LIBERIA: Mujeres dejan las armas pero no olvidan

Volver a tener una vida normal nunca será fácil para quienes pelearon en la guerra civil liberiana, pero para las mujeres el desafío es mayor.

El año pasado, Liberia fue centro de la atención mundial cuando los rebeldes Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) y el Movimiento para la Democracia en Liberia tomaron control de casi todo el país y forzaron la renuncia del presidente Charles Taylor.

Entonces, muchas mujeres tomaron las armas voluntariamente o por la fuerza.

En medio del caos, fueron víctimas de constantes abusos sexuales, aun de sus propios compañeros. Algunas, apenas adolescentes, fueron secuestradas para integrar las filas de alguno de los bandos en pugna.

Hay cientos de casos diferentes, pero todos tienen algo en común: la violencia arruinó sus vidas.

”Fuimos sometidas a abusos sexuales constantes de manos de nuestros propios comandantes y sus soldados”, recuerda Rebecca Gartor, de 19 años.

Khadi Williams, de 20 años, se sumó voluntariamente al LURD y fue capturada por las fuerzas del gobierno en la septentrional localidad de Macenta, fronteriza con Guinea. Allí la violaron varios soldados.

Katuma McCauley, de 22 años, se vinculó a un combatiente rebelde y quedó embarazada. Poco después, el padre del niño murió en batalla. Ahora McCauley debe enfrentar la vida sola y criar a su hijo.

Muchas jóvenes fueron obligadas a acompañar a las tropas, tanto rebeldes como del gobierno, pero no para luchar.

”Fueron usadas como esclavas sexuales, cocineras, limpiadoras y, en ciertos casos, también combatientes”, dijo Gartor a IPS, en un campamento abierto por organizaciones no gubernamentales para asesorar a las ex combatientes liberianas.

No hay estadísticas sobre el impacto de la guerra civil liberiana en las mujeres, pero activistas locales estiman que el número de adolescentes afectadas por los combates aumentó en especial luego de que Taylor asumió el poder en 1997.

El último tramo de la incesante guerra civil liberiana comenzó en 1999, cuando el LURD acusó a Taylor de dictador y lanzó una rebelión en el norte del país. En pocos meses, 11 de los 15 distritos quedaron sumidos en la violencia.

En junio de 2003, el LURD inició una devastadora marcha hacia la capital con sangrientos combates contra efectivos de Taylor, dejando un saldo de 600 muertos. El presidente, acorralado y presionado por la comunidad internacional, abandonó el puesto en agosto y huyó a Nigeria.

Varias organizaciones no gubernamentales aprovechan ahora la débil paz de este país africano, y abrieron centros donde se ofrece consejería y asesoramiento a mujeres víctimas de la guerra.

Entre estos se destaca el Hogar Samaritano, ubicado en los suburbios orientales de Monrovia, y dirigido por el activista Thomas Geoffrey.

”El comportamiento de las mujeres era anormal cuando fueron traídas aquí por primera vez por sus propios comandantes. Solían provocar disturbios y pelearse entre ellas”, contó a IPS.

”Esto era porque habían sido expuestas a años de guerra salvaje e indisciplina. Vivían un trauma. Pero, luego de nuestra ayuda psicológica, fueron mejorando gradualmente y regresando a la vida normal”, añadió.

Las mujeres que ahora alberga el Hogar Samaritano son parte de los 1.800 combatientes de Taylor que fueron desarmados a fines del año pasado como parte de las medidas de pacificación. El desarme concluyó abrutamente cuando el intercambio de armas por dinero se volvió imposible.

Se espera que en pocos meses se realice un nuevo desarme de unos 40.000 efectivos.

Evelyne Diggs, de 20 años, fue forzada a unirse a una unidad de combatientes fieles a Taylor llamada ”Jungla de fuego”. La secuestraron cuando volvía del colegio, en marzo de 2003.

Los combatientes ”querían que fuera su esposa, y me negué. Entonces me dieron una pistola y me mandaron al frente de batalla”, contó.

Theresa Bangura, de 17 años, peleó en la división gubernamental de marina.

”Me dieron armas para pelear sin ningún entrenamiento. Pero yo sólo quería volver a la escuela y tener una vida normal”, recordó.

Todas las mujeres del Hogar Samaritano reciben instrucción vocacional y educación gratuita por nueve meses.

Al final de ese período, volverán a ver a sus familias y amigos, en busca de la vida que tenían antes de que las atrapara la violencia. (

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