La práctica hospitalaria conserva rituales sin asidero científico, que se mantienen como pequeñas torturas obligadas a las mujeres parturientas. Por ejemplo, el uso rutinario de la episiotomía, el enema, el rasurado o las cesáreas innecesarias.
Otros incluyen la prohibición de tener un acompañamiento durante el trabajo de parto y el alumbramiento, por falta de espacios adecuados en salas hospitalarias atestadas y sin privacidad.
La incisión en el perineo para agrandar el orificio vaginal y facilitar el alumbramiento, conocida como ”episiotomía”, es uno de los procedimientos quirúrgicos más comunes del mundo.
La lógica detrás de esa operación es que, al agrandarse el orificio vaginal, se evitan los desgarros de tejidos musculares.
Sin embargo, no hay pruebas concluyentes de su efectividad, advierte el Centro Latinoamericano de Perinatología y Desarrollo Humano (CLAP) de la Organización Panamericana de la Salud.
En cambio, está claro que provoca dolor y molestias a la mujer justamente cuando más cómoda debe sentirse para amamantar y cuidar del recién nacido, dice el CLAP, una de cuyas misiones es revisar las prácticas médicas en los campos de la obstetricia y la neonatología.
A pesar de su dudosa eficacia, en algunos países de América Latina la episiotomía se aplica a más de 80 por ciento de las madres en su primer parto. Pero los expertos del CLAP sostienen que no debería utilizarse en más de 30 por ciento.
”Tuve una experiencia especialmente nefasta. La anestesia de la episiotomía no surtió efecto y tuve que padecer toda la sutura en frío”, relató a IPS la uruguaya Susana, de 34 años.
”Por un mes quedé muy dolorida, no podía sentarme. Tenía que atender a mi bebé y a mi otro hijo, y ocuparme de algunas tareas domésticas. La cicatrización no fue buena y mi ginecólogo me dijo que antes de los 40 (años) debo someterme a una pequeña intervención para corregirla, o aumentaría el riesgo de prolapso”, agregó.
”Me hicieron la episiotomía, pero el bebé era tan grande (cuatro kilogramos) que me desgarró, y mi doctora tuvo que coser el corte más el desgarro”, dijo otra madre, Alicia, de 36 años.
Los médicos del CLAP recomiendan abandonar la episiotomía y otros rituales molestos (el rasurado del perineo y el enema), presuntamente destinados a mejorar la higiene del parto.
”Países como Estados Unidos y (otros) de Europa han abolido el enema y el rasurado. La episiotomía, que se aplicaba en todas las primerizas, ha ido disminuyendo como resultado del conocimiento de estas investigaciones, llegando a que sólo se aplique en 15 a 20 por ciento de las primerizas”, dijo a IPS el director del CLAP, el argentino José Belizán.
PARTURIENTA, NO PACIENTE
Estas prácticas se enmarcan en la creciente ”medicalización” del embarazo y el parto, etapas naturales en la vida de la mayoría de las mujeres.
Por lo común, cuando una mujer encinta acude a una institución médica para controlar su embarazo, se convierte en ”paciente” y es tratada como si portara una enfermedad.
”En la medida en que lo corporal adquiere importancia en los Estados de alta organización social, todos los ámbitos de la vida irán siendo sometidos al dictamen médico, empezando por el nacimiento (y el parto)”, señala Alfons Labish, uno de los autores del libro ”La medicalización de la sociedad” (Editorial Nordam – Comunidad, Montevideo, 1993).
Según la partera uruguaya Gilda Vera, de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento (Relacahupan), estos problemas se deben tanto a la excesiva medicalización, como a la falta de actualización científica del personal de salud.
Una de las consecuencias de este fenómeno es la creciente popularidad de la cesárea, vista a menudo como un ”parto más seguro”.
EPIDEMIA DE CESAREAS
En la región se efectúan más de 850.000 cesáreas innecesarias por año, práctica que eleva la mortalidad materna entre dos y seis veces respecto del parto vaginal, señala un estudio de los ginecólogos Belizán, Fernando Althabe y Sophie Alexander, y del pediatra y epidemiólogo Fernando Barros.
En 12 de los 19 países latinoamericanos estudiados, los partos quirúrgicos van de 16,3 a 40 por ciento de todos los nacimientos, mientras el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 15 por ciento.
