Estados Unidos sufre una crisis en Iraq. La señal es clara: el presidente George W. Bush suspende sus vacaciones de Pascua en Texas y convoca a una conferencia de prensa para que las cadenas de televisión la emitan en el horario de mayor audiencia.
Se trata de la 12 conferencia de prensa realizada por Bush en tres años y medio que lleva su presidencia, y la tercera en emitirse en horario estelar.
Las cuestiones principales abordadas por el mandatario ante la prensa son también las prioridades de la agenda de la campaña hacia las elecciones presidenciales de noviembre: la ocupación de Iraq y la guerra contra el terrorismo.
El presidente quiere brindarle al pueblo estadounidense una actualización sobre Iraq y hablar sobre lo que se avecina, dijo este martes el secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan.
En las últimas dos semanas, al menos 70 soldados estadounidenses murieron violentamente en Iraq, con lo que suman por lo menos 677 los fallecidos desde el comienzo de la guerra.
De ese total, una minoría —139— murieron entre el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003, en lo que el propio Bush definió como el combate principal. Otros miles sufrieron mutilaciones y heridas.
Los combates de las últimas dos semanas se registraron en el sur de mayoría chiita, en el denominado triángulo sunita y en la propia Bagdad.
Al menos 700 iraquíes —hombres, mujeres y niños— murieron en este último ciclo de violencia, la mayoría dentro o en los alrededores de Faluja, el bastión de la resistencia sunita, en las dos semanas más sangrientas desde la caída del régimen de Saddam Hussein en abril de 2003.
También se sabe que el presidente afronta una crisis cuando el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, considera la posibilidad de que hasta 14.000 se sumen a los 135.000 ya apostados en Iraq, casi un año después de que Bush declarara el fin de la guerra.
Otra señal de la crisis es que un antes poco conocido clérigo chiita, el ayatolá Muqtada al-Sadr, se declare preparado para morir, mientras funcionarios iraquíes entrenados por Estados Unidos se niegan a combatir del lado de las tropas de ocupación, y los gobiernos aliados urgen a sus ciudadanos a huir del país árabe.
El nombre de Faluja encarna hoy las dudas que rodean la ocupación militar de Iraq y los planes estadounidenses de entregar la soberanía del país a un gobierno provisional antes del 30 de junio. Todo eso da origen a muchas preguntas urgentes, más que la necesidad de una actualización.
Ya algunos familiares de militares consideran totalmente innecesaria la masacre de soldados en Iraq. Las organizaciones Familias de Militares Se Manifiestan, Veteranos por la Paz y Unidos por Paz y la Justicia advirtieron este martes en una declaración que la ocupación de Iraq es el problema, no la solución.
Las organizaciones entienden que aumentar la presencia militar sólo originará muertes de iraquíes y de soldados estadounidenses.
El Centro para el Progreso Estadounidense, institución académica fundada por ex funcionarios de la presidencia de Bill Clinton (1993-2001), formularon una lista de preguntas que Bush debería contestar en su conferencia de prensa.
¿Estamos embarcados en grandes combates? ¿En qué es diferente Iraq de Vietnam? ¿Se puso en contacto con nuestros aliados cuando estuvo de vacaciones? eran algunas de ellas.
En una columna publicada este martes por el diario The Washington Post, el virtual candidato del opositor Partido Demócrata a la presidencia, John Kerry, sostuvo que los últimos acontecimientos en Iraq demostraron un avanzado grado de mal juicio de parte de Bush.
Kerry, quien competirá con Bush en las elecciones de noviembre, exhortó a aliviar el peso de Washington en la ocupación de Iraq, y a entregar la administración civil del país árabe a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La semana pasada, la situación en Iraq ha cambiado dramáticamente para peor, escribió el senador demócrata, para quien los últimos acontecimientos llevará a los gobiernos extranjeros a ser extremadamente reticentes a arriesgar a sus ciudadanos.
La principal responsabilidad de la seguridad debe quedar en manos de militares estadounidenses, preferiblemente ayudados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hasta que tengamos una fuerza de seguridad iraquí plenamente preparada para asumir la responsabilidad, escribió Kerry.
Pero aun eso no es una meta sencilla para Estados Unidos, que en 1990 logró reunir una coalición de 33 países para expulsar de Kuwait a las fuerzas del régimen de Saddam Hussein al año siguiente.
No hay nadie fuera de Estados Unidos que no piense que esto es un total, puro y auténtico desastre. Nunca ha estado más claro que Estados Unidos necesita apoyo internacional en Iraq, y nunca pareció menos posible que pueda obtenerlo, sostuvo Ivo H. Daalder, experto del centro académico Brookings Institution, en Washington.
La crisis también queda en evidencia cuando los informes desde Iraq indican que los soldados ocupantes lanzan ovaciones cuando se enteran que los rehenes tomados por la resistencia son la mitad de lo que se pensaba originalmente: 40 y no 80, como si eso fuera poco.
El portavoz de las autoridades civiles estadounidenses en Iraq, Dan Senor, informó este martes que los 40 rehenes extranjeros proceden de 12 países.
La crisis se muestra en todo su esplendor cuando los diplomáticos extranjeros en Iraq no piden tantas entrevistas al Consejo de Gobierno designado por Washington o a las autoridades de la ocupación estadounidense, como los líderes religiosos cuyo prestigio pretende minar la administración de Bush.
La Liga de Estudiosos Musulmanes, un grupo moderado de clérigos independientes, han sido los mediadores en casi todas las liberaciones de rehenes registradas hasta ahora.
Por último, pero no por eso menos importante, Bush recibe reclamos, incluso dentro de su propio Partido Republicano, de retrasar el plazo para la entrega de la soberanía a un gobierno elegido por los propios iraquíes.
Los acontecimientos de la semana pasada son como la campanada del despertador para el gobierno de Bush, dijo Kenneth M. Pollack, de Brookings Institution. Tenemos problemas reales, y si el gobierno no está dispuesto a cambiar las cosas esos problemas empeorarán.