Las grandes cadenas de supermercados de países ricos que se instalan en Africa, Asia y América Latina desplazan a millones de pequeños productores agrícolas, afirmó un equipo internacional de expertos.
En los países en desarrollo que abrieron sus puertas a las cadenas de supermercados para que compitieran con las ferias tradicionales de alimentos, los pequeños agricultores se han empobrecido, porque esas cadenas no les compran a ellos sino a grandes productores, sostuvo el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), con sede en Washington.
Los más golpeados son los pequeños productores de América Latina, Africa, el norte de Africa, Medio Oriente y, en menor grado, Asia.
En gran parte de América Latina, el rápido crecimiento de la industria de los supermercados y, en general, la venta minorista de alimentos, ha pasado por alto a la agricultura de pequeña escala, afirmó el director del IFPRI, Joachim von Braun.
Esto se debe a la mala infraestructura y a contratos inseguros, y a la mayor competitividad de la industria agrícola de mediana y gran escala, añadió.
En los años 90, muchas cadenas de supermercados de Europa y Estados Unidos se encontraron con que sus mercados domésticos estaban saturados y entonces dirigieron la mira hacia países en desarrollo en proceso de liberalización económica.
Esos países del Sur, con dificultades financieras, fueron forzados a abrir sus economías como condición para recibir préstamos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las recomendaciones de estas instituciones incluían la eliminación de las barreras proteccionistas y la apertura a las inversiones extranjeras.
Rápidamente, los supermercados se trasladaron a países en desarrollo muy poblados, de rápido crecimiento económico y con escasa presencia de supermercados.
Al igual que los consumidores del Norte industrial, los habitantes urbanos de esos países tienden a evitar las ferias al aire libre y las pequeñas tiendas y se sienten cada vez más atraídos por la conveniencia y la calidad de las compras en un solo establecimiento.
Las cadenas de mayor crecimiento mundial son Carrefour, de Francia, Wal-Mart, de Estados Unidos, Ahold, de Holanda, Tesco, de Gran Bretaña, y Shoprite, de Sudáfrica.
El advenimiento de los supermercados, con su sistema mundial de abastecimiento, resultó desastroso para los pequeños agricultores de los países en desarrollo, que suelen ofrecer sus productos directamente en las ferias o los revenden a mayoristas locales, usando sus propios vehículos.
Las cadenas de supermercados establecen centros que adquieren los productos para decenas de establecimientos. Esos centros están equipados para manejar grandes volúmenes de mercancías, cuya calidad debe ser constante.
Los agricultores que aspiran a vender sus productos a los supermercados deben cultivar lo que éstos les exigen, y aun cuando lo hacen, se arriesgan a que gran parte de su producción sea rechazada por no cumplir las normas de calidad de esas cadenas.
Si logran vender sus mercancías a las gigantescas cadenas minoristas, deben esperar al menos 60 días para cobrar, y esta demora representa una carga financiera en el ciclo de producción, señaló IFPRI.
El informe señala que los pequeños productores, especialmente los lecheros, no pueden adquirir los equipos de conservación y tratamiento que precisan para poder vender a los supermercados.
Las cadenas les exigen equipos de ordeñe mecánico y pasteurización, además de tanques de refrigeración, y esto deja a los pequeños productores fuera de la cadena de abastecimiento, afirmó el IFPRI.
En tales casos, los supermercados se vuelcan a grandes productores agropecuarios o a organizaciones de productores.
Los ejemplos más claros de este proceso pueden verse en América Latina, donde los supermercados se multiplicaron en una década hasta alcanzar una presencia que en Estados Unidos llevó cinco décadas, dijo Braun.
En Brasil, por ejemplo, la proporción de la venta minorista de alimentos ocupada por los supermercados aumentó de 30 por ciento en 1990 a 75 por ciento en 2000.
El crecimiento de los supermercados también fue notable en los países más pobres de América Latina. En Guatemala, por ejemplo, esa proporción aumentó de 30 a 35 por ciento entre 1999 y 2001, según el IFPRI.
El instituto considera que el problema no se debe a las políticas de libre mercado, sino a la falta de instituciones en los paíes en desarrollo.
Faltan instituciones que faciliten la llegada de las mercancías de los pequeños productores a los mayores consumidores, en cantidad y calidad suficientes, señaló Von Braun, cuya organización está financiada en parte por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Los pequeños agricultores necesitan información, capacitación e infraestructura adecuadas para hacer frente a la llegada de las cadenas de supermercados. Esos elementos pueden ser la diferencia entre la rentabilidad o la salida definitiva del mercado, concluyó el IFPRI.