ISRAEL-PALESTINA: Hacia un estado árabe-judío

Cada vez más palestinos e israelíes aceptan convivir en un estado binacional único para acabar con el conflicto, aunque la creación de una Palestina independiente aún es la fórmula favorita de la comunidad internacional.

Alí Jarbawi, profesor de Ciencia Política en la cisjordana Universidad Bir Zeit, creyó durante mucho tiempo que la creación de Palestina como un estado separado de Israel sería la mejor solución para el conflicto en Medio Oriente.

Pero ya no está tan seguro. La solución basada sobre la existencia de dos estados parece cada vez más lejana, lo que deja a israelíes y palestinos a aceptar cada vez más una nueva realidad: la perspectiva de vivir en un estado binacional unificado.

Los asentamientos judíos construidos en Cisjordania y Gaza enredaron la posibilidad, al tornar inviable la solución de los dos estados.

De hecho, Israel no está interesado en permitir la creación de un estado palestino viable, según Jarbawi. El muro o barrera que se construye alrededor de Cisjordania y que el primer ministro israelí Ariel Sharon quiere convertir en una frontera es una prueba de ello.

"A la mayoría de los palestinos les gusta la idea de una separación, porque quieren tener su propio estado", dijo Jarbawi a IPS.

"Pero idea que Sharon tiene de una solución con dos estados consiste en estrujarnos en cantones en Cisjordania. Entre la cantonización y aceptar un estado, los palestinos preferiremos la segunda opción. Estamos a punto de clausurar la solución de dos estados", concluyó.

Muchos factores ponen en cuestión la viabilidad de los dos estados: el colapso del plan de paz estadounidense, la aparentemente interminable sangría israelí y palestina y la perspectiva de paridad demográfica árabe-judía entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, entre otros.

Jarbawi no es el único palestino que advierte sobre la muerte inminente de la solución de los dos estados, respaldada desde hace mucho tiempo por la comunidad internacional como modelo preferido para poner fin al conflicto.

El primer ministro palestino Ahmed Korei hizo mención explícita a esa posibilidad al advertir hace poco que, si Sharon anexa unilateralmente para Israel grandes superficies de territorio árabe, se abandonará la demanda de un estado separado.

"Se acaba el tiempo para la solución de los dos estados", dijo, al referirse al muro alrededor de Cisjordania, el propio presidente palestino Yasser Arafat.

Algunos sectores israelíes desacreditan estas declaraciones. Se las considera una mera bravuconada: si los israelíes judíos no aceptan un estado palestino, dentro de 10 años serán minoría entre el Jordán y el Mediterráneo, dada la mayor tasa de natalidad de la población árabe.

Hoy viven 5,2 millones de judíos en Israel, ante 3,5 millones de palestinos en Cisjordania y Gaza a los que se suman 1,2 millones de árabes-israelíes.

La izquierda israelí ha esgrimido durante muchos años lo que denominan "amenaza demográfica": en su visión, si no cesa la construcción de asentamientos judíos en territorio árabe e Israel mantiene su control sobre éste, la realidad se asemejará cada vez más a la del apartheid sudafricano.

En esas condiciones, Israel podrá sobrevivir por algún tiempo, pero dejará de ser una democracia y, al igual que Sudáfrica, quedará cada vez más aislada y se resquebrajará. La muerte de la solución de los dos estados significaría, en efecto, la muerte del estado judío.

El israelí Yossi Beilin, uno de los arquitectos de los acuerdos de paz firmados en Oslo en 1993 y ahora de la iniciativa de Ginebra —basado sobre la idea de los dos estados— advirtió sobre esa posibilidad.

La iniciativa de Ginebra "quizás sea la última oportunidad para una división justa de la tierra entre judíos y palestinos antes de la creación de una mayoría palestina al oeste del Jordán que haría, efectivamente, binacional al estado", dijo Beilin.

Ese pensamiento comenzó a penetrar en la derecha israelí. El viceprimer ministro Ehud Olmert, del conservador partido Likud, dijo que cada vez "más y más palestinos están desinteresados en una solución negociada de dos estados".

Esto significaría el fin de la insurgencia contra la ocupación y el comienzo de una puja por el voto, "una lucha mucho más limpia, mucho más popular y, en definitiva, mucho más poderosa".

"Eso significaría, para nosotros, el fin del estado judío", alertó Olmert.

Desde algunos pequeños grupos de la extrema derecha se propone deportar a los palestinos a Jordania. Los colonos judíos en Cisjordania y Gaza se inclinan por gestionar que Ammán le reconozca a los palestinos el derecho al voto.

Pero Jordania teme convertirse así en un estado aun más palestino de lo que ya es: 60 por ciento de su población tiene su origen. Y, además, la comunidad internacional apoya, casi monolíticamente, la creación de un estado palestino independiente.

La "amenaza demográfica" no era ajena al último plan delineado por Sharon y que incluía el desmantelamiento de los asentamientos judíos en Gaza.

Una encuesta realizada por la Universidad de Tel Aviv indicó que 67 por ciento de los israelíes entrevistados temen la constitución de un estado binacional —solución por la que se inclinaban solo seis por ciento— y que 78 por ciento están a favor de creación de dos estados.

No resulta sorprendente que entre los palestinos el apoyo a la solución de un estado único se eleve a 30 por ciento: con el tiempo, los árabes serían mayoría en tal país.

Arafat también lo ha dicho: "El útero de las árabes es mi mejor arma".

Algunos intelectuales palestinos e israelíes en el extremo izquierdo del espectro políticos apoyan hoy una solución consistente en constituir un solo estado, lo cual entienden preferible a la separación.

Con los dos pueblos fusionados en una única institución, terminarán muchos de los problemas que hoy congelan el conflicto: no habrá necesidad de discutir la delimitación de fronteras, el control de Jerusalén y ni siquiera será necesario desmantelar los asentamientos judíos en territorio árabe.

No se trata, por cierto, la ruta preferida por Alí Jerbawi para la constitución de un estado palestino ni para la resolución de las diferencias.

Los israelíes no estarán de acuerdo, dijo. Los palestinos sustituirán su exigencia de autodeterminación nacional por la demanda del reconocimiento del derecho al voto en igualdad de condiciones, en una insurgencia similar en más de un aspecto a la que derrotó al apartheid.

"Este tipo de lucha llevará muchos años. Queremos poner fin al sufrimiento palestino", dijo el académico.

Pero a falta de disposición israelí a la creación de un estado palestino viable en Gaza y en Cisjordania, Jarbawi está preparado para seguir el camino del estado único.

"Le diremos a los israelíes: 'Los veremos dentro de 10 o 15 años para pedirles el voto'", concluyó.

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