La simple y cálida sonrisa con la que el húngaro Miklos Fehér se despidió del mundo una lluviosa noche en un estadio del norte de Portugal puede obligar a revisar las severas reglas y despiadados calendarios de partidos que han llevado al fútbol a ser un juego demasiado peligroso.
La prensa portuguesa describe una serie de problemas psicológicos en niños y adolescentes, que no comprenden ni se conforman con la muerte de Fehér. Pesadillas, noches en blanco y la incomprensión de cómo un joven, que sienten suyo, pudo morir frente a sus ojos en un juego transmitido por televisión, son los mayores problemas descritos en estos días por los educadores.
Pero también en Portugal, Hungría y en otras latitudes crece la polémica sobre las vida demasiado intensa de los futbolistas, con el organismo sobrecargado y periodos de descanso muy cortos, dudas sobre los controles médicos para atletas de alta competencia como ellos y hasta la posibilidad del uso de sustancias prohibidas.
Fehér y Marc-Vivien Foè, también muerto frente a miles de televidentes cuando disputaba el 26 de junio en París con su selección de Camerún una semifinal de la Copa Confederaciones, son hoy dos nombres que interpelan a los directivos de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) y a otras autoridades a rever un sistema que se vuelve cada vez más inhumano.
Miki, el diminutivo de Miklos que preferían usar los simpatizantes del club portugués Benfica, falleció el domingo pasado, después de dibujar una sonrisa, hacer una contorción de dolor y de tres intentos de reanimación.
La presión popular exige una explicación al mundo del fútbol. ¿Cómo es posible que un joven y saludable deportista, que nunca reflejó problemas cardíacos, caiga fulminado poco después de un momento de alegría, cuando con un magistral pase, permitió el gol del triunfo al Benfica?
Bruno Mesquita, un estudiante de 22 años de Ciencias Políticas de la Universidad Técnica de Lisboa, dijo a IPS que el caso Fehér lo conmovió, pues "del punto de vista estético ha sido un fenómeno, una bola de nieve, que crece cada vez mas".
"No se habla de otra cosa. En el bar, en la calle, en los autobuses, el asunto está siempre en la boca de la gente, que se siente chocada con lo que ocurrió, porque el haberle visto morir en directo por televisión creó un lazo de simpatía e intimidad, desde luego agudizado por la 'última sonrisa' y por el llanto convulsivo de los jugadores de Benfica de rodillas rezando en la hierba", añadió.
El asombro, el dolor y el cuestionamiento "al despiadado y obsceno negocio del fútbol", fue la reacción más oída en algunos de los entrevistados entre unos 300.000 portugueses de todas las edades, que pese al mal tiempo reinante, bajo los gritos de "Miki, Miki" hicieron largas colas por 32 horas en los accesos del estadio del Benfica, de Lisboa, a dar el último adiós al desafortunado jugador húngaro de 24 años.
El propio presidente de Benfica, Luiz Filipe Vieira, considerado uno de los mayores "tiburones" del fútbol europeo, anunció con su rostro bañado en lágrimas junto al féretro de Fehér que podría abandonar esta actividad, porque "la muerte de Miki, me demostró que hay valores muchos más importantes en la vida de un hombre".
Su velorio en el imponente Estadio da Luz, la flamante sede deportiva del Benfica y donde se jugará la final de la Eurocopa 2004, fue comparable sólo con el mayor funeral de que tiene registrado el país, como fue hace tres años el de la célebre cantante Amalia Rodrigues, considerada la "madre del alma portuguesa".
El fallecimiento de Fehér transmitido en directo por televisión, fue en los primeros instantes la imagen más angustiante, "tan chocante como la del soldado republicano captado por el fotógrafo (también húngaro y nacionalizado estadounidense) Robert Capa en la guerra civil de España, en el momento que era alcanzado por un tiro y que, pasados tantos años, sigue conmoviéndonos", sostuvo el periodista Manuel de Carvalho.
Pero el sargento de la marina Fernando Marques no sobrevivió a las imágenes de la agonía de Fehér. "¡Pobrecito, un muchacho tan joven!", comentó agitado y emocionado a su esposa segundos antes de caer él también muerto frente a su televisor en su casa de la localidad de São Miguel, en el archipiélago atlántico de Azores.
Sin embargo, pasados los días, lo que dejó Miki a Portugal, a Hungría y al resto del mundo no fue la cruel agonía de su cuerpo inerte sino la suave mirada dirigida al árbitro del partido de su club Benfica contra Vitoria de Guimarães, aceptando el cartón amarillo de amonestación con una sonrisa de resignada complacencia.
Amigo de Fehér, el brasileño Romeu, delantero del Vitoria de Guimarâes, describió su sentir al ver todo en primera persona en el estadio: "Miki recibió el domingo el cartón amarillo del partido y el rojo (de expulsión) de la vida".
Mientras Portugal está inundado de emociones, la prensa húngara refleja la polémica sobre los riesgos actuales que corren los futbolistas, con el cuerpo y la mente sobrecargados y escaso tiempo de descanso entre juego y juego. El fútbol es el deporte que más desgasta, advierten médicos citados por el diario Magyar Hirlap, de Budapest.
Entre los no deportistas que realizan actividades físicas intensas se producen en promedio tres muertes por casa 400.000 personas, mientras que en el caso de los profesionales esa cifra es superior al doble.
