Telas de colores, velas de metal y llamaradas al aire ya iluminan un trozo de la noche en la capital de Venezuela, con la obra «Arca», del grupo polaco Octavo Día, preámbulo del XV Festival Internacional de Teatro de Caracas.
"Es un paréntesis en medio de la aguda radicalización política que vive Venezuela", afirmó Carmen Ramia, principal organizadora del festival. "Es un momento de receso y de tolerancia, éste es el otro país", subrayó en diálogo con corresponsales extranjeros.
Miles de jóvenes y adultos, que repetidamente han marchado en las calles de Caracas en apoyo al presidente Hugo Chávez o a las fuerzas de oposición, y gritado consignas intensamente agresivas contra sus adversarios, se sientan plácidamente en el militarizado Paseo de Los Próceres para seguir cada movimiento de los actores polacos.
"Es el mismo público que hace un mes estaba matándose en las calles", dijo Ramia.
Vinculada con la oposición ella misma, Ramia relató que "muchos opositores nos han criticado por organizar un festival lúdico luego de manifestaciones que han dejado muertos, detenidos y hasta torturados, y yo contesto que no tenemos derecho a privar a la gente de esta maravilla".
Nueve personas murieron y unas 50 fueron heridas de bala, incluidos guardias uniformados, en los desórdenes que acompañaron hace un mes las protestas, sobre todo en accesos a barriadas de clase media en Caracas, contra decisiones del poder electoral que postergaron el llamado a un referendo sobre la presidencia de Chávez.
Pero los organizadores del Festival, creado hace 31 años por el fallecido director argentino Carlos Giménez, sostuvieron su realización en coincidencia con la Semana Santa católica, luego de suspenderlo en 2003 tras una huelga empresarial y sindical de dos meses, impulsada por los opositores a Chávez.
Ramia recordó que "así hicimos cuando el Caracazo (la semana de protestas populares y saqueos que dejó centenares de muertos en 1989) que se produjo a un mes del festival de entonces, y lo mismo en 1992 poco después del alzamiento" de unidades del ejército comandadas por Chávez, entonces jefe de un batallón de paracaidistas.
"El teatro debe cumplir con su función social, de espacio para la tolerancia", insistió la experta. "Y más un festival como éste, absolutamente popular, siempre con muestras de teatro de calle y cuyas funciones de sala pueden verse todas (una veintena) por lo que cuesta en Nueva York acudir a sólo dos sesiones", añadió.
Para la gente de teatro en Venezuela, el festival ha sido esencial en la formación de los 400 grupos que funcionan en el país, 15 de los cuales participan en esta edición junto a igual número de extranjeros. "A los venezolanos les sirve de vitrina, porque empiezan a ser llamados para otros festivales y temporadas", comentó a IPS la directora Pilar Romero.
El de Caracas "es un festival pionero y durante años fue el más importante de América Latina", recordó a IPS el realizador de teatro y cine Ugo Ulive. "Está un poco reducido, pero sigue trayendo grupos de primera línea", agregó.
Francisco Alfaro, otro de los organizadores del Festival de Caracas, recordó a IPS que en 1990 se firmó un pacto en San José para hilvanar los festivales de Córdoba (Argentina), Bogotá, Caracas, San José de Costa Rica y Ciudad de México, "pero lamentablemente cerró el de México y decayó el de Córdoba".
"El de Bogotá es como un hijo nuestro, sólo que el hijo ha superado al padre", comentó Ramia, en alusión a la fuerza del festival bogotano que ha presentado este año a 50 compañías colombianas e igual número de otros países.
Como el Festival de Caracas retoma su ritmo bienal, la gente que lo organiza ha decidido emplear sus talentos en la organización de otro cada dos años, que alterne con el venezolano en Miami, al sudeste de Estados Unidos, y cuya primera edición se prepara para 2005, dijo Alfaro.
"Habíamos impulsado ediciones anuales para el Festival de Caracas, pero en vista de las dificultades y los altísimos costos retomamos el ritmo bienal", resumió Ramia.
El festival cuesta un millón y medio de dólares. "La mayor parte proviene de aportes privados, pero reconocemos la contribución del gobierno, que ha puesto su parte, 18 por ciento del total, con espíritu de colaboración y sin interferencia alguna en relación con los grupos que invitamos o las obras que presenten", señaló.
Sectores de oposición han acusado al gobierno de orquestar una "cacería de brujas" en el sector cultural del Estado, debido a la remoción de directores de distintas entidades el último año, pero "estamos obligados a reconciliarnos. Los venezolanos somos gente abierta y cariñosa", insistió Ramia.
Mientras el festival sube su telón, el Consejo Nacional Electoral negocia con líderes del oficialismo y de la oposición el mecanismo de reparos (ratificación o retiro) de las firmas de ciudadanos por un referendo que puede revocar el mandato de Chávez.