La inequidad del comercio agrícola internacional es, entre todos los males del Sur en desarrollo, el único que al parecer conmovió a más de 2.000 empresarios, gobernantes y economistas que participaron esta semana del Foro de Davos.
Sesenta por ciento de los asistentes a la reunión anual del Foro Económico Mundial consideran la agricultura como la cuestión más importante a resolver en el proceso de la Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales, según un sondeo.
Una proporción similar estimó que un fracaso en la discusión agrícola causará el derrumbe de las negociaciones que la Organización Mundial del Comercio (OMC) lanzó en noviembre de 2001 en la capital de Qatar.
Al divulgar el resultado de la encuesta, Samuel A. DiPiazza, principal ejecutivo de PricewaterhouseCoopers, identificó a Estados Unidos y la Unión Europea como los principales obstáculos para la concertación del acuerdo agrícola.
Fuera de la agricultura, las preocupaciones públicas del Foro de Davos giraron en torno a cuestiones como la depreciación del dólar estadounidense y la consiguiente caída de las exportaciones de la Unión Europea y de Japón, y el fortalecimientos de sus respectivas monedas, el euro y el yen.
Los ejecutivos se inquietaron también por la posibilidad de que la recuperación económica mundial, liderada por Estados Unidos, China e India, tenga un carácter genuino.
Asimismo, se desvelaron por la prosperidad y la seguridad en sus actividades, por los déficit gemelos (fiscal y comercial) de Estados Unidos y por el eventual sobrecalentamiento de la pujante economía china.
En el plano privado, como es habitual desde el nacimiento del Foro de Davos 32 años atrás, los asistentes sostuvieron reuniones de negocios con otros empresarios y con gobernantes interesados en inversiones.
Pero en materia comercial, la agricultura atrapó todo el interés. El presidente de Suiza, Joseph Deiss, convocó a ministros de comercio y altos funcionarios de unos 20 países para discutir la tormentosa negociación agrícola.
La última conferencia ministerial de la OMC, efectuada en septiembre en el balneario mexicano de Cancún, concluyó en un fiasco. Los ministros de los 147 países de la OMC debían concertar acuerdos en la negociación de la Ronda de Doha, quen tiene a la agricultura como cuestión principal.
El ex presidente mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000) opinó que la propuesta agrícola común presentada por Estados Unidos y la Unión Europea unas semanas antes de Cancún provocó el fracaso de la conferencia.
En los debates de Davos, la posición europea recibió críticas de empresarios y economistas, aunque el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz reclamó por igual a las dos mayores potencias comerciales concesiones en agricultura y en otros temas de la Ronda de Doha.
La mayoría de los países industrializados protegen el sector agrícola. La última estimación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre cuyos 30 miembros figuran todos los países del Norte industrial, precisó que el bloque destina 320.000 millones de dólares por año a la protección de la agricultura.
No es un problema solo de Europa, sino de los países del Norte, sostuvo el ministro de Economía, Finanzas e Industria de Francia, Francis Mer.
Los agricultores europeos tienen un peso político superior al de su representación númerica pues constituyen apenas entre dos y tres por ciento de la población, puntualizó el ministró francés.
Wolfgang Clement, ministro de Trabajo de Alemania, estimó que los europeos debemos hacer algo en agricultura, pero que la decisión está en manos de nuestros líderes políticos.
Sin embargo, las perspectivas de un compromiso europeo en la negociación agrícola despertaron incredulidad.
El vicepresidente de la compañía de alimentos Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, dudó de la capacidad de la Unión Europea para convertirse en un actor creible de la discusión.
La Unión Europea afronta dificultades con su calendario, pues en mayo ampliará sus miembros de 15 a 25. La Comisión Europea, rama ejecutiva del bloque, tendrá a fin de año una composición diferente de la actual. Todavía no sabemos quién la integrará, dijo Brabeck-Letmathe.
La esencia del problema comercial agrícola se reduce a la disposición de los países de la OMC a ofrecer acceso a sus mercados, a eliminar las subvenciones del sector y a terminar con el apoyo interno a los agricultores, expuso DiPiazza.
El subsecretario de Comercio para Negociaciones Internacionales de Estados Unidos, Grant Aldonas, dijo que su país responde de manera afirmativa a los tres requisitos.
En cambio, el ministro de Comercio Exterior de Francia, François Loos, reconoció las dificultades de los europeos con el cronograma de negociaciones. No podemos decidir de un momento a otro, justificó
La negociación de la Ronda de Doha, que incluye a la agricultura, debe concluir el 1 de enero de 2005. El director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi, apremia a los países para que asuman más compromisos y los pongan en práctica.
Si embargo, DiPiazza dudó de que se pueda hacer algo en 2004. La Ronda Uruguay de negociaciones comerciales duró ocho años, de 1986 a 1993, aunque ahora, con la Ronda de Doha, pueden surgir oportunidades en cinco o seis años, estimó.
Stiglitz advirtió de que es peor un mal acuerdo que ningún acuerdo. Las organizaciones de la sociedad civil comparten ese criterio, en particular cuando se trata de un convenio que sólo beneficia a los países ricos, dijo Amigos de la Tierra en una declaración difundida este sábado en Davos.
Otra organización no gubernamental, Visión Mundial, opinó que a la sociedad civil le cabe una gran responsabilidad en el esfuerzo por encarrilar las negociaciones de Doha.
Mediante la eliminación del proteccionismo agrícola podrá alcanzarse la meta formulada por la Organización de las Naciones Unidas de reducir a la mitad los 3.000 millones de pobres del mundo, dijo el presidente de Visión Mundial, Dean R. Hirsch.