Para Estados Unidos, la comercialización masiva de «comida chatarra» no aumenta el riesgo de obesidad. Expertos y activistas señalan que son los mismos argumentos de esa industria, pero Washington sostiene que es pura coincidencia.
Según el gobierno estadounidense, la Estrategia Global sobre Dieta, Actividad Física y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomienda limitar el consumo de grasas saturadas, sal y azúcar, se basa en pruebas equívocas y no pone suficiente énfasis en la responsabilidad personal.
Entre otras recomendaciones para combatir la epidemia mundial de obesidad, la OMC sugirió a los gobiernos crear nuevos impuestos para desalentar la producción de alimentos poco saludables y limitar la publicidad de esos alimentos cuando está dirigida a los niños.
Grupos de consumidores y científicos de la OMS, cuya junta ejecutiva se reunió el martes en Ginebra para discutir pautas sobre dieta y ejercicio para los gobiernos nacionales, afirmaron que las objeciones de Washington tienden a proteger los intereses de su industria alimenticia y no la salud pública.
”Es significativo que la industria del azúcar y las bebidas refrescantes, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, también se haya resistido a las conclusiones de un informe anterior de la OMS, basado en consultas científicas en 1990, que hizo recomendaciones similares para prevenir enfermedades crónicas relacionadas con la dieta ”, señaló Kaare Norum, presidente del grupo de trabajo que emitió las pautas.
En una carta dirigida al secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Tommy Thompson, Norum expresó ”grave preocupación porque el documento presentado por el gobierno estadounidense parece apuntar contra la Estrategia Global sobre Dieta, Actividad Física y Salud”.
El documento aludido por Norum es una carta que William Steiger, asistente especial del secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, envió a principios de este mes al director general de la OMC, Jong Wook Lee.
En la carta, Steiger declara que su gobierno ”está a favor de pautas que se concentren en una dieta total, promuevan la idea de que todos los alimentos pueden formar parte de una dieta saludable y balanceada, y aliente la responsabilidad personal para elegir una dieta que conduzca al equilibrio energético individual, el control del peso y la salud”.
Esos argumentos son "retrógrados y falsos”, afirmó Julian Edwards, director general del grupo Consumers International.
"El informe de la OMS brinda un fuerte marco científico basado en un análisis cuidadoso hecho por una gama de expertos. La evidencia es aplastante: los altos niveles de azúcar, sal y grasas en los alimentos son un factor importante en la obesidad y, por lo tanto, en las enfermedades asociadas con ella”, subrayó.
Edwards señaló que los consumidores tienen derecho a contar con buena información y a ser protegidos contra la publicidad engañosa de parte de fabricantes y comerciantes. "El bien público, no el beneficio corporativo, debería primar en las normativas y políticas gubernamentales”, añadió.
Estados Unidos negó enfáticamente cualquier influencia de la industria, y arguyó que simplemente ”promueve la idea de que todos los alimentos pueden formar parte de una dieta saludable y equilibrada”.
Nadie discute que la obesidad sea un grave problema de salud extendido por todo el mundo.
En Estados Unidos, el país con mayor índice de obesidad después de Samoa, hay casi el doble de niños y niñas y el triple de adolescentes con sobrepeso que hace dos décadas. En Gran Bretaña, uno de cada cinco niños en edad escolar tiene sobrepeso, y uno de cada 20 es obeso.
En cualquier día dado en Estados Unidos, un cuarto de la población adulta visita un restaurante de comida rápida. Más de la mitad de la población no hace suficiente ejercicio.
Unas 300.000 muertes al año en este país están asociadas con la obesidad. Un resultado macabro de esta tendencia es la creciente demanda de ataúdes ”de tres plazas”, para personas de hasta 318 kilos de peso.
Pero este problema no se limita a los países industrializados. Según la OMS, la cantidad de adultos obesos aumentó a 300 millones en todo el mundo, y más de 115 millones de ellos viven en países en desarrollo.
Mientras, la producción mundial de azúcar se duplicó en los últimos 50 años y sigue en aumento, en particular en el Sur en desarrollo. Cada persona consume en promedio 21 kilos de azúcar por año.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió que algunos problemas que afectan a las personas desnutridas también afectan a las obesas, como la anemia y la deficiencia de vitamina A, que puede causar ceguera en menores de cinco años.
El exceso de grasa en el organismo puede ser causa de enfermedades cardiovasculares, cáncer, hipertensión arterial, diabetes, artritis e infertilidad femenina.
Pero según Steiger, ”ningún dato sustenta que la comercialización masiva de alimentos de alto valor energético o comida rápida aumente el riesgo de obesidad”.
La Academia Estadounidense de Pediatría no opina lo mismo. En un reciente estudio, concluyó que ”la comida rápida… aumenta el riesgo de obesidad infantil” y recomendó quitar las máquinas expendedoras de refrescos de las escuelas, una medida que varios estados del país están considerando.
Steiger también arremetió contra la recomendación de limitar la propaganda de alimentos y refrescos para niños.
”En los niños existe una relación constante entre la televisión y la obesidad, pero no está nada claro que la publicidad televisiva sea la mediadora en esa relación”, afirmó el funcionario.
Sin embargo, según el grupo Worldwatch Institute, los niños estadounidenses son bombardeados con 40.000 avisos de televisión por año, y la mitad de ellos promueven alimentos y bebidas nocivos para la salud.
David Porter, portavoz de la OMS, aclaró que su agencia no promueve la prohibición de la propaganda de comida chatarra, sino que sugiere a los gobiernos trabajar junto con grupos de consumidores e industrias para desarrollar ”formas apropiadas” de vender alimentos para niños.
La Estrategia Global de la OMS no será oficial hasta que sea aprobada por los países miembros en la próxima reunión del organismo, en mayo.
Aunque la versión preliminar ha recabado amplio apoyo internacional, la junta ejecutiva de la OMS aceptó el martes dar más tiempo a Estados Unidos para que piense su decisión final.