DESARROLLO: Biotecnología también para los pobres

Científicos y representantes de gobiernos reunidos en Chile abogaron por democratizar la biotecnología y hacer que sus beneficios lleguen también a los países pobres, pero como siempre hay una gran distancia entre los buenos deseos y la realidad.

Unos mil participantes de 79 países se distribuyeron en paneles que trataron los más diversos temas, desde el uso de bacterias y microbios para la producción limpia en la minería, hasta el desarrollo de vacunas, pasando por los recurrentes debates sobre la propiedad intelectual y el comercio.

El primer Foro Global de Biotecnología, realizado en la ciudad de Concepción (515 kilómetros al sur de Santiago), se desarrolló en un ambiente de satisfacción, aunque organizaciones no gubernamentales (ONG) protestaron por la escasa presencia de la sociedad civil en este encuentro.

La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) y el gobierno de Chile convocaron a esta cita, que terminó el viernes y cuyo objetivo central fue el análisis de políticas públicas para que el conocimiento científico y sus frutos materiales lleguen a todos.

Entre los asistentes al encuentro estuvieron el científico chino Huangmin Yan, creador de la vacuna contra el síndrome de deficiencia respiratoria aguda y descubridor del genoma del arroz, así como el botánico suizo Klaus Ammann, investigador de hierbas medicinales indígenas.

Motivado por el Foro Global de Biotecnología se llevó a cabo también en Concepción un encuentro simultáneo de magistrados, cuya preocupación central fue la formación de ”jueces científicos”, una tarea urgente cuando, por ejemplo, los análisis de material genético se legitiman como elementos probatorios en los procesos penales.

Franklin Zweig, presidente del Instituto Einstein para la Salud, la Ciencia y los Tribunales, organizador de la reunión que convocó a un centenar de magistrados, anunció que de este año hasta 2009 esa entidad planea capacitar 120 ”jueces científicos” en América Latina y el Caribe.

En el contexto general del foro, los alimentos transgénicos volvieron a ser un factor de discordia, tanto en los análisis de la lucha contra el hambre como en los debates acerca de los derechos de los consumidores a ser debidamente informados.

El representante regional para América Latina de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Gustavo Gordillo, planteó que las naciones deben utilizar el potencial de la ciencia y la tecnología para aumentar su producción agrícola y conseguir que más gente acceda a los alimentos.

”Es vital que los países en desarrollo no se queden atrás”, subrayó a propósito de la creciente brecha tecnológica con las economías industrializadas.

La FAO apoya el uso de la biotecnología en la agricultura, incluyendo los productos genéticamente modificados, pero teniendo claro que ”biotecnología es mucho más que ingeniería genética”, subrayó Gordillo.

El general, el foro mostró un ambiente de aceptación hacia los alimentos transgénicos, desarrollados mediante manipulación genética, tanto por parte de científicos como de representantes de gobiernos.

Eduardo Bitrán, de la Fundación Chile, lamentó que este país produzca semillas transgénicas pero no pueda cultivarlas debido a prohibiciones legales. Esto implica que las semillas se llevan al exterior y luego regresan acá como derivados, destacó.

Pero José Vargas, director regional para América Latina de la organización Consumers International (Consumidores Internacional, CI), afirmó que no hay políticas públicas adecuadas para proteger al público de los denunciados efectos nocivos de los transgénicos, tanto en el ambiente como en la salud de las personas.

Sin embargo, Albert Basson, de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, aseguró que ”antes de liberar un cultivo transgénico al campo existe un gran trabajo de laboratorio para evitar efectos negativos”.

Vargas replicó que eso no ocurre en los países en desarrollo, donde las regulaciones son casi inexistentes, y agregó que las transnacionales del sector, y especialmente la estadounidense Monsanto, productora de semillas transgénicas y herbicidas, concentran la tecnología de producción, impidiendo evaluaciones científicas independientes.

El director regional de CI refutó también que la manipulación genética sea necesaria para terminar con el hambre que afecta a 840 millones de personas en el mundo, y alegó que la producción mundial actual de alimentos basta para la población del planeta, pero está mal distribuida.

CI, la mayor federación mundial de consumidores, con presencia en 115 países y sede central en Londres, fue la única organización de la sociedad civil presente en el foro, dijeron a IPS fuentes de su oficina latinoamericana.

Juan Carlos Cuchacovich, coordinador de la Campaña de Ingeniería Genética de Greenpeace, señaló que esa ONG ambientalista internacional no fue invitada. El foro no fue una confrontación de ideas, sino una cadenas de presentaciones que dejó la impresión de que ”todo el mundo piensa de la misma forma”, se quejó el dirigente ambientalista.

No obstante esta polémica, el Foro Global de Biotecnología recalcó desde el discurso inaugural del presidente chileno Ricardo Lagos la necesidad de revitalizar y orientar la cooperación internacional en apoyo al desarrollo de un patrimonio biotecnológico en los países más pobres.

Carlos Magariños, director general de la Onudi, planteó tras la clausura del encuentro que ”una sociedad global necesita bienes públicos globales”.

Desde esa premisa, y para alcanzar una efectiva democratización de la biotecnología, los bienes públicos globales a compartir y desarrollar son el conocimiento, la información y los mercados eficientes, señaló el alto funcionario de Naciones Unidas.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe