Mientras marines estadounidenses sitiaban la rebelde ciudad de Faluja, en el «triángulo sunita» de Iraq, las fuerzas ocupantes abrieron un nuevo frente este lunes para aplastar un levantamiento chiita en Bagdad y en el Sur.
Para muchos expertos, éste podría ser un gran punto de inflexión en la ocupación militar de Iraq, iniciada tras la invasión que Estados Unidos y sus aliados lanzaron el 20 de marzo de 2003.
Al parecer, las autoridades estadounidenses creen que dos demostraciones simultáneas de fuerza les sugerirá a los rebeldes sunitas y a los cada vez más impacientes chiitas que Washington sigue a cargo del proceso de "transición" en curso.
Además, estos combates se desarrollan pocas horas después de las peores pérdidas de las fuerzas ocupantes desde el fin de la operación militar, formalizado hace 11 meses,
Pero algunos expertos en Estados Unidos advirtieron que las dos acciones levantarían aun más resistencias entre los sunitas y, lo que es peor, en la comunidad chiita, que constituye 60 por ciento de la población iraquí y que sufrió discriminación a manos de sucesivos gobiernos iraquíes.
Anthony Cordesmann, del conservador centro para Estudios Estatégicos e Internacionale en Washington, ha alertado que la activa oposición de la población chiita a la ocupación tornaría ingobernable a Iraq.
Las acciones del lunes sucedieron al asesinato y mutilación el jueves de cuatro contratistas privados estadounidenses en Faluja y la muerte de cinco soldados el mismo día al explotar una bomba en la carretera, a unos 15 kilómetros de esa ciudad mayoritariamente sunita.
También siguieron a la muerte de ocho soldados estadounidenses en combate con fuerzas del Ejército Mahdi, organización armada liderado por el clérigo chiita Muqtada al-Sadr en Bagdad.
Estas milicias y sus simpatizantes mostraron cada vez más hostilidad a la ocupación desde que las autoridades clausuraron el periódico de Sadr, Al Hawza. Desde entonces hubo levantamientos en las localidades de Najaf, Kufa y Amara, en el sur chiita, donde llegaron a capturar comisarías.
Un soldado de El Salvador y al menos dos docenas de iraquíes murieron en los choques.
Para reafirmar su poder, fuerzas estadounidenses lanzaron ataques con helicópteros Apache sobre la zona de Bagdad donde opera el Ejército Mahdi, que parecía mantener el control sobre las calles.
Mientras, un juez iraquí emitió orden de arresto contra Sadr por el asesinato en abril de 2003 del ayatolá (clérigo chiita) Abdel-Makid al Khoei, en Najaf.
Sadr se refugió en una mezquita en la localidad de Kufa, la cual está rodeada por tropas de la coalición.
Estados Unidos niega que la ocupación esté pasando por una crisis. El presidente George W. Bush insistió en que Washington mantendría sus acciones en Iraq de acuerdo con lo planificado, incluida la entrega de la soberanía un gobierno interino el 30 d ejunio.
Pero desde otros puntos de vista, tanto opuestos como favorables a la ocupación, se percibe un paisaje mucho más tétrico.
"Estamos al borde de una guerra generalizada en Iraq", dijo a IPS el profesor Larry Diamond, asesor de la Autoridad Provisional de la Coalición ocupante en el país árabe.
De todos modos, el experto sostuvo que, si quieren tener alguna esperanza de éxito en el proceso de transición, las autoridades deberán seguir hasta el fondo cualquier intento de reprimir a las fuerzas de Sadr hacia el desarme y desmantelamiento de todas las milicias iraquíes.
Diamond, experto en democracia del Hoover Institution en California, también exhortó al gobierno a aumentar la cantidad de soldados en Iraq, y acusó a Irán de financiar y armar a Sadr y a otros dirigentes chiitas.
"Irán está embarcado en una campaña concienzuda, hábil y bien dotada dirigida a derrotar cualquier mecanismo para crear una democracia genuina y pluralista en Iraq", afirmó el especialista. Al igual que él, muchos integrantes del ala más conservadora del gobierno de Bush atribuyen a Teherán de crecientes problemas de la coalición en Iraq.
"Creo que deberíamos decirle al régimen iraquí que si no cejan en su empeño, jugaremos su mismo juego y los desestabilizaremos", concluyó Diamond.
Mientras, Chris Toensing, editor del Proyecto de Información e Investigación de Medio Oriente, quien visitó Iraq el mes pasado, coincidió en que se llegó a un punto decisivo, en especial respecto de los chiitas.
De todos modos, advirtió que demostraciones de poder militar como las lanzadas por la Coalición podrían ser contraproducentes.
"Esto es lo que quiere Sadr. Su padre fue un mártir a manos de Saddam Hussein. El quiere ser mártir de la ocupacióin estadounidense, por lo que, en cierto sentido, Washington está jugando en su favor", explicó.
La respuesta de Estados Unidos podría tener como efecto indeseado la radicalización del máximo líder religioso chiita iraquí, el gran ayatolá Alí al-Sistani, quien hasta ahora ha cooperado con la coalición. Pero su último decreto religioso (fatwa) declaró ilegítima la constitución aprobada por el Consejo de Gobierno designado por la ocupación.
Sistani —quien consideró "legítimos" los reclamos chiitas aunque pidió "calma"— es considerado un político moderado que, supuestamente, detesta Sadr, si bien ha apoyado algunas de sus posiciones.
Según Toensing, "Sistani ha seguido a la opinión pública chiita más que haberla liderado". (FIN/IPS/traen-mj/jl/ip ik/04)