AMERICA: Empleos migran al sur para sortear sindicatos

Una de las principales fabricantes norteamericanas de camisas prevé aumentar 50 por ciento su personal en América Latina y el Caribe para 2008, pero activistas canadienses lo atribuyen a la intención de reducir costos laborales y eludir la organización de sindicatos.

La compañía Gildan Activewear, de la sudoriental ciudad canadiense de Montreal, reveló esta semana sus planes ante su asamblea anual de accionistas.

La firma había accedido pocos días a someterse a auditoría independiente en una de sus fábricas en Honduras, donde, según activistas, 100 trabajadores fueron despedidos aparentemente por desarrollar actividades sindicales.

Fuera de la reunión en un hotel del centro de Montreal, una docena de activistas colocaban el miércoles en sus pancartas camisetas con consignas contra la empresa escritas en ellas, en medio de la nieve.

La intención de los manifestantes era dejar en evidencia frente a los habitantes de Montreal que Gildan maltrata a sus trabajadores en las fábricas canadienses, dijo la activista Tess Tesalona, del Centro de Obreros Inmigrantes de Montreal.

Gildan es una empresa familiar que alcanzó un gran crecimiento en los años 90 frente a rivales como Fruit of the Loom y Hanes. Su producción actual es de 500 millones de camisas al año.

La firma emplea a unas 1.200 personas en Canadá y a otros 9.200 en fábricas que posee o contrata en El Salvador, Haití, Honduras, México, Nicaragua y República Dominicana.

El año pasado, 147 personas quedaron sin trabajo al cerrar una de las fábricas de Gildan en Montreal. Sin embargo, ejecutivos de la firma declararon a IPS que apoyan la creación de sindicatos en sus fábricas canadienses.

Pero Tesalona aseguró que los obreros ya estaban organizados en dos de ellas cuando la compañía las compró. La restante fue cerrada mientras los trabajadores trataban de organizarse, agregó.

”Mientras los obreros se organizaban, Gildan creó un comité antisindicato, que aterrorizó a los trabajadores. Después de que los trabajadores comenzaron a firmar solicitudes de afiliación, el turno nocturno se clausuró”, sostuvo la activista.

Cuando comenzó la actividad sindical, la fábrica tenía 650 obreros. Cuando Gildan la cerró, había apenas 150, calculó Tesalona.

”Finalmente, el sindicato fue reconocido por las autoridades y conquistó un convenio colectivo, que rigió apenas un año porque para ese entonces ya estaba muy debilitado”, indicó.

Ejecutivos de la empresa dijeron a la prensa el miércoles que no tienen planes de reducir su personal en Montreal, pero que planea para 2008 duplicar la cantidad de trabajadores en el extranjero, en principio comenzando a producir en Haití y en República Dominicana.

El presidente de la Junta de Directores de Gildan, Greg Chamandy, dijo que la empresa podría capacitar a agricultores para trabajar en sus fábricas, con el fin de ”ayudar a crear, por primera vez, una clase media en esos países”.

”No creemos ser perfectos” en materia de relaciones laborales, ”pero nuestra meta es estar en la avanzada”, afirmó Chamandy.

La embajadora de Honduras en Canadá, Ana Carolina Galeano, estaba presente en la reunión anual de accionistas de la empresa.

A pesar de las protestas, defensores de los derechos de los trabajadores afirman que Gildan está dando algunos pasos en la dirección correcta.

”La compañía acordó participar en los controles de la Asociación Trabajo Justo” (FLA), dijo el analista de la Red de Solidaridad con la Maquila (MSN por sus siglas en inglés), Bob Jeffcott.

La FLA es una organización norteamericana radicada en Estados Unidos que inspecciona las condiciones de trabajo en las fábricas que poseen o contratan compañías multinacionales en terceros países.

Entre los miembros de la asociación figuran compañías como Nike y Liz Claiborne, organizaciones no gubernamentales y universidades de Canadá y Estados Unidos.

La empresa se unió a la FLA en octubre, un mes antes de que el Fondo de Solidaridad del Trabajo de la provincia de Quebec, una de las mayores instituciones previsionales de Canadá, anunció el retiro de sus inversiones en Gildan (68 millones de dólares) por los despidos en Honduras.

En diciembre, el MSN, la central sindical Congreso de Trabajadores Canadienses —con 2,5 millones de afiliados— y la Federación Independiente de Trabajadores de Honduras formularon una denuncia ante la FLA por el despido de trabajadores de la fábrica de Gildan El Progreso.

Las tres organizaciones interpusieron una demanda similar el 6 de enero ante otra organización auditora, el Consorcio de Derechos Obreros (WRC), integrado por universidades norteamericanas preocupadas de que las compañías a las que compran indumentaria cumplan con criterios mínimos de respeto a los derechos laborales.

Según las denuncias, El Progreso despidió el 20 de octubre a dos dirigentes que intentaban organizar un sindicato, Santos Catalino Romero y Saúl Bautista.

Dos semanas después, los despedidos fueron 37 obreros, entre ellos una mujer con seis meses de embarazo, lo cual está explícitamente prohibido por la ley laboral hondureña. Pero Jeffcott agregó que los despidos suman más de 100 desde noviembre de 2002.

De todos modos, Chamandi describió así la política laboral de la empresa: ”Cuanto mejores sean las condiciones de trabajo, las instalaciones, la comodidad de los trabajadores, mejor será la productividad. Un trabajador feliz es un buen trabajador.”

Pero Tesalona advirtió que muchos trabajadores inmigrantes, que abandonaron sus países en busca de una vida mejor, están escandalizados por la forma en que se trabaja en las fábricas de camisas.

”Ni en sus peores pesadillas pensaron que experimentarían algo así antes de entrar a Gildan”, dijo.

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