Un éxodo masivo de balseros de Haití hacia Estados Unidos parece ser el mayor temor del presidente George W. Bush respecto de ese país francófono del Caribe, sumergido en un violento enfrentamiento entre la oposición y el gobierno de Jean Bertrand Aristide.
Agencias humanitarias informaron que no pueden llevar sus suministros a las zonas de conflicto, lo que eleva el espectro de la desnutrición en el país más pobre de América. Cerca de la mitad de los ocho millones de haitianos no pueden satisfacer sus necesidades alimenticias mínimas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La posibilidad de un éxodo masivo es mucho mayor ahora que hay tanta violencia en las zonas rurales y se aplican tácticas de cortar y quemar plantaciones, destacó Johnny McCalla, director de la Coalición Nacional para los Derechos de los Haitianos, de Nueva York.
Los haitianos tratarán de llegar a (la vecina) República Dominicana, pero ese país está reforzando la vigilancia de sus fronteras. La gente quiere salir del peligro lo más rápido posible, dijo a IPS por teléfono.
Aunque la tensión entre el gobierno de Aristide y una amplia oposición civil se viene gestando desde hace meses, la última crisis estalló cuando un grupo opositor tomó la semana pasada Gonaives, la cuarta ciudad del país, en reacción por el asesinato de su líder.
La rebelión del grupo, que era conocido como el Ejército Caníbal cuando estaba alineado con Aristide pero ahora se llama Frente de Resistencia de Gonaives (FRG), se extendió rápidamente a otros centros urbanos centrales y costeros, incluido St. Marc.
La violencia ha dejado cerca de 50 muertos, entre ellos unos 20 agentes de policía. El gobierno recuperó St. Marc, y milicias gubernamentales tomaron Cap-Haitien, la segunda ciudad del país, pero el FRG sigue controlando Gonaives y otras pequeñas ciudades.
En la capital, Puerto Príncipe, grupos opositores cívicos que reclaman la renuncia de Aristide debieron cancelar una marcha de protesta el jueves porque fuerzas progubernamentales montaron barricadas y apedrearon a los manifestantes que se congregaban en el lugar.
Aristide rechazó una vez más los pedidos de renuncia y prometió completar su mandato, que terminará en 2006.
El ex sacerdote católico, partidario de la teología de la liberación, había sido elegido por primera vez en 1990, pero fue derrocado meses después por un golpe militar y se exilió en Estados Unidos, que ayudó a restaurarlo en el poder en 1994.
Tras la presidencia de René Préval (1996-2001), Aristide fue elegido nuevamente, en comicios que observadores internacionales consideraron irregulares.
Desde su reelección, el presidente ha tenido enfrentamientos con la oposición y con Washington, que junto a aliados e instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) retuvo ayuda humanitaria para Haití hasta tanto su gobierno completara las reformas económicas y políticas prometidas.
Las reformas realizadas por imposición del FMI de hecho aumentaron la impopularidad de Aristide, en particular entre funcionarios públicos y pobres afectados por el recorte de subsidios para alimentación y transporte, que habían sido su base electoral en el pasado.
El gobierno de Bush apoyó varios esfuerzos de mediación, principalmente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y más recientemente de la Comunidad del Caribe (Caricom).
Tras una reunión con Caricom el 31 de enero, Aristide aceptó una serie de medidas, entre ellas el desarme de milicias progubernamentales, la reforma de la policía, la designación de un primer ministro aceptable para la oposición y la convocatoria a nuevas elecciones legislativas, dado que el mandato del último parlamento venció el mes pasado.
En medio de la crisis, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, aseguró el jueves que su gobierno no considera ningún cambio de régimen en Haití, sino una salida constitucional a la crisis, dado que Aristide fue elegido democráticamente.
Sin embargo, dijo estar decepcionado por el desempeño del mandatario haitiano.
Powell anunció que este viernes se celebraría una reunión en Washington, donde Estados Unidos, Canadá y gobiernos caribeños discutirán la posibilidad de acordar políticas comunes hacia Haití.
El Proyecto de Haití para la Democracia, un grupo estadounidense que respalda a la oposición, promueve una reunión urgente de cancilleres de la OEA que envíe una delegación a Haití a realizar recomendaciones para restaurar la estabilidad.
El director del grupo, Jim Morrell, anticipó que esas recomendaciones podrían incluir la renuncia de Aristide y el establecimiento de un gobierno de transición.
En cuanto al gobierno de Bush, en los últimos días, lo único que ha hecho es decir 'Oh, Dios, ¡qué caos!' , agregó. McCalla y McGuire estuvieron de acuerdo.
En enero, varios grupos de ayuda humanitaria fueron contactados acerca de la administración de un nuevo campamento de refugiados con hasta 50.000 camas en la base naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba.
La base, que albergó a 70.000 haitianos detenidos por la Guardia Costera estadounidense durante el último éxodo de haitianos, hace 12 años, funge ahora como prisión de supuestos miembros de los grupos extremistas islámicos Taliban y Al Qaeda.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos declaró en abril de 2003 que los haitianos representan una amenaza para la seguridad nacional estadounidense porque Haití es utilizado como país de tránsito de terroristas islámicos.
Esto se transformará en un gran problema político para Bush, como lo fue para su padre, predijo McGuire.