La ineficiencia y la corrupción en la distribución de la ayuda humanitaria agravan la situación de los sobrevivientes del devastador terremoto del 26 de diciembre en esta histórica ciudad del sudeste de Irán.
"¿Saben ustedes los periodistas que casi nada de la ayuda de Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos termina en manos de los damnificados? Igual que cuando el terremoto de Roudbar (1990, norte de Irán), las tiendas y la ropa se venderán a los ricos en las ferias de Teherán", dijo a IPS un socorrista voluntario iraní.
"Sólo siete por ciento de las tiendas enviadas fueron entregadas en Bam. El resto ha desaparecido", denunció el administrador general de la sociedad humanitaria de la Media Luna Roja Iraní en declaraciones al diario reformista Yase Nou, y culpó del faltante al ejército, responsable de la distribución de las tiendas para dar alojamiento transitorio a los damnificados.
El número de muertos que provocó el sismo de 6,7 grados en la escala de Richter se estima en 50.000, pero nunca se sabrá con certeza. Más de 100.000 personas quedaron sin hogar, porque 90 por ciento de las viviendas resultaron dañadas o completamente destruidas.
Casi 30.000 cuerpos fueron sacados de los escombros y enterrados en el cementerio y en el patio de la mezquita de Bam. Mientras, 13.200 heridos fueron internados en hospitales de Esfehan, Bandar Ababas, Shiraz, Kerman, Jiroft y la capital Teherán.
Según Abdulhssain Aslani, un empresario que representa a un grupo de comerciantes de Mashhad, en la oriental provincia de Khorasan, "las autoridades se comportan como si fuera la primera vez que ocurre un terremoto".
"Irán es propenso a grandes sismos, pero el gobierno no ha entrenado ni un solo equipo con alta tecnología para hacer frente a estos desastres naturales", se quejó.
El jefe del equipo de rescate de Georgia afirmó que las autoridades islámicas no ayudan a los socorristas siquiera marcando los edificios que ya han sido registrados en busca de sobrevivientes.
"Los sobrevivientes agradecemos las donaciones que llegaron de todo el país y del exterior. Pero la reconstrucción de Bam es una tarea hercúlea y si no hay supervisión internacional y presión del gobierno, se repetirá la frustrante experiencia de otros esfuerzos de reconstrucción en áreas devastadas por sismos, como Zanjan, Roudbar y Ghayenat", advirtió Zahra Ja'fari, una maestra de escuela.
"El terremoto reveló ineficiencia en todos los planos. La Media Luna Roja iraní sólo ofreció tiendas y algunos medicamentos comunes. Luego de al menos tres devastadores sismos desde la Revolución Islámica (1979), no se ha entrenado ni un solo perro 'detector de vida'", afirmó.
Mirando atrás, muchos sobrevivientes lamentan que los medios no hayan prestado atención a los temblores de tierra registrados antes del 26 de diciembre.
"Hubo un terremoto una semana antes del principal, pero no se informó de él en la radio ni en la televisión", se quejó Maryam Mosavi, de 38 años, sentada sobre los escombros de su casa.
"Como la prensa no mencionó esos temblores, la gente los tomó por sacudidas menores causadas por misiles de largo alcance Shahab-3, que se prueban en los alrededores de Bam. Por supuesto, los medios nunca hablan de esas pruebas", dijo a IPS el esposo de Mosavi, Hamid Asgari, un vendedor de bicicletas y juguetes.
"Ahora debemos rescatar lo que quedó de las bicicletas de abajo de los escombros y venderlas en el mercado de pulgas para poder alimentar a nuestros cinco hijos", contó.
Algunos diarios reformistas de Teherán informaron que los rescatistas iraníes son numerosos pero están mal coordinados.
Ciertos grupos decidieron hacer su trabajo por sí solos. "No confiamos en comisiones estatales como la del Imán Jamenei y la Media Luna Roja. Es por eso que contratamos 16 camiones en Mashhad y trajimos hasta Bam nuestra carga para distribuirla entre los necesitados", declaró Reza Borji, un comerciante de ropa del distrito de Hevdah Sharivar, en Mashhad.
"Las autoridades islámicas sólo son eficientes en la represión de protestas y sus propias operaciones de terror. Su eficiencia sirve a la muerte, la destrucción y la represión, no a la vida", escribió a IPS el activista opositor Potkin Azarmehr, desde Londres.
A medida que pasan los días, los sobrevivientes piensan en recomponer su vida, pero el futuro se les presenta negro.
"¿Cuánto tiempo más deberemos sufrir estas tragedias?", se pregunta Hamid Birjandi mientras mira a su alrededor.
Birjandi, que admitió ser un traficante de drogas ilícitas, contó a IPS que cinco años atrás, vendía cientos de kilos de opio procedente de Pakistán y Afganistán y con eso sustentaba a su familia.
"Ahora, yo mismo he desenterrado los cadáveres de 30 de mis familiares", lamentó.
Maryam Dehghan, subdirectora de una escuela de niñas arrasada por el sismo, cuenta que el pequeño palmar datilero de su familia sobrevivió al desastre, pero no quedó nadie para trabajarlo y además los refrigeradores ya no funcionan.
Para sobrevivir, tendrá que esforzarse para que el gobierno mande buscar cientos de toneladas de dátiles envasados que se están descomponiendo en los refrigeradores rotos, y para que el ejército "limpie (de escombros) y drene los canales de irrigación del palmar", dijo.
"Si las autoridades nos dan una mano oportunamente, es posible que tengamos una buena cosecha de dátiles en septiembre", dijo Ali Haydarian, propietario de otro palmar en Sifikan, una aldea al noreste de Bam que también fue sacudida por el terremoto.