SIRIA-ISRAEL: La desconfianza ante todo

Israel no cree que Siria sea sincera cuando asegura desear la reanudación de las negociaciones de paz, estancadas desde hace cuatro años. Pero el gobierno de Ariel Sharon tampoco está dispuesto a resignar las alturas del Golán, el territorio sirio ocupado por Israel en 1967.

La devolución las alturas del Golán, anexadas unilateralmente por Israel hace 22 años, es considerada el precio territorial que Sharon debería pagar por un tratado de paz integral.

Pero esto no significa que el mandatario israelí pueda ignorar la invitación al diálogo realizada en diciembre por el presidente sirio Bashar al Assad. Intentó hacerlo, pero sus opositores lo acusaron de ser un arruinador en serie de negociaciones de paz.

Ministros del propio partido Likud de Sharon y el presidente Moshe Katsav urgieron al primer ministro a responderle a Assad, quien formuló su exhortación a través de una entrevista el mes pasado con el diario The New York Times.

Como respuesta, el presidente Katsav invitó el lunes al presidente sirio a visitar Jerusalén "para reunirse con los líderes del país y realizar negociaciones serias", pero horas después Siria rechazó esta invitación, por considerar que no era una respuesta seria a su reclamo de conversaciones de paz.

El ministro de justicia Yosef Lapid, del partido centrista Shinui, advirtió el domingo en una reunión de gabinete que la falta de una respuesta clara de Israel a los llamados de Siria podía crear la impresión de que el estado judío estaba cerrando las puertas a la paz.

Ante la presión, Sharon finalmente anunció las condiciones para la reanudación del diálogo: Siria debe "detener su ayuda y apoyo a agentes terroristas", declaró a corresponsales extranjeros en Jerusalén, y dijo a su gabinete que no había de necesidad de "correr a abrazar a los sirios".

Israel condena lo que considera el apoyo sirio a organizaciones palestinas armadas y al grupo radical islámico Hizbolá, establecido en el sur de Líbano. La semana pasada, fuerzas de seguridad israelíes afirmaron que aviones sirios que transportaron ayuda de emergencia para la ciudad iraní de Bam, devastada por un terremoto, había regresado cargada de armas para Hizbolá.

Según las fuentes, las armas fueron cargadas en camiones y llevadas a Líbano. Si estas acusaciones se comprueban, Sharon tendrá una justificación para rechazar la invitación de Assad al diálogo.

Siria, por su parte, niega patrocinar el terrorismo, e insiste en que grupos radicales sólo tienen oficinas de información en su territorio.

Sharon considera que el cambio de actitud de Assad no es más que una treta para reducir la presión de Estados Unidos sobre Siria en asuntos de terrorismo y armas de destrucción masiva.

Pero esa interpretación y la respuesta de Sharon hasta ahora no satisfacen a los israelíes que reclaman un análisis más profundo de las intenciones de Assad.

Ephraim Sneh, legislador del opositor Partido Laborista y ex viceministro de Defensa, concuerda con Sharon en que el ofrecimiento de Assad es "una medida táctica para reducir la presión de Estados Unidos", pero "eso no cambia el hecho de que Israel debe estudiar seriamente las intenciones de Assad", dijo a IPS.

"Podríamos hacerlo a través de terceros confiables. Es la mejor forma de disipar la impresión de que estamos rechazando la paz", agregó.

Algunos ministros y oficiales del ejército aconsejaron a Sharon precisamente eso. Dicen que podría ser una ventaja para Israel negociar con un líder sirio debilitado por la invasión de Estados Unidos a Iraq.

El ministro de Finanzas y ex primer ministro Benjamin Netanyahu cree posible incluso llegar a un acuerdo con Siria sin pagar el precio de la retirada de la meseta del Golán.

Pero pocos líderes políticos, mucho menos expertos en estrategia, creen que Assad renuncie a su reclamo territorial a cambio de un acuerdo, por más presionado que esté.

"Es una linda idea, pero simplemente no es válida. El precio de Siria para la paz sigue siendo la totalidad de las alturas del Golán", dijo Sneh.

Pero parece que Sharon no está dispuesto a pagar ese precio, porque considera a esas mesetas un activo estratégico. Desde el Golán se puede ver el norte de Israel y Damasco, la capital de Siria. También se aprecia el mar de Galilea, el mayor reservorio de agua de Israel.

Sobre el Golán se yergue el monte Hermon, un pico que los israelíes llaman "los ojos del país", porque desde el puesto de observación allí instalado se puede vigilar buena parte del territorio sirio.

Los israelíes que están dispuestos a ceder las alturas del Golán a cambio de la paz consideran la posibilidad de realizar un acuerdo de seguridad que incluya zonas desmilitarizadas del lado sirio de la frontera, para compensar la pérdida de un lugar estratégico.

La paz con Siria, arguyen, es crucial para la normalización de las relaciones con el resto del mundo árabe.

Israel capturó el Golán junto con el Sinaí egipcio, el sur de Líbano y los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania en la llamada Guerra de los Seis Días, en 1967. En 1981, se anexó el Golán por decisión parlamentaria, pero esta medida nunca fue reconocida por la comunidad internacional.

Al igual que en Cisjordania, sucesivos gobiernos israelíes construyeron asentamientos en el Golán, aunque sus campañas por poblar la estratégica meseta de 1.158 kilómetros cuadrados no fueron muy exitosas. En total, viven allí unos 20.000 judíos israelíes, junto con un número similar de drusos, muchos de los cuales izan banderas sirias en sus hogares y se mantienen fieles a Damasco.

La última vez que ambas partes dialogaron fue cuando el ex primer ministro laborista Ehud Barak se reunió con el canciller sirio Farouk A-Shara en Estados Unidos, a principios de 2000. Ambos llegaron "muy, muy cerca" de un acuerdo, reveló recientemente un ex asesor de Barak, pero las negociaciones se derrumbaron y desde entonces no volvieron a reanudarse.

Sharon cree que la mayoría de los israelíes desconfía de Siria, y recientemente habría dicho en privado que su pueblo "no toleraría" la devolución del Golán.

El primer ministro habría basado su afrimación en una encuesta de opinión publicada la semana pasada en el diario hebreo Maariv, la cual reveló que 56 por ciento de los israelíes se oponen a ceder el Golán, y sólo 36 por ciento lo aprobaría.

Estados Unidos, que considera a Siria un "estado renegado", no ha presionado a Sharon para que responda.

Según trascendió, funcionarios de Washington dijeron a sus homólogos israelíes que si Assad quiere en serio negociar la paz, debería haber explorado canales diplomáticos, y no hacer sus declaraciones a un periódico.

Quizá Israel y Estados Unidos tengan razón en que Assad está jugando un juego diplomático. Pero ignorarlo o establecer precondiciones a "las conversaciones sobre las conversaciones" no permitirá determinar si sus intenciones son serias.

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