SALUD: Morir en la calle

Expertos en seguridad vial prefieren hablar de «choque» en lugar de accidente de tránsito, porque este término atribuye un carácter fortuito a episodios que se pueden prevenir y evitar.

Con cualquier denominación, el fenómeno ha adquirido gran magnitud para la salud pública en el mundo, pues cada año se cobra la vida de 1,2 millones de personas y deja hasta 50 millones heridas o discapacitadas.

La mayor parte de esas desgracias ocurre en los países en desarrollo. Un 90 por ciento de las víctimas mueren o reciben heridas en el Sur, a pesar de que esa región apenas acoge en la actualidad a 20 por ciento de los vehículos automotores que circulan en el planeta.

Las proyecciones son aún más alarmantes, reconocen los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre 2000 y 2020, las muertes resultantes del tránsito disminuirán alrededor de 30 por ciento en las naciones ricas, pero crecerán considerablemente en los países pobres.

Los traumatismos ocasionados por el tránsito vehicular ocupan ahora el undécimo lugar entre las causas principales de muertes en el mundo. Pero de mantenerse la tendencia, en 2020 pueden llegar a la tercera posición.

Etienne Krug, director del departamento de heridas y violencia de la OMS, observó que el número de muertos en el tránsito, que en 2002 sumaron 1.183.492, es casi equivalente a las víctimas fatales del paludismo, que ascendieron en ese período a 1.221.432.

Miles de personas mueren cada día en las calles de todo el mundo. No estamos hablando de hechos fortuitos o de "accidentes". Nos referimos a choques en las calles y carreteras, reafirmó el director general de la OMS, Lee Jong-wook, quien invitó a comprender los riesgos y luego prevenirlos.

Por esos motivos, la OMS dedicó el Día Mundial de la Salud 2004, que se celebra este miércoles, a sensibilizar a población y gobiernos sobre la gravedad del problema.

La OMS y el Banco Mundial distribuyeron el "Informe mundial sobre prevención de los traumatismos causados por el tránsito", en el que se recomienda la adopción de respuestas multisectoriales para un problema que tiene dimensiones del mismo carácter, según la editora ejecutiva del estudio, Margie Peden.

En la elaboración del documento participaron unos 100 expertos de 40 países, provenientes de los sectores de salud, transporte, policía, educación, administración pública y también de organizaciones no gubernamentales.

El mensaje central del informe resalta que se trata de un problema inmenso de salud pública y de desarrollo e insiste en que la mayoría de los traumatismos causados por el tránsito se registran en los países pobres, donde ocurren 90 por ciento de las muertes y se registran 85 por ciento de las discapacidades, recordó Peden.

Lee y el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, apuntan que el problema afecta de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables de usuarios de la vía pública, en especial a los pobres.

En los países ricos el tránsito está dominado por los automóviles, mientras que en los estados pobres predominan los peatones, los ciclistas, los motociclistas y los conductores de ciclomotores.

En el transporte público del mundo en desarrollo abundan las furgonetas de pasajeros, los minibuses, los autobuses y ciclomotores de dos o tres ruedas. En muchos casos, los pasajeros de esos vehículos viajan de pie o sentados en sitios que no responden a las normas de seguridad.

De las personas muertas en choques callejeros, más de la mitad son adultos jóvenes de entre 15 y 44 años y, en muchos casos, sostén de sus familias.

Además, cada año mueren 180.000 niños menores de 15 años en choques y cientos de miles quedan discapacitados para toda su vida. En 2002, de todas las víctimas mortales infantiles, 96 por ciento procedía de los países de ingresos bajos o medianos, se asegura en la investigación.

Mientras en algunos países los conductores y pasajeros de automóviles representan más de 70 por ciento de los muertos, en otros constituyen una minoría y en cambio el mayor número de víctimas se ubica entre peatones, conductores y pasajeros de vehículos de dos ruedas y de transporte público.

Una estimación recogida por el informe eleva el costo económico de los choques y las lesiones causadas por el tránsito al uno por ciento del producto interno bruto (PIB) de los países de ingresos bajos, a 1,5 por ciento del PIB en las naciones de ingresos medianos y a dos por ciento en las ricas.

El costo mundial se calcula en 518.000 millones de dólares anuales, de los cuales 65.000 millones corresponden a los países de ingresos bajos y medios, una cifra que supera el monto que reciben de ayuda al desarrollo.

En contraste, el gasto en seguridad vial se vería compensado por el ahorro en el costo de los traumatismos derivados de esos episodios.

En el mundo industrializado, los recursos empleados en la seguridad de las carreteras se han convertido en una excelente inversión, que aporta una rentabilidad financiera anual situada entre nueve y 22 por ciento.

El informe conjunto de la OMS y el Banco Mundial sugiere algunas soluciones que pueden adoptar los países en desarrollo para prevenir y evitar los choques en la vía pública.

Las recomendaciones comprenden, entre otras, un buen trazado de la vía pública, una correcta gestión del tránsito y una mejor normativa para los vehículos.

Las dos instituciones mencionan igualmente el control de la velocidad, el uso de cinturones de seguridad y la aplicación de los límites de alcoholemia.

Pero Krug observó que la seguridad en la carretera es una responsabilidad compartida. La reducción del riesgo requiere el compromiso y la adopción de decisiones fundamentadas por el gobierno, el sector industrial, las organizaciones no gubernamentales y los organismos internacionales, dijo.

También les cabe responsabilidad a profesionales de diferentes disciplinas, como los ingenieros viales, los diseñadores de vehículos motorizados, los funcionarios encargados de la aplicación de la ley, el personal sanitario y los grupos comunitarios.

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