La húngara Ilona Sárosi, psicóloga de deporte, defiende que deberían realizarse exámenes psicológicos regulares para controlar el modo en que los deportistas responden a situaciones estresantes, recordando que las estadísticas indican que cada 400 horas de deporte se produce una muerte.
No sería este el caso, sostuvo Péter Lipcsei, ex jugador del club portugués Oporto, amigo y coterráneo de Fehér, porque "en Portugal la vida es más relajada".
"Miki era una persona tranquila, calma, no creo que estuviera con estrés últimamente y los controles en Portugal son bien hechos y regulares, con equipos médicos de alta calidad, en condiciones mucho mejores que en Hungría", añadió.
Dezso Leijkó, ex médico de la selección húngara, aseveró que "en los cuatro años que seguí a Fehér como internacional en el equipo, nunca registró problemas cardíacos".
Respecto de la polémica sobre el presunto atraso en la atención médica a Fehér, una acusación lanzada por la prensa italiana, el canal Sport TV Hungría desmiente un artículo del cronista Paolo Rossi, del diario romano La Repubblica, al afirmar que "la ambulancia llegó en cinco minutos y que contaba con los equipos necesarios".
A este respecto y debido al impacto del accidente, la Fundación Nacional del Corazón de Hungría decidió ofrecer desfibriladores a la selección y a los clubes de ese país por un tercio de su precio de mercado. Hasta ahora, el sofisticado equipo no existía en los estadios.
La autopsia de Fehér fue no conclusiva, al igual que con la muerte de Foè. En ambos casos, los respectivos fiscales generales de Portugal y Francia solicitaron análisis complementarios de los tejidos, para determinar la posible presencia de sustancias químicas vedadas.
Los análisis de Fehér aun están en curso, pero los de Foè desecharon la sospechada presencia de sustancias tóxicas y se determinó como causa de su muerte una arritmia, resultante de una hipertrofia cardiaca congénita, una malformación que según los médicos portugueses citados por la prensa local "no debería haber pasado desapercibida".
La controversia también se trasladó a la seguridad médica que deberá existir en la Eurocopa 2004, que se celebrará en Portugal del 12 de junio al 4 de julio. La organización garantiza que todo está en orden y el "desafortunado caso Fehér" en nada influye.
Sin embargo, la importancia del trágico fin del jugador húngaro reside sobretodo en la inmensa reflexión sobre el impacto que el fútbol adquirió en la sociedad actual.
El joven estudiante Mesquita opinó que "el caso asumió proporciones gigantescas, con miles de personas en la puerta del Estadio da Luz, esperando en la lluvia y el frío para entrar a la sala donde estaba el ataúd, cubierto de emblemas no sólo de Benfica sino de todos los clubes y hasta con expresiones de pesar del (primero ministro José Manuel) Durão Barroso y del (presidente de Portugal, Jorge) Sampaio".
Las opiniones del estudiante recogidas por IPS, reflejan en gran medida un sentimiento generalizado en los dos países.
"Los ecos internacionales de la noticia, sobretodo en Hungría, nos ha convertido de repente en dos pueblos hermano!!", acotó y recordó que muchas personas, como ancianas del pueblo, "que no entienden ni les gusta el fútbol, igual se conmovieron con la muerte de ese muchacho húngaro", comentó.
En Hungría, la imágenes predominantes en los dos canales estatales, Sport TV y en los llamados "diarios de referencia" fue la sonrisa de Miki. Al conocerse la noticia la misma noche del domingo, todos los medios decidieron no pasar las filmaciones del cuerpo inanimado con sus ojos abiertos, por respeto a su familia y porque la ética periodística del país magiar así lo exige.
Sin embargo, este "acuerdo tácito de caballeros" no fue cumplido por la prensa sensacionalista y por los canales de televisión privados, criticados por el Defensor del Pueblo, Attila Péterfalvi, quien fustigó en duros términos la transmisión de imágenes y de fotos "que no respetaron la dignidad de Fehér".
"Felicitaciones Portugal, que supo despedir dignamente a Fehér", escribe un participante en el sitio Internet "Sportforum", mientras otro relata que vio "la RTP (Radio Televisión Portuguesa), sin entender el idioma", y dice haber quedado impresionado con su cobertura, por las emociones de la gente transmitidas".
Sin embargo, calificó de "una miseria las emisiones húngaras, porque "somos un pueblo apático y concluyendo en portugués con un: "Adeus Miki. Obrigado Portugal".
Para György Korsós, del club Györ Eto, donde se inició Fehér, su muerte fue una "ironía del destino, porque para Miki el deporte era su vida y el deporte le causo su muerte".
El periodista deportivo Attila Aghassi, amigo de Fehér, con quién mantuvo contactos regulares durante estos últimos seis años, relata que al pasar del Oporto para el Benfica "se confesó feliz porque según me dijo, ´el Benfica es donde todos los muchachos portugueses quisieran jugar, un equipo donde jugó Eusebio y donde voy a jugar yo también´ ".
Aghassi concluye citando un frecuente pensamiento de Fehér: "A mí el fútbol me enseñó a vencer y a la vez me enseñó a perder. Pero también me enseñó que la alegría al final siempre se sobrepone a la tristeza y que el gol es la máxima felicidad, que hace olvidar todos los momentos menos felices y los errores".
* Con aportes desde Budapest de los periodistas János Hórvat y Katalin Muharay.