El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) rechazan las acusaciones según las cuales en sus 60 años de trayectoria han contribuido a aumentar la pobreza del mundo en desarrollo.
Organizaciones no gubernamentales también imputan a las instituciones surgidas de la conferencia internacional en el poblado estadounidense de Bretton Woods, en julio de 1944, la devaluación de los derechos básicos de millones de personas afectadas por sus programas de crédito.
En las vísperas de la reunión conjunta anual de la primavera (boreal) este fin de semana, jerarcas del Banco y del FMI se acreditaron la estabilización de la economía mundial, programas para ayudar a los pueblos a salir de la pobreza y para la educación de millones de personas.
Pero los críticos de estas instituciones dicen todo lo contrario.
La economía mundial tuvo una tasa de crecimiento nunca antes alcanzada en la historia, dijo la directora gerente interina del FMI, Anne Krueger.
También creció el comercio internacional, gracias a su liberación, promovida por el FMI y el Banco, añadió. Las condiciones de vida, las expectativas de vida, la educación, cualquier indicador que ustedes nombren, no solo los ingresos, han subido, agregó.
Krueger, a cuya institución se le atribuye con frecuencia responsabilidad por las crisis económicas de Asia en 1996 y Argentina en 2001, sostuvo que el FMI y el Banco constituyen un mejor marco internacional en el cual la estabilidad financiera internacional importa.
La funcionaria también acreditó a las instituciones de Bretton Woods la estabilidad de los precios, el control de la inflación y una mayor comprensión de la importancia del equilibrio macroeconómico en el mundo.
Aún tenemos muchos pobres, aún tenemos mucho por hacer, pero estamos olvidando cómo eran las cosas hace 50 años, sostuvo.
El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, coincidió con Krueger en una conferencia de prensa este jueves, en la que desacreditó algunas quejas de activistas integrantes del autodenominado movimiento por justicia mundial.
Decimos que hubo buenos avances en los últimos 20 años, y eso es verdad. Y hubo buenos avances en varias cosas: en alfabetización, en expectativa de vida, dijo Wolfensohn.
Ambas organizaciones nacieron como consecuencia de los acuerdos alcanzados en una conferencia a la que asistieron representantes de 45 países entre el 1 y el 22 de julio de 1944, en la nororiental localidad estadounidense de Bretton Woods.
Los delegados procuraban construir un marco económico para la cooperación armónica entre las naciones. Se establecieron entonces los Artículos de Acuerdo para el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (embrión del Banco Mundial) y el FMI.
Pero los críticos de ambas instituciones le asignan una baja calificación en la persecución de los objetivos que supuestamente constituyen su razón de ser: el desarrollo económico de todos los pueblos del mundo y la eliminación de la pobreza.
En una conferencia para periodistas, economistas y activistas, representantes de organizaciones que cuestionan el accionar del Banco y el FMI los acusaron de condenar a millones de personas a la pobreza.
En su 60 aniversario, el Banco Mundial parece sufrir una especie de amnesia institucional, dijo el director de políticas de la Red Internacional de Ríos, Peter Bosshard.
El activista sostuvo que el Banco ha respaldado grandes proyectos de infraestructura y represas que obligaron al reasentamiento de más de 10 millones de personas, así como la inundación permanente de millones de hectáreas de tierra.
Además, los países receptores de esos préstamos quedan prisioneros de pesados servicios de deuda por la insistencia del Banco en aconsejar la construcción de esas enormes obras, mientras los fondos terminan en manos de grandes empresas multinacionales radicadas en países ricos, sostuvo Bosshard.
A sus 60 años, uno esperaría que el Banco fuera un poco más sabio, ironizó.
Pero Wolfensohn consideró que el rendimiento de la institución había mejorado mucho, y que las críticas se concentraban en viejos problemas.
Estamos haciendo un trabajo 10 veces mejor que en los años 80, porque hemos comprendido que los derechos humanos y la eficacia de los programas de reasentamiento (de población desplazada) no son una actividad marginal sino central, afirmó.
Mientras, la organización humanitaria católica internacional Oxfam discrepó con la visión de Wolfensohn.
El Banco y los países donantes aún le están fallando a los pobres, dijo el asesor político de Oxfam, Max Lawson. Es vital un aumento urgente del alivio de la deuda y de la asistencia de los donantes. A sus 60 años, el Banco es suficientemente viejo como para saberlo.
Los críticos procedentes de organizaciones religiosas y de la sociedad civil afirmaron que el FMI y el Banco deberían actuar en varios frentes.
En primer lugar, demandaron a ambas instituciones transparencia ante la prensa y la ciudadanía mundial, así como a dejar de formular propuestas de privatización, nuevos tributos y austeridad que ponen en peligro el acceso del público al agua potable, la vivienda y la salud.
También les exigieron dejar de apoyar proyectos social y ambientalmente dañinos, como los de explotación, transporte y procesamiento de petróleo y gas y de represas. Además, insistieron en la cancelación de la deuda de los países más empobrecidos.
Pero Wolfensohn discrepa de esa iniciativa. Nadie quiere no tener programas sociales, pero, al igual que con los individuos endeudados, sería mucho mejor gastar en cosas que uno quiere e ignorar las obligaciones, ironizó el funcionario.
Y en cierto punto, no se puede simplemente dejar de pagar las tarjetas de crédito, los préstamos bancarios y las hipotecas y decir: 'Lo que realmente quiero hacer es educar a mis hijos'.