbert Bartz a buscar una alternativa para contener la erosión que hacía del suelo un ”fluido a escurrirse hacia el río”.

Bartz viajó ese mismo año 1971 a Gran Bretaña y a Estados Unidos para conocer el sistema ”zero tillage” (labranza cero) e importar equipos para sembrar bajo la paja, sin remover la tierra, lo que en Brasil se llamaría luego siembra directa (SPD, según las siglas portuguesas de ”sistema de plantío directo”).

Por eso es considerado el pionero del SPD en Brasil, ya que adoptó el sistema en 1972, persistiendo y difundiendo esa técnica desde entonces. Pero hoy, a los 67 años, recuerda que no fue fácil. La sembradora importada le costó casi 20.000 dólares, moneda que ”valía mucho en la época”, pagando aranceles elevadísimos.

Como había perdido toda su siembra de 250 hectáreas de trigo a causa de heladas ”no tenía otras opciones”, narró. Tuvo que perseverar mientras ”muchos desistían” ante las dificultades iniciales, debido a las hierbas invasoras. ”Preferí perder 20 por ciento a causa de las malezas que 80 por ciento debido a la erosión, el cáncer de la tierra”, contó Bartz a IPS.

En la actualidad, prácticamente la mitad de la siembra de granos en Brasil se hace al uso de siembra directa, según datos de la Federación Brasileña de Siembra Directa en la Paja. ”Siendo realista, el área de SPD crece entre cinco a 10 por ciento cada año”, explicó a IPS Bady Cury, agrónomo y asesor técnico de la Federación.

Durante los años 70 y 80 la expansión de este método fue lenta, pero se aceleró en los últimos años. En el meridional estado de Paraná, donde empezó, el sistema ya alcanza a 90 por ciento del área sembrada, aseguró Bartz, previendo entusiasmado que el PSD para 2010 estará prácticamente impuesto en toda la agricultura del país.

Es que esta nueva técnica fue ”decisiva” para el gran incremento de la productividad agrícola en Brasil, al mejorar la fertilidad de la tierra y abaratar costos, evaluó Cury. De ese modo el volumen de cosecha de granos pasó a más del doble desde 1990, casi sin ampliarse el área sembrada, convirtiéndose este país en potencia exportadora, especialmente de soja.

Pero los beneficios son también ambientales. Además de contener la erosión, lo que mejora la calidad del agua de los ríos al reducir su sedimentación, disminuye la emisión de gases del llamado efecto invernadero, porque reduce el uso de tractores y máquinas que consumen petróleo, observó Cury.

Gabriel Fernandes, agrónomo de la organización no gubernamental Asesoría y Servicios a Proyectos de Agricultura Alternativa (Aspta), reconoce los beneficios ambientales por el mantenimiento de la cobertura vegetal que ”reactiva la biología del suelo”, conservando nutrientes y controlando la erosión.

Pero esa técnica aún presenta el problema del uso excesivo de herbicidas y su inicio estuvo vinculado a los extensos monocultivos, matizó Fernandes a IPS. Sólo ahora empieza a beneficiar a los pequeños agricultores, con equipos apropiados para propiedades poco extensas.

Aspta apoya en el centrosur de Paraná proyectos de siembra directa con manejo de cultivos que dispensan el uso de herbicidas, aprovechando vegetales que ”inhiben las especies invasoras”, señaló.

El éxito del SPD exige la rotación de cultivos y la reducción de agroquímicos, además de evitar remover la tierra y dejarla cubierta de pajas, destacó el experto. ”El uso intensivo de herbicidas esteriliza el suelo”, por ello la soja genéticamente modificada resistente a un herbicida elimina beneficios de la técnica, argumentó.

Bartz ve en la resistencia a los transgénicos algo similar a la sufrida por el SPD en su inicio, cuando era un ”batallador solitario”. También en aquella época, hace unos 30 años, ”la izquierda antiprogresista” dijo incluso que la siembra directa constituía ”un riesgo para la salud humana”, acusó.

Pero en su opinión el gran estímulo para este método de agricultura fue ”la crisis del petróleo de 1973”. Se descubrió que la siembra directa puede reducir en hasta 65 por ciento el gasto de combustible, eliminando la arada y gran parte de operaciones mecanizadas en la tierra, además de ahorrar mano de obra.

La expansión del SPD es inevitable más por cuestiones económicas, es decir por la reducción de costos, que por ventajas ambientales, porque los agricultores que no adopten la nueva filosofía no podrán enfrentar la competencia, sentenció.

A esto se suma los beneficios sociales, ahora que los institutos de investigación y la industria adaptaron la técnica y los equipos de SPD, como sembradoras para la agricultura familiar, propias incluso para la tracción animal, destacó.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Mundial recomendaron en 2001 la siembra directa brasileña como un modelo de agricultura sustentable a ser llevado a países pobres de Africa y Asia, informó Bartz.

El carácter social del SPD pasó a ser el más importante, según él. Es así que Brasil pasó a exportar esa tecnología a otros, destinada especialmente a los pequeños agricultores.

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