Dicen que hay incertidumbre científica sobre el cambio climático, y es cierto, podemos estar sobrestimando sus efectos, pero también podríamos estar subestimándolos, lo que obligaría a duplicar las precauciones, dijo el experto estadounidense Robert Watson.
Sin embargo, Estados Unidos sólo aplica la precaución a Iraq, ironizó Watson, director del Departamento de Ambiente del Banco Mundial, en referencia a la guerra que Washington lanzó contra ese país en busca de armas de destrucción masiva jamás halladas.
Estados Unidos (responsable de 25 por ciento de las emisiones globales de gases invernadero que recalientan la atmósfera) se niega a suscribir cualquier compromiso obligatorio de reducirlas.
El especialista, que presidió entre 1996 y 2002 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés, el grupo de expertos en clima más influyente del mundo) abandonó el cargo cuando el gobierno de George W. Bush le retiró su apoyo.
De visita en Buenos Aires, Watson estimó que el interés estadounidense en el cambio climático podría revivir por su impacto en la seguridad, sobre todo por el movimiento de refugiados ambientales que huirían de adversas condiciones climáticas.
Creo que ése debería ser un capítulo en el próximo informe de evaluación del IPCC, recomendó.
UN PROBLEMA DE DESARROLLO
La alteración del clima no es un problema de ambiente sino de desarrollo, pues amenaza con aumentar la pobreza, el hambre, las enfermedades, y afecta la seguridad nacional, regional e internacional, advirtió Watson en el Taller de Lanzamiento de la Segunda Comunicación Nacional de Argentina a las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, iniciado el lunes en Buenos Aires.
Los principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero son países industrializados, y los más afectados son países en desarrollo, añadió.
Estamos alterando la composición de la atmósfera más de lo que ha cambiado en los últimos 500.000 años. Esto provocaría un aumento de la temperatura promedio de la superficie de entre 1,5 y 5,8 grados para 2100 y un aumento en el nivel del mar de entre 0,08 y 0,88 metros para el mismo año, explicó Watson
Y enumeró efectos conocidos: que el cambio climático ya provoca aumentos en la temperatura global, incremento de precipitaciones intensas y de vientos tropicales, sequías más intensas y avances del mar sobre territorios bajos.
Todo ello tendrá grave impacto en la pobreza, el hambre y la salud de la población más vulnerable, aseveró.
En el mundo hay 1.300 millones de personas sin acceso a agua limpia, 2.000 millones sin saneamiento y otros tantos sin electricidad, además de 800 millones de desnutridos, recordó Watson.
El cambio climático puede empeorar todos esos problemas, pues disminuirá la cantidad y calidad del agua, agravará las sequías, las inundaciones y las enfermedades transmisibles por insectos, reducirá la productividad agrícola y aumentará los desplazamientos humanos, puntualizó.
Si hoy hay un tercio de la población mundial en problemas, serán dos tercios en 2100, alertó.
Los problemas sociales derivados del aumento de la temperatura darán lugar a más conflictos, porque los países pobres tienen menor capacidad de adaptarse al cambio climático.
Los países ricos pueden cambiar la infraestructura para resistir, pero los más pobres no pueden comprar soluciones, advirtió.
La Convención exige a los estados miembros inventarios de sus emisiones de gases considerados responsables del recalentamiento de la temperatura atmosférica (producto sobre todo de la combustión de petróleo, gas y carbón).
A fin de actualizar la información sobre sus emisiones, Argentina obtuvo una donación de 1,14 millones de dólares del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés).
UN PEQUEÑO PASO ESENCIAL
El Protocolo de Kyoto, acordado en 1997 en el marco de la Convención, es el único instrumento internacional que prevé obligaciones para los países industriales: establece la reducción de gases (principalmente dióxido de carbono) a volúmenes cinco por ciento inferiores a los de 1990, en el período 2008-2012.
Pero aún no está en vigor, pues requiere la ratificación de 55 naciones parte (industriales) que sumen al menos 55 por ciento de las emisiones globales. A fines de 2003 las ratificaciones sumaban 44,3 por ciento.
Si Estados Unidos retornara a este pacto (del que se retiró en 2001 por decisión de Bush) el cumplimiento subiría a 80 por ciento. Si Rusia lo ratificara, la proporción de emisiones comprometidas subiría a 61 por ciento. En ambos casos entraría en vigor.
Descartado el interés de Estados Unidos, el proceso está estancado por Rusia, y todo depende de ese país, dijo Watson a IPS.
Sin embargo, la entrada en vigor del Protocolo es un pequeño paso, por sus metas modestas. Se requeriría entre 60 y 80 por ciento de abatimiento de gases para estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera a niveles normales, señaló.
Con todo, es esencial hacer de Kyoto un acuerdo obligatorio y enviar una señal al mercado de que hay un potencial de nuevos negocios en energías limpias, opinó.
Hay entre 40 y 50 empresas multinacionales grandes como Shell, British Petroleum, Río Tinto o Toyota, que creen que el cambio climático es un tema serio y requiere de una aproximación agresiva en la producción y el uso de la energía, destacó.
Las empresas saben que las regulaciones serán inevitables en algún momento y quieren adelantarse y aprovechar oportunidades para hacer negocios, opinó.
MITIGACION O ADAPTACION
Si Rusia ratificara el Protocolo antes de la X Conferencia de las Partes de la Convención, que se realizará entre el 6 y el 17 de diciembre en Buenos Aires, los estados podrán empezar a discutir metas más ambiciosas, como compromisos de reducción de gases más allá de 2012.
Será muy importante tener a bordo de la negociación a Estados Unidos y a los países en desarrollo más grandes, como Brasil, China, India, México, Sudáfrica y la propia Argentina, para los cuales Kyoto no prevé obligaciones.
Pero si el Protocolo fracasa, tendríamos que hablar de adaptación al cambio climático, aun cuando el tema clave a tratar es el de la mitigación de su impacto.
Hay que discutir las dos cosas, pero si sólo vamos a hablar de adaptación significaría resignarnos, dijo.
La adaptación al cambio climático será propuesta como tema principal de la COP-10 por el embajador argentino Raúl Estrada Oyuela, previendo que no se consiga antes la ratificación rusa del Protocolo.
Hay que prepararse para la peor hipótesis, dijo Estrada Oyuela, director de Asuntos Ambientales de la Cancillería argentina.
El climatólogo argentino Osvaldo Canziani, co-presidente del grupo de trabajo sobre cambio climático, vulnerabilidad, impactos y adaptación del IPCC, estima que los niveles de gases concentrados en la atmósfera obligan a la adaptación para reparar daños ya inevitables.
Por ejemplo, las inundaciones más frecuentes y el retroceso de los glaciares, dijo. Las inundaciones de la nororiental provincia argentina de Santa Fe causaron en 2003 más de una veintena de muertos y miles de evacuados, y fueron consideradas una muestra de vulnerabilidades críticas por el experto.
Más pragmático, el subsecretario de Ambiente de México, Fernando Tudela, recomendó a los países adaptarse como si no hubiera mitigación y mitigar como si no hubiera adaptación.
Y es que al ritmo que vamos, no vemos mucho de ninguna de las dos cosas, lamentó el funcionario. (FIN/2004)