Con 19 millones de desempleados, deterioro de la calidad del empleo, aumento del trabajo informal, caída de salarios reales y reducción de la productividad, 2003 fue un año laboral pésimo para América Latina.
Así lo reportó este miércoles en su informe anual la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que prevé una leve recuperación del empleo para 2004, pero con peor calidad.
”El sombrío balance que arrojan los resultados de 2003 corrobora nuestra preocupación por el desempeño del modelo de desarrollo aplicado desde comienzos de los años noventa, que se caracteriza por dejar de lado los efectos sociales de las políticas” económicas, sostuvo el director regional de la OIT para las Américas, Agustín Muñoz, en una videoconferencia difundida desde Santiago a toda la región.
De acuerdo con el informe, la tasa de desempleo urbano fue de 11 por ciento en los tres primeros trimestres de 2003, ligeramente inferior al de igual período de 2002, de 11,2 por ciento. Y el desempleo abierto fue de 10,7 por ciento, una décima menos que el del año anterior.
Al comparar esos períodos de 2002 y 2003, la desocupación urbana aumentó en Brasil de 12 a 12,4 por ciento, en Ecuador de 6,3 a 6,7, en México de 2,8 a 3, 2, en Uruguay de 16,5 a 17,4, y en Venezuela de 15,7 a 18,9 por ciento, detalló el informe, que no incorpora los datos de los últimos meses de 2003.
Al contrario de esos países, el desempleo urbano disminuyó en Argentina 5,9 puntos porcentuales), en Chile 0.4, en Colombia 0,5, en Costa Rica 0,1, en Panamá (0,3), y en Perú 0,3.
El Panorama Laboral de América Latina y el Caribe 2003, constata que el desempleo juvenil aumentó en Argentina, Brasil, México, Chile, Uruguay y Venezuela, y que las mujeres, por las condiciones en que laboran, continuaron siendo los sectores más vulnerables a la falta de trabajo.
Según el informe, en Argentina, Bolivia, Honduras, Nicaragua y Paraguay se percibió un aumento en la participación de la mujer en el empleo, pero en condiciones de desprotección e inseguridad social.
Cuarenta por ciento de las mujeres latinoamericanas se ganan la vida en el sector informal de la economía, ”en donde la desigualdad y la discriminación sexual son mucho mayores que en empleos con condiciones básicas de estabilidad laboral”, dijo la OIT.
La productividad media de la fuerza laboral latinoamericana se redujo en 0,5 por ciento en los primeros nueve meses de 2003 en relación con el mismo período de 2002, lo que refleja un deterioro en la calidad del empleo por el crecimiento del sector informal, caracterizado por la productividad baja, puntualizó la OIT.
”Es evidente que no habrá estrategias exitosas para superar la pobreza, que afecta a 220 millones de latinoamericanos, si no se basan en la creación de empleos de calidad y de más y mejores empresas, las cuales sean capaces de generar esos puestos de trabajo”, aseguró Muñoz.
A la agencia le preocupa la situación del ”trabajo decente”, en referencia a las condiciones laborales de miles de latinoamericanos.
”En el Consenso de Buenos Aires (un documento con objetivos sociales y de integración firmado por Argentina y Brasil en octubre de 2003) y en la declaración de la Cumbre Iberoamericana de Santa Cruz de la Sierra (en noviembre) la agenda del trabajo decente recibió un valioso respaldo político de los presidentes (Luiz Inácio) Lula da Silva, de Brasil, y Néstor Kirchner, de Argentina”, resaltó Muñoz.
”No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que se debe generar cualquier tipo de trabajo ahora y que después nos preocupemos de que sea decente. Con esa lógica, que se aplicó en las últimas décadas, vamos a seguir empeorando las condiciones de trabajo”, opinó.
La OIT se opone al actual modelo de globalización económica porque éste no es ni justo ni equitativo”, dado que ”sus beneficios están mal repartidos”.
”No puede seguir la fragmentación de la realidad tan típica del pasado, en el que el Fondo Monetario se ocupaba de los aspectos financieros, el Banco Mundial de los temas del desarrollo, la Organización Mundial del Comercio de lo comercial y la OIT de las cuestiones socio-laborales. Es urgente que tengamos una mirada de conjunto”, sostuvo.
Por su parte, el experto en empleo de la OIT Miguel del Cid explicó a IPS que son ”muy preocupantes” los niveles que alcanza el trabajo informal en América Latina. Uno de cada tres trabajadores latinoamericanos se desempeña en el sector informal y en áreas de baja productividad.
”En el caso de América Central, por ejemplo, con una población económicamente activa de 14 millones, sólo encontramos 800.000 desempleados, pero la mayoría de los trabajadores tienen empleos muy precarios”, manifestó.
Uno de los sectores con peores condiciones laborales es el agrícola, donde se registran ”altos niveles de subestimación del trabajo”, apuntó.
Por otra parte, la directora para América Central y el Caribe de la agencia, Gerardina González, admitió que la OIT no se atreve a pronosticar si el tratado de libre comercio acordado en diciembre entre Estados Unidos y El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, fortalecerá o empeorará las condiciones de trabajo de los centroamericanos.
Costa Rica aún negocia con Estados Unidos el contenido de ese acuerdo, que debería ser ratificado en el curso de este año por los parlamentos de los países firmantes.
”Existe el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y México (además de Canadá), pero no se puede afirmar que por ello que la situación laboral en este país latinoamericano se deterioró”, dijo González a IPS.
”Ha habido una serie de factores que intervinieron en su economía, como lo sucedido con (la crisis financiera conocida como) ”efecto tequila”, en 1995, que hizo que México perdiera un millón de empleos en un mes”, subrayó.
En el año recién finalizado, también se redujo el poder adquisitivo del salario mínimo real en 1,6 por ciento, como consecuencia de escasos ajustes de salarios y de la inflación, que fue de 10,2 por ciento.
En Venezuela los salarios experimentaron una caída de 15,9 puntos porcentuales, en Uruguay de 15, en Ecuador de 3,9, en Perú de 1,9, en Bolivia de 0,8, y en México de 0,3.
En cambio en Brasil el salario real aumentó uno por ciento, en Chile 0,9 y en Costa Rica 0,5 por ciento.
Aunque en 2003 hubo un cierto progreso laboral respecto del año anterior, ”como resultado de la incipiente recuperación económica, este progreso no es significativo entre los países para revertir la caída del empleo de 2002”, preció el informe.