Grandes corporaciones de Estados Unidos y Europa ganan lentamente la guerra por el dominio del arroz, el alimento básico en Asia, a través de la ingeniería genética y patentes que activistas consideran injustas.
Mientras el mundo celebra el Año Internacional del Arroz, las trasnacionales agrícolas, lideradas por la estadounidense Du Pont, trabajan a contrarreloj para seleccionar los genes del grano que consideran más útiles, modificarlos y patentar variantes del producto.
La carrera de las multinacionales comenzó en 2002, cuando la compañía agrícola suiza Syngenta anunció la decodificación de la secuencia de 99,5 por ciento del ADN del arroz.
Desde entonces, las multinacionales patentaron cerca de 900 genes estudiados, que representan rasgos específicos entre los que figuran la resistencia a sequías, a pestes, a pesticidas y a la salinidad, así como características nutricionales y aromáticas, dijo el experto indio en seguridad alimentaria Devinder Sharma.
En los próximos tres años, como consecuencia de la decodificación del genoma del arroz por parte de Syngenta, la mayoría de las patentes estarán en manos de unas pocas firmas agrícolas trasnacionales, pronosticó Sharma.
Este robo a luz del día de la riqueza genética es posible por la connivencia de los más encumbrados científicos, organizaciones internacionales y líderes políticos, afirmó.
Activistas afirman que, de esta forma, las multinacionales ignoran los derechos de los agricultores asiáticos, que por siglos han desarrollado y producido 140.000 variedades de arroz mediante métodos tradicionales.
La Fundación Rockefeller, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y aun el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo le abrieron paso a las compañías, dijo Sharma.
Pero la peor traición, según el científico, fue la del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional, una red de 16 centros científicos que operan en más de 100 países y que posee la mayor información genética sobre arroz.
El Grupo Consultivo no sólo toleró las patentes, sino que además recibió a Syngenta en su consejo, permitiendo que acceda a la mayor colección de información genética de arroz del mundo, señaló.
Syngenta adquirió hace cuatro años los derechos sobre el genéticamente modificado arroz dorado, que contiene más vitamina A con el fin de prevenir la ceguera causada por deficiencia nutricional y promovido como una solución alimentaria para el Sur en desarrollo.
Pero este producto ha sido criticado duramente por activistas, en especial por la destacada científica india Vandana Shiva, que puso en duda sus virtudes.
La intensa campaña contra el arroz dorado perjudicó la imagen de Syngenta, que en 2002 debió renunciar a un polémico acuerdo con la Universidad Agrícola Indira Gandhi, de la central ciudad india de Riapur, para adquirir los derechos comerciales de casi 19.000 variedades de arroz local.
Pero con el principal tipo de arroz de India, el basmati (tierra fragante), los campesinos no tuvieron tanta suerte.
En 2001, el gobierno indio perdió una batalla legal en la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos para impedir que la empresa RiceTec comercializara una versión modificada de esa especie de grano, considerada la champaña del arroz.
RiceTec obtuvo el permiso para vender su arroz kasmati o texmati y promoverlo como un basmati superior, pese a las airadas protestas de productores agrícolas indios y tailandeses.
Mientras, la gigante suiza de los alimentos Nestlé obtuvo patentes de arroz parboiled (medio cocido), producido y consumido por siglos en India. La compañía sigue el mismo proceso tradicional de cocer a vapor y secar los granos para que adquieran mejor sabor y textura.
Pero aparte de la guerra por las patentes, los ambientalistas están preocupados por los granos genéticamente modificados, que podrían contagiar a las especies de arroz asiáticas naturales.
Las organizaciones ambientalistas Amigos de la Tierra y Campaña por los Genes se oponen a la intención de la compañía trasnacional Bayer Crop Science AG, con sede en Alemania, de importar a Europa un arroz transgénico que resiste los herbicidas, para ser usado como alimento para ganado.
Este arroz transgénico es desarrollado en países en desarrollo.
Campaña por los Genes pide que se suspenda el cultivo de productos genéticamente modificados el Sur, en especial Asia, por temor a que se produzca una contaminación genética a través de la polinización.
Estudios en China y en América Latina demostraron que la transferencia de genes modificados a cultivos naturales ocurre con facilidad.
Lo que no se dan cuenta es que si no se mantiene la integridad del arroz indio se podría poner en juego la seguridad alimentaria de todo el planeta, afirmó la activista Suman Sahai, de Campaña por los Genes.
A Sahai le llamó la atención que Bayer esté tan interesado en importar arroz transgénico cuando todavía es más barato en Asia producir el grano común.
Seguro que a las vacas no les preocupa mucho ingerir arroz genéticamente modificado, señaló.