HAITI: El Caribe en la encrucijada

Apoyar o no al presidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide: tal la encrucijada de la Comunidad de Naciones del Caribe (Caricom), mientras fuerzas rebeldes avanzan sobre Puerto Príncipe y tropas de Estados Unidos ponen a resguardo su embajada.

Jamaica advirtió que le faltarán recursos si llegan a sus playas más refugiados haitianos. Al menos 30 pidieron ser reconocidos como refugiados.

Este hecho deja aun más en evidencia la delicada posición de la Caricom (Comunidad de Naciones del Caribe), cuyo actual presidente es el primer ministro jamaiquino P. J. Patterson.

Aristide aceptó el fin de semana el ”plan de acción” formulado por el bloque para restaurar la confianza entre el gobierno y la oposición e iniciar un proceso de distensión en este país de ocho millones de habitantes, el más pobre de América.

De acuerdo con ese plan, Aristide se mantendría al frente de la presidencia —aunque con menos facultades— y compartiría con sus adversarios un gobierno a cargo de organizar las próximas elecciones.

Pero la coalición opositora Plataforma Democrática ha insistido en que cualquier propuesta hacia la distensión debe incluir la renuncia del presidente. Los rebeldes ocuparon el fin de semana Cap-Haitien, la segunda ciudad del país.

Tropas insurgentes avanzan sobre Puerto Príncipe, mientras simpatizantes de Aristide armados se apostan en la periferia de la capital, parapetados por barricadas incendiadas. Cincuenta infantes de la Marina de guerra estadounidense (marines) se dirigen a la embajada de su país para protegerla de los combates.

El gobierno de Estados Unidos exhortó el jueves a sus ciudadanos a abandonar Haití, y el de Francia hizo lo mismo este lunes.

La Caricom debe hacer nuevas gestiones para acabar con la crisis en Haití, donde ya han muerto muchísimas personas, advirtió el jamaiquino Patterson.

El bloque indicó que no apoyará una intervención armada ni un golpe de Estado contra Aristide, pero sí una eventual misión de mantenimiento de la paz a pedido de Puerto Príncipe.

A fines de enero, los gobernantes de Bahamas, Jamaica, Santa Lucía y Trinidad y Tobago se reunieron con el presidente haitiano en Kingston para elaborar un plan dirigido a poner fin a la crisis.

Pero Aristide dejó entonces en claro que no tiene intenciones de renunciar antes de que concluya su periodo de gobierno, en 2006.

El periodista jamaiquino John Maxwell preguntó en su columna del domingo cómo se las habrían arreglado los detractores de Aristide si, como le sucedió a él, le hubieran ”pedido que pusieran en funcionamiento un estado moderno sobre el cadáver de un país saqueado y violado durante 200 años”.

Aristide, líder de la oposición a la sangrienta dictadura que durante décadas encabezó la familia Duvalier, fue derrocado por un golpe militar en 1991, nueve meses después de alcanzar por primera vez el gobierno.

En 1994, fue restaurado en el poder por 21.000 soldados estadounidenses, en una operación que costó 1.000 millones de dólares al gobierno de Bill Clinton.

Pero la ayuda de Washington se redujo en los últimos años, mientras la economía de Haití, el país más pobre de América, tambaleaba aun más y la crisis política se agravaba.

La Organización de Estados Americanos (OEA) y Caricom se hicieron cargo, sucesivamente, de las gestiones por el fin de la crisis.

La oposición atribuyó a un fraude el triunfo arrollador del gobernante partido Lavalas en las elecciones parlamentarias de 2000, y por eso postuló la abstención en las presidenciales de ese mismo año, también ganadas por Aristide, cuyo periodo de gobierno concluye en 2006.

El gobierno afirmó que la oposición promueve un golpe de estado porque teme comparecer a elecciones. Los opositores replicaron que el gobierno de Aristide es ilegal.

Aristide gobierna hoy por decreto, pues el mandato de los legisladores concluyó en enero.

Washington y la Unión Europea continúan reclamando elecciones. Aristide anunció en la Cumbre de las Américas celebrada la semana pasada en Monterrey, México, que habría comicios a fines de julio, pero que permanecería al frente del gobierno hasta 2006.

”Habrá una nueva iniciativa esta semana, y espero que con ella ayudemos a las partes a comprender que necesitamos una conclusión tan pronto como sea posible”, dijo el vicecanciller jamaiquino Delano Franklyn al Senado de su país.

Si más haitianos llegan a Jamaica, ”escasearán nuestros recursos y deberemos buscar la ayuda de terceros, incluidos países del Caribe y agencias internacionales de ayuda”, dijo el portavoz del Ministerio de Seguridad Nacional, Donovan Nelson.

La Caricom debe hacer aun más para poner fin a la crisis, dijo a IPS el experto en asuntos haitianos Michael Dash, ex profesor de la Universidad de Indias Occidentales hoy al frente del departamento de estudios africanos de la Universidad de Nueva York.

Dash propuso que los líderes de la región ”negocien seriamente con Estados Unidos y América Latina para intentar establecer un grupo de trabajo que haga regresar a Haití a algún tipo de relación razonable” con el resto del continente americano.

El experto consideró que Aristide se cree un ”mesías” y advirtió que cualquier intento caribeño por negociar con fuerzas de la oposición alentaría las demandas de renuncia del presidente.

”Lo único que satisfaría a la oposición es que Aristide abandone el país, y jamás debería permitirse tal extremo porque representaría la remoción inconstitucional del gobierno”, sostuvo el experto.

De todos modos, ”Aristide dio origen a esta crisis con su terquedad y su falta de madurez política”, añadió.

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