ENERGIA: Petróleo barato, adiós

A los altos precios del crudo tras la ocupación militar de Iraq puede seguir pronto un reflujo, como ha ocurrido por décadas luego de cada alza, pero señales de escasez en el mediano y largo plazo indican que se terminó la época del petróleo barato.

Más aun: dentro de una generación, la disponibilidad de petróleo convencional puede no alcanzar para un mundo voraz, que cada año consume más energía fósil.

”Los mecanismos de formación de precios mundiales del petróleo están intactos, no así la conducta histórica de oferta y demanda”, observó a IPS Víctor Poleo, profesor del postgrado en economía petrolera de la Universidad Central de Venezuela.

La demanda mundial de petróleo en 1990 era de 66,2 millones de barriles de 159 litros cada día, mientras que en 2003 alcanzó 79,7 millones de unidades, recordó Poleo. El crecimiento medio anual, de 900.000 barriles diarios, agregó 13,5 millones de barriles en menos de 15 años. Pero sólo en 2003 la demanda creció 1,4 millones de barriles por día.

China ha sido gran motor de la demanda, pues consumió el año pasado hasta 6,4 millones de barriles diarios, frente a sólo 2,4 millones en 1990. A la inversa, la ex Unión Soviética utilizaba 8,4 millones de barriles por día en 1990 y apenas 3,2 millones de unidades en 2003.

”De haber crecido sostenidamente la demanda de Rusia y de otros países de su entorno, el mundo consumiría ahora 85 millones de barriles por día y los precios serían todavía más altos”, señaló el experto.

Según Poleo, éstos ”son tiempos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, y en particular de su productor 'swing' (el que se hace cargo de completar la cuota) Arabia Saudita, capaz de hacer fluctuar su extracción entre ocho y doce millones de barriles por día”.

Las reservas probadas de petróleo en el mundo se calculan en poco más de un billón (un millón de millones) de barriles, y la cuarta parte está bajo suelo saudita. En todo el Golfo se ubican 65 por ciento de los depósitos de crudo convencional.

Pero un escándalo en la trasnacional petrolera Shell alteró esa certidumbre en las últimas semanas.

El gigante angloholandés debió estimar repetidamente a la baja las reservas que están bajo su control, en más de 20 por ciento, es decir, restar a sus estimados casi 4.000 millones de barriles, principalmente al reevaluar sus campos petrolíferos en el emirato de Omán.

El veterano geólogo británico Colin Campbell, de la Association For The Study of Peak Oil & Gas (Asociación para el estudio del tope de producción petrolera y gasífera) estima sobre esa base que los países del Golfo tienen menos reservas que los montos de los que hasta ahora se han ufanado.

El reino saudita tendría 210.000 millones de barriles en vez de los 261.000 que reivindica al presentar a su compañía estatal Aramco como capaz de producir durante 50 años a un ritmo de 15 millones de barriles por día.

Iraq -con su industria petrolera gravemente afectada por la invasión y ocupación militar estadounidense desde marzo del año pasado- poseería 90.000 millones de barriles en vez de los hasta ahora estimados 112.000 millones.

Kuwait tendría 55.000 millones en lugar de los 90.000 que se le atribuyen, y Emiratos Arabes Unidos 60.000 millones en vez de 98.000 millones de unidades.

”Quizá a los productores árabes se les pasó la mano cuando en las décadas de los 60 y 70 en el siglo XX estimaron sus reservas al alza, casi como por decreto”, comentó a IPS Francisco Mieres, profesor de economía petrolera y ex embajador venezolano en Moscú.

Alberto Quirós, ex presidente del grupo Shell en Venezuela, evocó estudios según los cuales declinan rápidamente grandes campos sauditas, como Ghawar (que produce 5 millones de barriles diarios), Abqaiq y Berri, todos en el centro-este, cerca de las aguas del Golfo.

Este agotamiento coloca a la monarquía ante la disyuntiva de explotar o no campos maduros, a un mayor costo, para sostener su potencial.

Pero, sostuvo Quirós, nuevos e intensos desarrollos en Arabia Saudita implicarían un volumen de inversiones al margen del monopolio de Aramco, y quizá Riyad no quiera hacerlas a la velocidad que requeriría Estados Unidos, en el marco de unas relaciones complejas entre Washington y el reino por la conflictividad en Medio Oriente.

