CHINA: La tierra ya no es de todos

Los votos para reconocer el derecho a la propiedad privada en el parlamento de China están asegurados. Sin disputas al respecto, los legisladores se concentrarán este mes en cómo mejorar la calidad de vida de la postergada población rural.

La propiedad privada es tabú en China desde 1949, cuando la revolución comunista liderada por Mao Zedong declaró el carácter estatal de la tierra y de todos los medios de producción. Este año será el primer reconocimiento de ese derecho desde entonces.

La enmienda constitucional en ciernes, a discutirse en la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) entre este viernes y el 14 de este mes, es el punto culminante de la lenta transformación de China de la economía centralmente dirigida al libre mercado.

De todos modos, "propiedad privada" no será el mantra de la sesión de este año: se prevé que los problemas de las postergadas zonas rurales dominen las deliberaciones.

El presidente chino Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao se apresuraron a imprimir en la agenda parlamentaria su sello personal de responsabilidad ante las demandas sociales.
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Los llamados a mejorar la calidad de vida de la población rural, que representa 70 por ciento de los 1.300 millones de habitantes de China, están en el orden del día.

En cambio, la reciente admisión de capitalistas en el Partido Comunista y el inminente reconocimiento de la propiedad privada son objetivos que se atribuyen al ex secretario general Jiang Zemin, renunciante en 2002.

De todos modos, el destaque de la situación de los campesinos en la agenda parlamentaria es más que sólo un paso del nuevo equipo gobernante para consolidar su poder.

Los crecientes problemas rurales amenazan con refrenar la pujante economía nacional y con aumentar la frecuencia y alcance del estallido de protestas.

El descontento de las familias rurales por el estancamiento de su ingreso está en la raíz de la caída en la cosecha cerealera, sin precedentes en el último lustro. La escasez de granos alarmó a los planificadores del Estado.

Las cosechas de cereales ascendieron en 2003 a 430,6 millones de toneladas, 5,8 por ciento menos que en 2002. Esa cantidad es muy inferior a la demanda.

El poder de compra de los campesinos creció poco en comparación con la más adinerada población urbana y, por lo tanto, también ha sido escasa su participación en el consumo interno, considerado fundamental para el éxito de los planes de crecimiento económico.

El ingreso rural promedio creció el año pasado 4,3 por ciento, cinco puntos porcentuales menos que el de la población urbana, según la Oficina Nacional de Estadísticas.

"La población de agricultores es de tal magnitud que, si no se les asegura un ingreso mínimo, el país no alcanzará la prosperidad", dijo el subdirector de la oficina encargada de la ejecución financiera del presupuesto nacional, Chen Xiwen.

El gobierno respondió a las demandas a través de un Documento Número 1, que se suma a cinco textos así titulados y emitidos por el fallecido patriarca comunista Deng Xiaoping entre 1982 y 1986, todos ellos concentrados en problemas de las áreas rurales.

El informe de 9.000 palabras propone convertir al campesinado en una maquinaria de consumo que impulse la economía mediante inversiones públicas, reducción de impuestos rurales y capacitación de los agricultores para empleos industriales y de servicios en las ciudades.

La clave del Documento Número 1 es un presupuesto rural de 18.000 millones de dólares, 5.000 millones mayor al del año pasado. Su aprobación en el Congreso Nacional del Pueblo será un acontecimiento "histórico", según Chen.

Parte del dinero se destinará a ayudar a los gobiernos locales a brindar servicios de educación y de salud. Eso, según el gobierno central, impedirá que las autoridades locales cobren impuestos excesivos, entre ellos al uso de la tierra y el agua o al usufructo de animales.

Una parte importante del presupuesto se asignará a crear industrias en áreas rurales, para aliviar la pobreza y facilitar oportunidades de empleo a millones de trabajadores cuya única esperanza estaba, hasta ahora, en la emigración a las ciudades.

Al reducir los impuestos al grano de 8,4 a uno por ciento, Beijing espera afrontar la caída en las cosechas y alcanzar la meta de 455 millones de toneladas en 2004. Todos los restantes impuestos a las cosechas comerciales se eliminarán, excepto el del tabaco.

Por otra parte, los legisladores tendrán este año menos tiempo para deliberar que en sesiones anteriores.

En línea con otros gestos de austeridad de altos funcionarios del gobierno, la sesión se acortará a 10 días, del 5 al 14 de este mes. Antes, insumían entre 12 y 20 días.

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