Chile encabeza la lista, con 40 por ciento de cesáreas, seguido por Brasil con 27,1, República Dominicana con 25,9, y Argentina con 25,4.
Aunque la ”epidemia” de cesáreas no es nueva, en la región, ”se toman pocas medidas para reducir su uso”, pues ”culturalmente se la acepta como una forma normal de dar a luz”, afirma la investigación.
En Chile y Colombia la cesárea llega hasta casi 60 por ciento de todos los nacimientos en servicios privados de salud.
Al parecer, muchas causas se cruzan. Hasta cierto momento se estimó que había razones económicas, pues los médicos recibían más remuneración por una intervención quirúrgica que por un parto natural. Pero las diferencias de pago por ambos actos médicos ya no existen, según Belizán.
Otro de los argumentos utilizados es que ”el médico está saturado de trabajo y a veces emplea la cesárea porque implica menos tiempo y se puede programar”, dijo.
También se discute el reclamo de cesáreas por parte de las mujeres. ”En casi todas las encuestas entre mujeres que han tenido buenas cesáreas o partos vaginales, 85 por ciento contestó que prefería el último”, sostuvo.
Otro factor que podría incidir son las demandas por mala praxis, que generalmente recaen ”contra el (médico) que no hizo (en este caso una cesárea), y no contra el que hizo mucho”, explicó.
MADRES ACTIVAS
La prédica del CLAP se basa en investigaciones y en revisiones de estudios realizados en todo el mundo. El Centro divulga sus hallazgos, efectúa recomendaciones y trabaja en formación técnica y humana con instituciones médicas de la región.
Las reacciones que recoge van desde el rechazo total hasta la aceptación plena de sus recomendaciones. ”Las más entusiastas son las parteras”, dijo Belizán.
Y algunas cosas están cambiando.
En la maternidad del hospital estatal Pereira Rossell (la mayor de Uruguay) ya no se usa el rasurado ni el enema, y la episiotomía es restringida.
En Bolivia se introdujo una nueva normativa que alienta grandes cambios en la atención del embarazo y el parto y en el papel activo de la madre. En hospitales de Costa Rica y de Guatemala se trabaja en capacitación en mejores prácticas con buenos resultados.
El parlamento de Argentina estudia un proyecto de ley que establece el derecho de las mujeres a contar con una compañía de su elección durante el trabajo de parto y el mismo parto, aún vedado en la mayoría de los hospitales públicos de la región. Uruguay tiene en vigor una ley similar desde 2001.
Además, las mujeres se están organizando para acceder a información y a asistencia más apropiada.
Una de esas iniciativas es Relacahupan, creada en 2000. Esta red ”promueve la humanización y el redescubrimiento de lo que es normal durante el ciclo reproductivo y neonatal”, explicó a IPS Vera, coordinadora para América del Sur.
”Hemos logrado poner en las mesas de debate de la mayoría de los países la calidad de la atención en el embarazo, parto y nacimiento, y los derechos que tienen las mujeres en esa etapa de sus vidas”, sostuvo.
Las mujeres deben ser ”empoderadas con espacios de preparación”, no sólo en el ”conocimiento de su cuerpo, sino en los derechos a ser escuchadas, respetadas y tomadas en cuenta como verdaderas protagonistas de ese proceso”, opinó Vera.
PARTOS TRAUMATICOS
En el extremo opuesto subsisten realidades terribles.
En la maternidad Nuestra Señora de las Mercedes de la septentrional ciudad argentina de Tucumán, la más grande de ese país por cantidad de partos, nacen 14.000 niñas y niños por año en un ambiente hostil hacia sus madres.
Ese fue el fallo de una investigación encargada por el estatal Consejo Nacional de la Mujer, financiada por el Banco Mundial y divulgada en diciembre de 2003 por el diario bonaerense Página 12.
Por la superpoblación, en ocasiones dos mujeres deben compartir una cama. El régimen deshumanizado prohíbe a las parturientas una compañía de su elección y las identifica con un número.
Según testimonios en el informe, el personal de salud utiliza corrientemente con las doloridas parturientas frases como ”Abrí las piernas y callate. Bien que te gustó” o ”Lo hubieras pensado antes”.
La investigación se propuso analizar la generación y reproducción de la violencia institucional en la maternidad, que cuenta con ”escasa estructura edilicia como de recursos humanos y técnicos”, según el documento.