Según Poleo, la raíz del problema es que Estados Unidos ”es víctima terminal de su metástasis energética. No tiene ni el petróleo ni el gas necesarios para alimentar su estilo de desarrollo. Con apenas seis por ciento de la población mundial, consume cada día 25 por ciento del petróleo y del gas que produce el planeta”.

Para mediados de la década pasada se esperaba una ”conducta estable” de la demanda de gasolina estadounidense, recordó Poleo, de alrededor de 7,2 millones de barriles por día. ”Pero no fue así. La voracidad en Estados Unidos por gasolinas llegó en 2003 a nueve millones de barriles, uno de cada dos litros de gasolina quemados en el mundo”.

La demanda de crudo y otros energéticos no hará sino aumentar. Estados Unidos importa hoy seis de cada diez barriles del petróleo y dos de cada diez metros cúbicos del gas que consume. En 2020 importará ocho de cada diez barriles de petróleo y cuatro de cada diez metros cúbicos de gas, según estudios de su gobierno.

La Agencia Internacional de Energía (de países industrializados) ha estimado que en 2030 la producción de petróleo convencional habrá llegado a un tope de 100 millones de barriles diarios, pero el mundo demandará 120 millones. ”La brecha será llenada por petróleo no convencional y luego por carbón”, según Quirós.

El petróleo no convencional está formado por crudos superpesados y bitúmenes, como los que existen en grandes cantidades en Athabasca (centro-occidente de Canadá) y en la faja del Orinoco, del sudeste venezolano. Venezuela puede agregar 270.000 millones de barriles de reservas probables a los 78.000 millones que tiene en reservas probadas.

La demanda -y con ella los precios- se ha fortalecido tanto por el auge de mercados como China y el resto de Asia oriental, como por la baja en las expectativas de una mayor oferta mundial. México, Canadá y Guinea Ecuatorial agregaron volúmenes modestos y la producción del mar del Norte (Noruega y Gran Bretaña) da señas de declinación.

Quedan los grandes depósitos del Cáucaso y de Siberia: Rusia tiene un tercio de las reservas mundiales de gas y 60.000 millones de barriles de reservas de crudo. ”Pero sacar hidrocarburos del Cáucaso obliga a que oleoductos y gasoductos recorran grandes distancias por zonas turbulentas, lo que inyecta riesgos y costos”, advierte Mieres.

Llevar esos hidrocarburos a China, por ejemplo, implica cruzar la noroccidental provincia autónoma de Xinkiang, donde está la población uigur, de confesión musulmana y con una conflictiva relación con el gobierno central, recordó.

En el extremo norte ruso, como en Murmansk y Siberia oriental, existen yacimientos abundantes, pero su producción y envío a los mercados de Europa o Estados Unidos deben hacerse en condiciones climáticas casi glaciales, y por tanto igualmente costosos.

Michael Klare, profesor de Paz y Seguridad en el estadounidense Hampshire College de Massachusetts advierte que ”la presión por suministros petroleros será cada vez más severa, cada vez más frecuentemente se registrarán déficit”

Poleo cree que la voracidad por petróleo y gas repercutirá en América del Sur, porque el arco andino, que va desde Trinidad-Tobago hasta Bolivia y contiene gas, crudos convencionales y petróleos pesados, es el tercer gran reservorio mundial, después del Golfo y el Cáucaso.

Campbell advierte que ”hay sólo unos pocos grandes campos por descubrir. El 90 por ciento de ellos ya ha sido encontrado”, y con que la demanda crezca dos por ciento anual, el cuello de botella se presentará desde 2010, con precios cada vez más altos.

Al respecto, Poleo se preguntó ”¿qué son precios altos? Hace tres décadas, el barril costaba poco más de dos dólares, los mismos 30 dólares bajo la actual deflación”, por una inflación interanual promedio de 1,3 por ciento en Estados Unidos desde 1974.

La OPEP, según fuentes de su secretariado en Viena, tiene una ”banda paralela” para su cesta de crudos, más alta que la oficial de 22 a 28 dólares por barril. Pero está bajo enorme presión estadounidense, que reclama precios más bajos para apuntalar su economía.

La OPEP está integrada por Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela. Bagdad está excluido de su sistema de cuotas y de las decisiones sobre aumentos o recortes de producción.

La mayoría de los expertos coincide en que, más allá de los altibajos, la era del petróleo barato que ”puso de rodillas a la OPEP”, según la consigna del ex presidente estadounidense Ronald Reagan (1981-1989) está llegando a su fin.

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